Inés Alveano Aguerrebere Uno va a toda velocidad en una carretera y cuando menos se lo espera, hay un aviso de “tope” a un lado de un letrero que indica: velocidad máxima 40 km/hr. Imagino perfecto cuántos percances ha habido en esa zona. Sobre todo, de autos que volcaron por no haber visto ni el tope, ni el señalamiento y de choques por alcance. Es un tope monumental. Me pregunto también a cuántos automovilistas saca de quicio. No tiene ningún sentido que haya un aviso de velocidad máxima tan mínima en una carretera. Hay una incongruencia descomunal entre el diseño de la vía y el letrero que intenta persuadir al conductor, de manejar despacio… ¿Quién tiene la razón? ¿A qué le hacemos caso? Por un lado, la carretera nos invita a seguir pisando el acelerador y por otro el tope nos obliga a frenar. Hoy en día hay un concepto que se llama “infraestructura autoexplicable”. Esto es: la calle está diseñada de tal manera que, si una persona no conoce las normas de tránsito, de cualquier manera, el diseño la induce a acatarlas. Sea que transita en un auto, a pie o en bicicleta. Una carretera que desemboca en un letrero de 40 kilómetros por hora y en un tope, no es tal. La infraestructura no concuerda con lo que se espera de las y los automovilistas que por ahí circulan. Puedo suponer que primero se hizo la carretera y luego a alguien se le ocurrió que era tiempo de bajar la velocidad dada la proximidad con la ciudad. También puedo imaginar que la ciudad siempre fue de bajas velocidades y luego llegó la carretera. El punto es que el diseño de la misma no le enseña a la persona que conduce, que debe ir reduciendo la velocidad poco a poco. En resumen: si uno busca que los vehículos vayan despacio, el diseño por sí mismo debe hacerlo posible. Me parece que muchos ingenieros en todo el mundo no tienen preciso que es lo que se espera en una calle (por ejemplo, cuando la repavimentan): si el impulsar la permeabilidad, habitabilidad y ‘caminabilidad’ de la calle (que las personas a pie disfruten la zona), o la velocidad de las personas en auto. Pretender tener ambas, es ‘esquizofrenizante’… Es mandar dos mensajes contradictorios al mismo tiempo. Recuerdo que una maestra de psiquiatría que nos comentó que muchas madres (y también padres) mexicanas son ‘esquizofrenizantes’: al preguntarles por qué lloran, nos dirán que no están llorando. Aunque toda su cara nos diga lo contrario. Mal de muchos, consuelo de tontos. Al parecer, esa esquizofrenia no sólo afecta a la maternidad y el diseño vial mexicanos. En Holanda, estoy encontrando que hay intersecciones elevadas de calles secundarias, donde lo que se busca es que las personas a pie puedan cruzar tranquilas sin tener que subir y bajar escalones. Sin embargo, las esquinas de las calles están redondeadas, para que el vehículo que gira, no tenga necesidad de bajar su velocidad… La elevación de la intersección busca reducir la velocidad de las personas en auto, pero las esquinas le sugieren que puede hacer otra cosa…