Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Durante las últimas décadas, el Conservatorio de las Rosas se ha reconocido como el espacio académico, cultural y formador de los grandes músicos michoacanos. Miguel Bernal Jiménez y decenas de generaciones de “Niños Cantores de Morelia” han pasado por los pasillos de la institución musical más importante del estado. Ubicado en el corazón del centro histórico, el Conservatorio no pasa desapercibido para turistas y locales, quienes en su andar no pueden evitar voltear al inmueble cuya fachada con frente de arcos de medio punto y columnas lisas, refiere a la arquitectura del siglo XIX. El edificio, que actualmente funge como la escuela de estudios superiores en música más antigua de América, albergó originalmente el Convento Dominico de Santa Catalina de Siena, de 1595 hasta 1743 cuando se fundó el Colegio de Santa Rosa de Santa María, fue en esta institución religiosa donde las monjas se destacaron por practicar algunos instrumentos musicales. En 1904 se inauguró en Morelia la Escuela de música Sacra San Gregorio Magno; cuando fue clausurada una década después se fundó el Orfeón Pío X. Para 1921, el Orfeón se transformó en la Escuela Oficial de Música Sagrada del Arzobispado de Michoacán, y bajo la dirección de Miguel Bernal Jiménez en 1938, empezó a ser considerada como Escuela Superior de Música Sagrada. Fue a mediados de la década de los cincuenta del siglo XX, que se le comenzó a conocer como El Conservatorio de las Rosas, una vez que fue constituida la Asociación Civil del Conservatorio de las Rosas, el inmueble fue cedido definitivamente a la escuela. El Coro de los Niños Cantores de Morelia ha representado al Conservatorio por más de cinco décadas; cuenta con destacada participaciones tanto a nivel nacional como internacional. Fue fundado por Bernal Jiménez y durante algunos años, el músico italiano Romano Picutti, trabajó para este coro. El esbelto jardín es la primera vista que enmarca el magno edificio destinado a la música, mismo que fue evolucionando y adquiriendo los rosales y arreglos florales que caracterizan al espacio que desde los años 70´s comenzó a llenarse de numerosos cafés y restaurantes que ofrecen platillos y bebidas típicas de Morelia e incluso de regiones de Michoacán. El Jardín de las Rosas, como comúnmente se le conoce al Jardín Luis González Gutiérrez, nombre que se le dio en honor al profesor del Colegio de San Nicolás de Hidalgo, no obstante, y al igual que muchas otras plazas y jardines pocas personas se refieren a él por su nombre oficial. Conforme pasaron los años y las décadas, se convirtió en una tradición “muy moreliana” ir con los amigos, la pareja o la familia a degustar las tradicionales bebidas, las enchiladas placeras y los postres morelianos. Actualmente, tanto la vida cultural del Jardín de las Rosas como el propio Conservatorio, son prácticamente inseparables en el ideario colectivo de los Morelianos, en dónde las expresiones culturales del espacio le ha ganado el renombre y el atractivo turístico por excelencia. La música sigue siendo uno de los factores que atrae a más personas al día, la música de trovadores locales, violinistas y pianistas generan una atmosfera única entre todos los jardines y plazas de la conocida Ciudad de la Cantera Rosa. Incluso, artistas gráficos como pintores, fotógrafos y herreros artesanos exhiben sus obras tanto a quienes acuden a este espacio por esparcimiento como a los que pasan de prisa rumbo a sus actividades diarias.