La Voz de Michoacán Para el cierre de actividades escolares fue poco motivador darse cuenta de que, en las festividades, intercambios, posadas, actos y demás aglomeraciones decembrinas en las comunidades de aprendizaje de la entidad hubo una notoria baja de los protocolos de higiene, no sólo por el cansancio de sostener la rutina, sino por el desabasto de insumos en las escuelas. Además de que hay asintomáticos, se siguen usando medidas como el termómetro, que no es tan efectivo en la detección de posibles contagiados, lo cual pone en juego la salud de los que asisten a las escuelas. Esperamos que antes del regreso a clases de enero haya una evaluación sobre el protocolo sanitario, la dotación de insumos y la aplicación de medidas complementarias que coadyuven a mantener la guardia alta en la lucha contra el COVID-19 y una eventual nueva ola de contagios que nadie desearía. No olvidemos que nos enfrentaremos a una oleada más de casos, que sube de tono a partir de las concentraciones que habrá en prácticamente todos los hogares. No olvidemos la amarga experiencia que nos dejó el año pasado, con una de las peores etapas de la contingencia en la entidad –de lo que hablaremos en otro momento de manera muy concreta para advertir los riesgos que trae consigo esta pandemia-. De manera muy recurrente se informó que en planteles escolares se estuvieron presentando casos de jóvenes contagiados, a quienes se les enviaba a confinarse en sus hogares, al igual que a las personas con las que tuvo contacto en los planteles. Esto es sólo una muestra de que los tentáculos de la COVID-19 siguen grandes y no han sido domados. Ojalá que establezcan protocolos mucho más robustos para los planteles, pues además de que ahí se podrían generar los focos rojos, serían potenciales transmisores de la enfermedad en sus hogares. Mucha atención.