Redacción / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Los luchadores de plástico marcaron la infancia de numerosas generaciones de niños mexicanos, pues se trata de uno de los juguetes más baratos y populares. A diferencia de otras figuras de acción, estos muñecos se venden en bolsas de plástico, no mueven sus articulaciones y generalmente poseen bastante rebaba, lo cual es consecuencia de su producción en molde, según lo publicado por México Desconocido. Sin embargo, el hecho de que sean luchadores los hace aún más especiales para los mexicanos, pues en nuestro país la lucha libre es uno de los deportes por excelencia. Esta disciplina se caracteriza por su estilo de llaveo a ras de lona y aéreo, además de mezclar técnicas deportivas y teatrales, lo que hace del evento un show. Aunque los movimientos de la lucha libre mexicana han sido adoptados afuera del país, los saltos desde la tercera y las tumbadas rápidas son originarias de nuestro país. También existen elementos distintivos como la máscara y la cabellera, elementos que se pueden apostar durante una pelea. Debido a su aparente rudeza, la lucha cobra un clímax semejante a la pelea de gallos. La lucha libre se remonta a 1863, tras la Intervención francesa en México. El inventor de este deporte fue el mexicano Enrique Ugartechea, quien llamó a los mexicanos a practicar este derivado de la lucha grecorromana. Posteriormente, en la época revolucionaria, el italiano Giovanni Relesevitch trajo su compañía teatral que incluía luchas. Al mismo tiempo, Antonio Fournier trae el Teatro Colón, lo que generó una competencia entre empresas. Sin embargo, no será hasta 1933 que Salvador Lutteroth González funda la Empresa Mexicana de Lucha Libre, por lo que será conocido como el padre de la lucha libre. Desde entonces, una gran tradición con respecto a la lucha ha recorrido nuestro país. La influencia es tal, que algunos de los héroes de ficción mexicana han sido luchadores, como es el caso de El Santo o Blue Demon. Lo anterior ha inspirado a una larga generación de infantes, con lo cual también surgieron juguetes en su honor, como lo son los luchadores de plástico, máscaras y pequeños rings. El nacimiento de los luchadores de plástico En entrevista para La Mole –medio especializado en juguetes–, Fernando González Galicia, hijo de Mario González Márquez, relató que fue su padre quien hizo los primeros luchadores a mediados de la década de 1950, los cuales incluyeron siete figuras base. Mario González era escultor y tallador en madera, y siguiendo la técnica de moldes de yeso para figuras de metal decidió realizar los pequeños luchadores plástico. Inicialmente los muñequitos se hacían con vinil, material que fue reemplazado por el polietileno. Al inicio los muñequitos se vendían de forma sencilla y sin etiquetas, lo cual se modificó con el éxito comercial. La decisión de realizar los personajes no fue arbitrario, pues Mario González solicitó el permiso de los luchadores para realizar los juguetes en su honor. El primer luchador de plástico mexicano fue El Santo, el cual nació como su clásica pose de la mano alzada de las fotografías, posición que se siguió replicando sin distinguir el personaje. Los últimos luchadores de plástico Para la década de 1970, la medida estándar era de 14-15 cm y la producción se había extendido a diversos fabricantes. De acuerdo con Las Ficheras, Camerino Victoria Cruz y su familia son de los pocos fabricantes tradicionales de los luchadores de plástico. La materia prima sigue siendo el polietileno, el cual en la mayoría de los casos se obtiene de productos de reciclaje. El polietileno es pulverizado y se introduce en una máquina inyectora la cual también hace hervir el plástico a 400 º C. Posteriormente, el polietileno es inyectado en los moldes de cuatro figurillas, las cuales se sumergen inmediatamente en agua para que se endurezcan. Finalmente los muñecos son desmontados con todo y rebaba, se les pinta y empaqueta. La mayoría de los fabricantes tradicionales viven y tienen sus talleres en la zona oriente de la Ciudad de México. Pese a que cada vez son menos comunes entre los gustos de los niños –quienes han remplazado a los luchadores de plástico por otras figurillas–, los luchadores de plásticos siempre formarán parte de nuestra cultura popular, de los recuerdos y de los objetos dignos de colección.