Rafael Alfaro Izarraraz Por donde quiera que se le quiera ver, la consulta ha resultado un éxito, incluida la realidad que está presente en los resultados de la consulta: el pueblo no quiere juzgar a los ex presidentes. Si bien es cierto que el INE siguió cumpliendo con el triste papel de ser un obstáculo de la democracia, la verdad es que más allá de esos hechos la población no acudió a las urnas enviando un mensaje muy claro al respecto. Podríamos decir que la mayoría de la población estuvo de acuerdo con Obrador, quien ha repetido que su fuerte no es la venganza y que si el pueblo quiere juzgar a los ex presidentes pues lleve a cabo los ejercicios necesarios para lograrlo, pero que él, aunque apoya, prefiere no verse como una persona vengativa. Eso está muy claro. Si AMLO se posicionó de esa manera, creo que la población entendió muy bien el mensaje. La mañanera no se convirtió como hubiera ocurrido en otras circunstancias en una plataforma capaz de movilizar a la población con respecto a la consulta. El éxito de la consulta está en otras vertientes, me parece, como una novedosa herramienta que ata las manos a las políticas contrarias a los intereses del pueblo. Abre un nuevo campo en donde los actores sociales progresistas se reposicionan de nueva cuenta. Eso no le gusta a la derecha porque merma y debilita su poder. Primero, me gustaría aclarar algunas cosas que se han publicado en las redes sociales contra la consulta, como el hecho de que ya en Grecia existía este tipo de democracia y que por lo tanto se está engañando a las personas diciéndoles que se trata de un ejercicio novedoso cuando ya existía en otra época histórica. Y sí, efectivamente, ya existía, pero no es lo mismo lo que ahora se experimentó. La democracia es una práctica que se nació en Grecia como una democracia basada en la asamblea popular directa de los griegos. Pero, en realidad, la democracia directa, de tipo asambleísta, es inviable en la época actual, debido a que es imposible en las condiciones actuales reunir a millones de personas que viven en una misma ciudad. Debido a esa razón se ha instaurado un tipo de democracia en donde la mejor forma de salvar ese problema de reunir a miles o millones es por medio del voto en las urnas. De tal manera que la práctica de la democracia directa, es decir, con la presencia de millones de personas es imposible hoy. Es verdad que en Suiza persiste la práctica de las asambleas directas en los cantones, pero esto es una excepción. Los cantones suizos no son como, por citar un ejemplo, la ciudad de México, Monterrey o Guadalajara, donde ese asunto es realmente imposible. La práctica de los cantones suizos sirvió de ejemplo para las teorías sobre la democracia de Rousseau. Otro aspecto a tomar en cuenta, es que la democracia en Grecia era una democracia de las élites. Quienes se reunían en asambleas no era específicamente el pueblo tal y como lo entendemos nosotros. El pueblo eran los filósofos, guerreros, militares, comerciantes, quienes consideraban que los esclavos que sostenían toda la sociedad griega no eran considerados seres humanos, decían que no tenían alma. Los esclavos no eran el pueblo porque ni siquiera contaban. La democracia moderna en occidente surgió como en Grecia. Fue una democracia en la que solamente podían votar los que tenían dinero. El pueblo, los obreros, los campesinos, los comerciantes, los desempleados no tenían derecho a votar. Fue un éxito de la democracia popular el que finalmente lograr el derecho al voto de estos sectores de la población. Costó sangre y sufrimiento el derecho al voto, no fue un regalo. Esto es lo que le ha costado al pueblo mexicano primero el respeto al voto y segundo el derecho de que la democracia no se quede solamente en el ejercicio del voto el día en que se eligen gobernantes. La democracia popular para que sea democracia popular (de tipo social) debe utilizarse no solamente para votar sino también para mejorar sus condiciones de vida. Y esto es precisamente lo que a la derecha le causa urticaria. ¿Por qué? Porque la derecha quiere y entiende la democracia como el ejercicio del voto y punto. Evitar que la democracia tome otro tipo de matiz. El fracaso que le acreditan a la consulta no es solamente el temor a que los presidentes sean juzgados, no quieren que la democracia se extienda hacia otros ámbitos porque eso no va con sus creencias sobre la democracia. Quieren que el pueblo vaya y vote y punto. Los ejercicios como el del domingo no van con la derecha porque las consultas estropean estrategias como las que han aplicado. No van a consultar a la población para vender el país. El aeropuerto, el Fobaproa, la venta de empresas del Estado, la guerra de Calderón y el fraude de 2012 van contra la democracia directa. La derecha requiere de libertad en el sentido de evitar que el pueblo se asome a prácticas que impidan sus políticas. La democracia directa actualmente no es como en el pasado sustituir simplemente la posibilidad de que la población no se puede reunir, se trata de otra cosa. El que la población puede ejercer el derecho a opinar y evitar que se apliquen políticas contrarias a sus intereses o simplemente que considere equivocadas. La consulta es un paso hacia adelante que se añade al triunfo del 2018, sin duda y, por el contrario, va contra los intereses de la derecha. La consulta popular implica una revolución dentro de la misma democracia porque abre un espacio directo para la intervención y acción del pueblo.