Comunidades indígenas de Jiquilpan ya se preparan para celebraciones de fin de año

La Danza de los Negros, a pesar del actual enfoque religioso, tiene su origen en protesta ante el ataque que los esclavos africanos contra las comunidades cercanas a la Hacienda de Huaracha

Foto, José Luis Ceja.

José Luis Ceja / La Voz de Michoacán

Jiquilpan, Michoacán. Con la reunión sostenida entre los integrantes de la Comunidad Indígena de Jiquilpan y las personas interesadas en hace el paseo del Niño Dios se dieron por inauguradas de manera oficial las actividades de invierno de esta comunidad que, en rigor, desapareció hace casi seis décadas.

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En la reunión sostenida se calendarizó a cada una de las familias que solicitaron la encomienda en el periodo comprendido entre el 24 de diciembre de este año y el 2 de febrero del año próximo, encomienda que se refiere a recibir la imagen del Niño de la Cofradía para velarlo con música y danzantes y ofrecer comida a los asistentes a esta romería que se desarrolla en diversos puntos de la ciudad y de acuerdo con las posibilidades de cada familia.

Marco Contreras, integrante de la comunidad indígena, destacó que la única obligación de quienes solicitan el encargo es tener asegurada la música, agua y cohetes. “La única obligación que tienen las familias es la de la música en vivo, la que ellos quieran, un dueto, un solista, un trío, música de viento, lo que sea; el agua, que puede ser agua natural, y los cohetes para acompañar el recorrido. Esa es toda la obligación”. Pese a ello, hay familias que realizan gastos extraordinarios para la realización de estos paseos que implican música toda la noche con danzantes, para lo que se utilizan pasodobles o sones sin que hasta el momento pueda tenerse certeza del porqué de ello en estas dos tradiciones que, por separado, conmemoran la veneración de imágenes religiosas y la remembranza de los enfrentamientos con los esclavos africanos.

De acuerdo con lo escrito por el historiador Álvaro Ochoa Serrano, la Danza de los Negros, a pesar del actual enfoque religioso, encuentra sus orígenes en las formas de protesta ante el ataque que los esclavos africanos hacían a las sementeras y comunidades cercanas a la Hacienda de Huaracha.

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La falta de la mano de obra nativa fomentó la introducción en la Nueva España de gran cantidad de hombres y mujeres traídos de África. Si bien, los negros traídos al Nuevo Mundo venían en calidad de esclavos, la Hacienda Huaracha rompió el paradigma y los destinó a labores de control de la cada vez menos existente raza natural del territorio conquistado y para 1800 la población africana en la Colonia se estimaba en cerca de un millón de habitantes.

“Esto, la danza, esto es una representación de la comunidad indígena de Jiquilpan, respecto a los negros de la Hacienda de Guaracha (tenencia de Emiliano Zapata, en el municipio de Villamar), de cómo los negros trataban a los pueblos indios de los alrededores”.

Foto, José Luis Ceja.

Afros en la Ciénega

Traídos en su mayoría del Congo, Angola y Cabo Verde, la introducción de negros al antiguo reino de Michoacán comenzó a incrementarse a finales del Siglo XVI y mediados del XVII. En la medida en que se intensificaba el cultivo de la caña de azúcar, aumentaban las plantaciones de añil y se establecían más estancias ganaderas; el investigador señaló que la Danza de Los Negros es también una metáfora de cómo el ganado de la hacienda de Guaracha destrozaba las sementeras de los pueblos cercanos a esta hacienda.

De acuerdo con Ochoa Serrano, para 1660 la Hacienda de Guaracha contaba con una población esclava numerosa para el servicio de 14 de las 22 casas en la hacienda y la mayor parte de los esclavos se ocupaba en la casa principal: “Mientras los hacendados, mayordomos y caporales se echaban ‘con alguna frecuencia en posesión de los terrenos’, los esclavos de San Juan Guaracha los perturbaban (a los pueblos indios) con mucha mayor frecuencia en la posesión de sus mujeres”.

Actualmente la danza es diferente a lo que fuera en su origen. De acuerdo con investigador, este es un fenómeno normal ya que cada generación da a esta danza su enfoque muy particular: “De niño, cuando regresamos a Jiquilpan, me tocó ver la danza cuando los negros chicoteaban y cuando La Cuerita (danzante principal) agarraba parejo, no sólo a los de la danza, sino a la gente; esto fue más o menos en 1950; pero los señores grandes me llegaron a platicar que antes era peor, eran más terribles los negros”.

Foto, José Luis Ceja.

Los ‘Negritos de Jiquilpan’

La Danza de los Negros está integrada por varones de la comunidad indígena de Jiquilpan, quienes para danzar pagan una aportación económica. En esta danza, salvo el permiso de los integrantes de la Cofradía del Niño Dios, no está permitida la intervención de las mujeres.

Los hombres portan máscaras hechas de madera de árbol de huaje o de palma y visten ropa con botonadura charra. La máscara lleva un tocado llamado montera, hecho de cuero de borrego o becerro, que es cosida a la máscara de madera y adornada con flores de pascua, que acá se llama Noche Buena.

Los festejos de esta danza en Jiquilpan, a diferencia de la que se da en la comunidad indígena de Totolán, inician el 24 de diciembre con la visita y danza a todas las iglesias, templos y parroquias del municipio y durante un mes y medio danzan en casas de la localidad donde existen mandas.

Los festejos concluyen el 2 de febrero con la fiesta de la candelaria que se venera en una pequeña capilla en el centro de la población.