Jorge Manzo / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. No resignarnos, ni caer en la tentación, pues todavía podemos reconstruir desde los cimientos a nuestra sociedad, nuestra patria, nuestras comunidades, nuestro estado de Michoacán, convocó el cardenal Alberto Suárez Inda, tras hacer un llamado a mirar el futuro siempre, aunque sea a largo plazo, pero poniendo las bases, sin maquillar las cosas, y formando de manera decidida desde la educación. Al hablar Cara a Cara para los lectores de La Voz de Michoacán, Suárez Inda pidió a católicos, cristianos y a todos los creyentes a que se conviertan en una luz en medio de las tinieblas, que justamente disipe toda oscuridad que nos invada. “Hoy más que nunca tenemos que recuperar todos el espíritu misionero y en un plan de diálogo, de respeto, de servicio, de fraternidad”. Admitió que son consignas que podrían parecer irrealizables, pero afirmó que son necesarias para iluminar el quehacer de cada día. “Cómo hoy tengo que sembrar, cómo hoy tengo que reconstruir, cómo hoy tengo que hacer de mi persona un instrumento de paz y que en donde haya odio, se ponga amor, en donde haya tristeza, poner un poco de alegría”. Suárez Inda, quien tuvo durante años la responsabilidad de dirigir la Arquidiócesis de Morelia, confesó que hoy la Iglesia tiende a ser de minorías, por lo que ya no es una tradición “porque mis papás me llevaron”, sino que cada vez tiene que ser una opción personal, libre de cada hombre y cada mujer. Es decir, porque quieran seguir verdaderamente este camino”. “Ya el papa nos decía cómo hoy la Iglesia es una Iglesia en la diáspora. Una Iglesia en donde tenemos que reconocer que ya no es simplemente por costumbre, sino por opción personal. Y en ese sentido, pues la Iglesia puede ser minoritaria, pero al mismo tiempo tiene una misión universal de ser fermento en la masa”, pronunció el cardenal Suárez Inda. Resaltó que la Iglesia tiene que ser luz en medio de los pueblos. “Y hoy día el Papa Francisco, pues con mucha lucidez, como mucha conciencia, sabe que la Iglesia tiene que dialogar con todos en un plan de respeto a las diferentes mentalidades, pero sin perder su espíritu misionero, que no es ya imponer, sino proponer una manera de pensar y de vivir según el Evangelio”. Reconoció que hoy en día ya no se vive una época de cambios, sino que esto es más profundo y se vive un cambio de época. “Los paradigmas, la manera de expresarse, no es sólo el uso de la tecnología, sino lo que esto ha representado en la relación de las personas y en la manera de concebir el mundo. Esto, nos plantea a la iglesia retos muy grandes”, admitió. “Cómo llegar hoy con el mensaje del Evangelio que no cambia, que es perenne. El Evangelio es una noticia para todos los tiempos y para todos los lugares, pero que debe encarnarse y traducirse, diríamos, de manera adecuada para que la generación, la gente de hoy, reconozca, acepte con libertad que sigue siendo una manera extraordinaria para entender la vida”. Aceptó que los cambios todos los vemos y están a la vista, de manera que la tecnología ha revolucionado, pero no solo eso, “también, desgraciadamente, hay nuevas ideologías que se quieren imponer, por ejemplo, la ideología de género, el tema de que se le puede manipular a la persona o que se puede descartar a la persona como si fuera un objeto. Que estorba el no nacido. El anciano a quien hay que convencerlo para que ya libremente acepte lo que llaman la muerte digna entre comillas, que no es otra cosa también que disponer de la vida, que es un don de Dios. Y que no podemos nosotros interrumpir en un suicidio o en un homicidio, ¿verdad? Porque es el tema más grande que es el reto de hoy reconocer la dignidad de las personas desde la concepción hasta la muerte natural”. “Y, por otro lado, pues también un reto muy grande es el tema de la convivencia, de cómo podemos superar este ambiente de violencia en donde a la fuerza se quiere contraponer a las personas, cuando en realidad todos estamos llamados a convivir de una manera respetuosa entre las razas. Hombres y mujeres entre personas de distintas categorías sociales, todos tenemos que tratar de formar realmente una verdadera fraternidad”, reflexionó el cardenal. Durante la conversación, en donde recordó el libro que él mismo escribió y que tituló “Memorias de Gratitud”, en donde recopila gran parte de su vida, comparte que para él su vida ha sido regalada, y es un don. Se dijo agradecido de haber recibido muchísimos signos de bondad en su familia, en sus formadores y colaboradores. Compartió que, en su libro biográfico, hace un recorrido por estos 82 años de vida. Y así, comenzó a hablar, como muy pocas veces, de su vida e lo que ha tenido que transitar. ¿Cómo ocurrió? ¿Por qué Alberto Suárez Inda dice ‘yo quiero estar entregado al servicio religioso’? “Es un misterio la vocación, cada quien tiene su camino y desde niño en el ambiente de mi familia creo que había esa inclinación. Mis hermanos mayores fueron muy participativos en la Iglesia. Mi contacto desde pequeño con sacerdotes, para mí fueron como un ideal y como un modelo de vida y pues fue muy espontáneo cuando yo tenía once años. Fue la primera vez que le dije a mi papá que quería entrar al seminario. Me dijo espérate, estás muy chico, primero cursa la secundaria y a los 14 años, habiendo terminado, pues tomé la decisión de ingresar al Seminario de Morelia y a partir de ahí, puedo decir que nunca dudé de esta vocación, de este llamado de Dios, porque cada vez se fue afianzando en mí. Al ver sobre todo ejemplos dignos de imitar mis formadores”. ¿Cómo es ese llamado, qué sintió, cómo fue el mensaje? “Fue una cosa tan diría yo, tan sencilla, tan espontánea; en mi interior yo me preguntaba que seré de grande. Estando en la secundaria, pues alguna vez pensé en ser ingeniero químico, pero no había algo que me llenara, que me atrajera tanto. Estando ya en un grupo de boy scouts, tuve experiencias muy importantes que marcaron mi vida de momentos de oración, de contemplación. Al ver la belleza de los paisajes, la obra de Dios, pero sobre todo en el servicio, en esa consigna que tienen los Scout siempre listos para servir, descubrí que la felicidad está en entregarse. Y una manera pues que descubrí era realmente la forma de ser un ministro de Dios, un servidor del pueblo a través del ministerio sacerdotal. Entonces te digo, ya en el seminario se fue afianzando, sobre todo en los momentos más íntimos, más fuertes de oración, en los ejercicios espirituales, en silencio, en el discernimiento personal, en el diálogo con el director espiritual, pero sobre todo al ir conociendo las comunidades a donde salíamos como catequistas cuando íbamos a Erongarícuaro en los pueblos de la ribera del lago, y ver el hambre que la gente tenía y la respuesta que daban a un pequeño testimonio de un joven, de un muchacho. Entonces me llamó cada vez más la atención, fue ser un sacerdote en este pueblo de la Arquidiócesis de Morelia que comprende Michoacán y Guanajuato” ¿Hubiera sido distinta la vida de Alberto Suárez si no hace caso a este llamado? “Por supuesto, pero Dios nos dio la libertad para ser los arquitectos de nuestro propio destino, como se dice, ¿verdad? Dios nos dio la libertad. Sí, alguna vez pensé tener una novia, formar un hogar. No es algo que me hubiera repugnado, no tuve nada en contra de eso, mis hermanos, todos casados, pues fueron para mí también un ejemplo muy bonito, de formar hogares. Pero bueno, pues la libertad, nos permite ir respondiendo, pues con sacrificio, porque es una renuncia también, ¿verdad? Yo pensé que era una renuncia a algo legítimo, que era, pues el matrimonio, ser padre de familia, en fin, tener una profesión en el mundo. Sin embargo, pues en el discernimiento y en el sentimiento interior, pues agradezco a Dios el que se haya fijado en mi pequeñez, en mi fragilidad, para darme una encomienda tan grande, para ser testigo de su amor, de su misericordia, de su palabra siempre redentora”. En cualquier profesión alcanzar los más altos niveles, pues es sinónimo de éxito. Alberto Suárez Inda ha tenido esa oportunidad. ¿Cómo ha sido estos momentos clave? “En la Iglesia esto lo vemos bajo otra perspectiva. No tanto es hacer carrera, un ascenso. Si no, pues un llamado a mayor servicio. Cuando te entregan las insignias de cardenal, pues el Papa recuerda el que quien está dispuesto a estar más cerca de él en el servicio de la Iglesia, debe tener la disponibilidad de dar la vida, de derramar la sangre, quizá es el sentido del color rojo de la investidura de cardenal. De manera que más que verlo como un premio o un logro, hay que verlo como un nuevo llamado a un mayor servicio, a una disponibilidad total. Y en ese aspecto, pues es para mí misterioso y gratuito no es un mérito que yo haya conseguido, sino siempre una gracia, por eso memorias de gratitud de principio a fin. Y pues es la manera de verlo desde el punto de vista de la fe, ¿verdad? Es un signo de confianza, sin duda, de parte de la Iglesia, de parte del sucesor de Pedro. Pero pues yo digo que no es por mérito propio, es siempre por un llamado inmerecido de Dios, en donde la sencillez, la pequeñez del instrumento hace que se resalte más la obra que no es humana. Es obra sobrenatural. ¿Imaginó Suárez llegar al Colegio cardenalicio? “No, no, no es algo que yo haya ni pensado ni soñado, ¿verdad? Pero una sorpresa realmente totalmente inesperada”. ¿Cómo se tejió? ¿Cómo fue ese llamado? “Pues un domingo. Inicio del mes de enero, si no me equivoco, 12 enero. Las 5 y 10 de la mañana. Recibo una llamada felicitándome, yo no sabía, no entendía por qué y a los 5 minutos me llamaba el nuncio apostólico. He escuchado de labios del Papa que usted ha sido nombrado cardenal. Pues de momento me conmovió. Y por qué no le avisan a uno un poco antes. Pues es que el Papa no nos lo avisa, ¿verdad? Hasta que lee en público en la Plaza de San Pedro. Yo quiero nombrar miembros del Colegio Cardenalicio a fulano y zutano; entonces pues algo totalmente sorpresivo, inesperado, ¿verdad? No, no, no lanza uno su candidatura. No, no, no, espera. Yo estaba esperando, o más bien que el Papa me aceptara la renuncia por motivo de la edad que yo ya había cumplido los setenta y cinco años. El Papa me dijo una vez en Roma: Aguante, aguante. Yo no entendía cuánto tiempo, o por qué motivo. Pregunté, me dijeron mínimo dos años más como arzobispo. Pues si el Papa me lo pide, estoy dispuesto. Entonces, cuando llegó esa noticia, pues realmente muchos se alegraron y pues primera vez que un arzobispo de Morelia llegaba efectivamente a ocupar ese cargo, aunque había habido un caso extraordinario en que Cayetano Gómez de Portugal en el siglo XIX, había sido nombrado cardenal siendo obispo de Michoacán, pero el nombramiento llegó cuando él ya estaba muerto, de manera que nunca fue efectivo. Entonces mi nombramiento alegró sin duda a toda la Arquidiócesis de Morelia y a todo el pueblo de esta provincia eclesiástica, porque de alguna manera fue un regalo para la Iglesia en mi persona”. La visita del Papa Francisco a México, Michoacán. Otra noticia muy inesperada para la Iglesia Católica de esta Arquidiócesis. “Así lo habíamos deseado durante años. El Papa Juan Pablo Segundo había tenido en un primer momento el proyecto de pasar por Morelia, pero por algún motivo se cambió, se canceló Morelia, incluyeron Zacatecas. Entonces todos deseábamos que algún día el Papa viniera. Pero aquí lo extraordinario, lo maravilloso es que la iniciativa fue del papa. En un encuentro con él, cuando iniciaba el Sínodo de la Familia, al que fui convocado, él me lo dijo en el primer momento: “tengo un mal pensamiento”. Yo le respondí: “Santo Padre, qué mal pensamiento puede tener usted”, y fue cuando él me dijo: “Quiero ir a Morelia”. Entonces esto me llenó de alegría, pero al mismo tiempo, pues también la gran responsabilidad de poder preparar en poco tiempo, porque eso me lo dijo en octubre y el viaje, aunque oficialmente se anunció ya hasta diciembre, se realizó en febrero. De manera que hubo que hacer pues una preparación a marchas forzadas. Pero gracias a Dios, pues esas horas que el Papa estuvo con nosotros desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, fueron muy bien aprovechadas en los diversos encuentros que hubo a nivel nacional, porque así se proyectó, así se pensó que en Morelia fue el encuentro con sacerdotes, religiosas, seminaristas de todo el país y con jóvenes también de todo México. De manera que fueron los dos eventos principales de la mañana y en la tarde en el estadio Venustiano Carranza, en el Estadio Morelos, en donde hubo representación de todo México y Morelia como anfitrión, pues creo que hizo un buen papel. Mensajes contundentes en esa ocasión fueron para todo el país “Vale la pena repasar, vale la pena no solo tener el recuerdo de la imagen de la presencia, que fue una bendición del sucesor de Pedro, sino sobre todo meditar sus palabras, la homilía de la Misa, que providencialmente hablaba del Padre y que el Papa aprovechó para poner la imagen de Tata Vasco, ¿verdad? Como ejemplo de verdadero padre que nos dio la imagen de un Dios al que muchos en esta tierra, pues, trataban de conocer. Pero él fue el misionero, el evangelizador, sobre todo a través de su misericordia, a través de sus obras, en donde se reflejó la obra de Dios y muchos fueron conquistados espiritualmente para la fe, y en la tarde el mensaje a los jóvenes, en donde los invitó a no resignarse ante las dificultades. Jóvenes que dialogaron, que le plantearon al Papa sus inquietudes acerca de su futuro, de un trabajo, de una familia, de una formación, pues una capacitación. El Papa fue respondiendo a esas preguntas o esas propuestas de los muchachos que fueron varios los que hablaron de una manera también que llegaba al corazón de la gente para animar, para fortalecer y sobre todo para dar un impulso a los jóvenes, para construir una sociedad nueva desde el hogar, desde su vocación personal y esto fue muy importante. Entre los dos eventos, pues se aprovechó también para un encuentro más familiar, más pequeño, con niños en la catedral, niños de los grupos de catecismo, de las escuelas católicas de la ciudad y de los alrededores, donde el Papa les hizo una catequesis muy bella también donde los niños estuvieron muy atentos acerca de cómo responder a Jesús que nos llama. Y en esa ocasión el Papa bendijo la imagen del niño Martín Aguayo, José Luis Sánchez del Río, que se venera aquí en la Catedral. Tata Vasco desde hace ya algunos meses, está en la antesala de los altares ¿es viable? ¿Es probable que así sea? “Por supuesto, sí, desde luego. Ya Tata Vasco es reconocido y reconocido en los distintos ambientes, inclusive los ambientes más laicos, por decirlo de alguna manera, ¿verdad? Como un hombre ejemplar, como un hombre justo, como un buen abogado, como un educador. Pero nosotros, sobre todo, lo reconocemos como un testigo del amor de Dios, de la misericordia de Dios en su obra, en sus proyectos de plantar aquí, como él decía, una iglesia a semejanza de los primeros cristianos, y él descubrió en el pueblo indígena un pueblo dócil. Él decía que era como cera, que se podía modelar fácilmente, es decir, gente a la que, si se les hablaba desde el corazón y se les trataba con bondad, se sabía responder, sabía reconocer como ser hijos de Dios. Es algo que formaba para ellos un nuevo horizonte. Vasco de Quiroga formó comunidades, los pueblos, hospitales no eran sólo un lugar para enfermos, sino eran un lugar para atender familias a los niños, a los ancianos y en fin, fuera de los pueblos hospitales pues en este territorio inmenso que se le encomendó a él, que era la diócesis de Michoacán, toda la costa michoacana incluía parte de Guerrero, todo Colima y todo Guanajuato, parte de Jalisco, parte de San Luis Potosí y el sur de Tamaulipas este inmenso territorio a caballo, en mula, en carretas. Él supo llevar el mensaje del Evangelio y su ir fundando comunidades y hospitales en los distintos pueblos, se supo ayudar de hombres inteligentes. Trajo de Europa a los jesuitas para conformar el primer colegio jesuita que después se trasladó aquí a Morelia en el Clavijero y formó el colegio de San Nicolás en honor del patrono de su pueblo. Él se bautizó en la parroquia de San Nicolás de Bari, en aquel pueblo de Madrigal de las Altas Torres. De manera que muchos quizá no saben por qué los nicolaitas se llaman así por recordar el pueblo donde nació Vasco de Quiroga y que él fundó ese primitivo colegio que hoy es la Universidad. En fin, Vasco de Quiroga en la educación, en la atención a los enfermos, en la formación para el arte, para la música, para el canto a la que los indígenas tenían especial facilidad, fue realmente un maravilloso primer padre, obispo, fundador de esta Iglesia. Y pues ahora que fueron reconocidas sus virtudes, virtudes teologales, su fe, esperanza, su caridad y las virtudes cardinales, su prudencia, su fortaleza, su templanza, pues estas virtudes, hay testimonios desde sus contemporáneos a través de la historia de que él las vivió de manera ejemplar o como decimos, virtudes que practicó de manera heroica”. ¿Es viable que sea? “Estamos esperando que Dios hable. La Iglesia ya habló, el Papa ya dijo, practicó las virtudes en grado heroico. Fue un hombre ejemplar, un buen cristiano. Ahora pedimos a Dios la gracia de un favor, de un milagro que se nos conceda, por intercesión de Vasco de Quiroga, para poder decir que la Iglesia reconoce que este hombre está desde el cielo intercediendo por su pueblo. Este es el sentido de pedir a Dios favores y de esperar que Dios nos conceda, como lo ha hecho tantas veces a través de la intercesión de los santos, milagros y favores que no se pueden explicar a través de la ciencia”. TRAYECTORIA Hace 57 años, en 1964, fue ordenado sacerdote Alberto Suárez Inda. En el estado de Michoacán es donde prácticamente desarrolla toda su trayectoria clerical, empezando en el en Seminario Diocesano de Morelia Recibió en 1985 la Ordenación Episcopal y toma posesión de la diócesis de Tacámbaro en Michoacán En 1995, nombrado octavo Arzobispo de Morelia. Toma posesión de la Arquidiócesis y recibe el palio arzobispal de manos del Papa San Juan Pablo II Es nombrado Vice-Presidente de la CEM, durante la LXXVI Asamblea Ordinaria de la CEM, en 2004, y fue reelecto en el trienio 2006 – 2009 En 2015, nombrado cardenal en el Consistorio público, tras el anuncio del Papa Francisco, quien se comenta fue promotor de su ascenso y le convenció de que no se retirara, ya que esa era su intención antes de ocupar dicho cargo De acuerdo con la revista Líderes, está dentro de las 300 personas más influyentes de la sociedad civil mexicana.