Pueblos purépechas reciben a sus muertos en la Noche de Ánimas

Los habitantes de Santa Fe de la Laguna, Tzurumútaro, Pátzcuaro, Janitzio y Tzintzuntzan, así como otras zonas aledañas al Lago de Pátzcuaro y pueblos originarios de Michoacán, velaron a sus difuntos esta Noche de Muertos.

Foto: Víctor Ramírez, La Voz de Michoacán.

Jorge Manzo y Arturo Molina / La Voz de Michoacán

Zona Lacustre. El pueblo purépecha recibió a sus ánimas en esta noche especial. Los panteones de la región Lacustre se vistieron de cempasúchil, velas y frutas para el reencuentro con sus seres queridos. El turismo regresó y abarrotó las comunidades, aunque el miedo no dejó de rondar a los habitantes, pues comunidades como Janitzio prefirieron solo vivir la noche con los suyos.

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La noche de muertos se mantiene intacta en las comunidades originarias. Los monumentales altares que colocaron en las tumbas y en los hogares fueron el escenario con el que recibieron a quienes dejaron el plano terrenal. Santa Fe de la Laguna recibió a sus ánimas en la intimidad de sus casas. Los panteones de Tzurumútaro y Tzintzuntzan fueron los que registraron la mayor cantidad de visitantes.

Foto: Víctor Ramírez, La Voz de Michoacán.

Con profundo respeto, los pueblos reciben las almas de sus muertos en una noche llena de misticismo. Algunas familias optan por probar los alimentos que en vida le gustaban a sus familiares. Otras más, arman tremendos festejos con música de viento para recordar que hoy es una noche de fiesta, y no de dolor ni de tristeza. Más bien, es la fecha que esperan todos los años para volver a sentir la presencia de quienes ya partieron.

Llegar a Tzintzuntzan se convirtió en una verdadera osadía. Kilométricas filas hacían los turistas para adentrarse al corazón de su gente, en una ceremonia tan ancestral que pasa el tiempo y no pierde su esencia, excepto que aún hay personas que optan por embriagarse, so pretexto de celebrar la vida de sus seres queridos. La pandemia se asustó o quizá después el pueblo estará asustado por la inmensa cantidad de gente que llegó a las comunidades esta noche de ánimas.

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Si bien no se registraron las enormes masas de personas que antes de la pandemia se tenían en la región lacustre, poco a poco el turismo regresa. En la isla de Janitzio de plano optaron por cerrar completamente el tráfico a extraños. Vivieron totalmente en su intimidad esta noche que están seguros que no se repetirá, pues quizá el próximo año se abrirán nuevamente al turismo, si es que la COVID-19 da tregua. Están temerosos pues en enero la contingencia pegó con fuerza a su gente.

Foto: Omar Cuiriz, La Voz de Michoacán

Poco a poco regresa la vida en la región. Para ellos, recordar a sus fieles difuntos es motivo de celebración. Aunque no falta quién intente tergiversar la tradición. Por las calles de los pueblos aún era común ver a niños y jovencitos pidiendo “calaverita”, entre los tumultos de turistas. Los restaurantes volvieron a recibir a los turistas. La economía quizá repuntará. Estiman unas 50 mil personas en la noche previa, quizá los números serán mayores después de esta celebración.

Cuando cae la noche, los pueblos se concentran en sus tumbas. Se cree que es el momento en el que, guiados por la luz de las velas, regresan para acompañar a sus deudos en esta velación, en donde recuerdan la vida y la obra que les unió. Nadie como su gente para sentir esa energía que fluye en los camposantos. Quizá es el enorme valor de esta noche, que los turistas logran atestiguar. Los rostros de los pobladores hacen sentir que están viviendo momentos de mucha alegría. Eso es justamente lo que hace distinto lo que se vive en este pueblo heredero de la cultura purépecha, con cualquier otro punto del mundo.

En Tzurumútaro, uno de los panteones más antiguos y emblemáticos de la zona lacustre la afluencia fue importante. Casi como en el periodo previo a la pandemia por Covid 19, las tumbas lucieron el color dorado de las veladoras, el flor de cempasúchil y el olor al copal. Adultos, ancianos y niños por igual volvieron a acompañar las tumbas en espera de sus seres queridos.

Foto: Víctor Ramírez, La Voz de Michoacán.

En este punto ubicado a poco más de 5 kilómetros distancia de Pátzcuaro, la afluencia fue importante por los autobuses de visitantes internacionales provenientes de Europa y Estados Unidos. El acento los delataba, aunque se mostraban sólo en expectativa y admirando la belleza de esta tradición.

Janitzio como corazón del lago de Pátzcuaro volvió a cerrar sus puertas para resguardar la salud de su población. Por segundo año consecutivo los visitantes únicamente pudieron acercarse en lanchas a la isla cuyo monumento a José María Morelos y Pavón se alcanza a distinguir desde kilómetros de distancia. Ahora, el templo en donde adoran a San Gerónimo luce iluminado, y a lo lejos su monumentalidad es admirada.

Con la isla de fondo, los paseantes pudieron apreciar desde las lanchas el espectáculo de baile en el altar flotante montado por lo comuneros de Janitzio y de Pátzcuaro. Fue un espectáculo que recompensó a los visitantes que insistían con llegar y adentrarse a esta comunidad tradicional.

La Voz de Michoacán accedió en exclusiva a la isla de Janitzio, en dónde logró documentar los tradicionales altares y ofrendas colocadas en las tumbas del milenario cementerio. Su gente, los que tenían permiso, celebraban a sus difuntos.

En la soledad de la noche, las tumbas brillaron al calor de las miles de veladoras de luz blanca y amarilla que como cada año marcaron el camino de regreso de las almas del más allá. La postura de la comunidad es clara: primero está la salud por sobre la derrama económica que pudiera dejarles la llegada de turistas.

Por lo anterior y con base aa experiencia vivida en el 2020, mantendrán cerrados sus embarcaderos durante los dos días de la celebración de la Noche de Muertos. Así, en ambiente de fiesta, de mucha alegría, vivieron esta noche de ánimas. En el embarcadero, la fiesta fue en grande. Así, la vida poco a poco vuelve a la región más emblemática de México por su noche de ánimas.