Maricruz Rios / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Alrededor de 129 mil unidades económicas –formales e informales- cerraron durante los últimos tres años en Michoacán, de las cuales cerca de 71 mil corresponden a los años 2020 y 2021, periodo en que la contingencia sanitaria de COVID-19 y la crisis económica derivada la misma desencadenaron en la quiebra de una enorme cantidad de empresas. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) confirman que la pandemia ha costado la vida de un mayor número de empresas de las inicialmente calculadas en donde, si bien han nacido varios miles más en este mismo lapso, lo están haciendo a un ritmo notablemente más lento y con un menor número de personal. Al respecto, autoridades y especialistas coinciden en que enfrentar al coronavirus ha sido complejo; desde la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) se ve con optimismo el futuro, sin embargo, analistas consideran que la crisis puede ser más profunda e incluso ven la posibilidad de que el INEGI hiciera un ejercicio extraordinario para recabar información actualizada. Pandemia le costó la vida a micronegocios De acuerdo con la información proporcionada por el ‘Estudio Sobre la Demografía de los Negocios’ del INEGI, que recoge datos desde hace 27 meses, 71 mil 606 empresas cerraron sus puertas entre 2020 y 2021; esto significa que el 28 por ciento de las más de 253 mil unidades económicas reportadas como activas cuando inició la pandemia desapareció. El fenómeno sigue siendo complejo pese a que se inició ya con el proceso de reactivación económica: las empresas mueren a un ritmo mayor al de aquellas que se crean, además que las que están abriendo lo hacen con una cantidad menor de personal. El estudio comparte que entre 2020 y 2021 nacieron 54 mil 946 negocios, lo que representa todavía un déficit de 16 mil unidades económicas, y muestra que las empresas de reciente creación tienen una tasa promedio de dos empleados cada una, mientras que las que cerraron ocupaban a 2.40 personas. De las 71 mil 606 empresas cerradas durante la contingencia, la enorme mayoría se trataba de micronegocios, 70 mil, mientras que sólo mil 606 fueron Pymes (Pequeñas y Medianas Empresas), lo que refleja la estrategia fallida desde el Gobierno federal en términos de no inyectar dinero de manera contracíclica a las empresas para que pudieran sobrevivir, bajo el argumento que se beneficiaba únicamente a las grandes corporaciones. Al final, el 97.7 por ciento de las unidades quebradas en estos dos años se trató de micronegocios de uno a diez trabajadores como máximo y la mayoría familiares. El informe detalla que el mayor porcentaje de unidades económicas estaba en el ramo de servicios privados no financieros, con el 45 por ciento; el 40 por ciento era del sector comercio, como tienditas y restaurantes, mientras que las manufacturas representan el 15 por ciento de las empresas que concluyeron actividades. En 2019 eran 311 mil empresas Sin embargo, el paisaje completo es aún más crítico de lo que expone ‘Estudio Sobre la Demografía de los Negocios’, al menos para el caso de Michoacán, pues la cifra de empresas cerradas, contando las de 2019, sería mucho mayor. Un trabajo de cruce de datos de La Voz arrojó que en el Censo Económico 2019 se listaron 311 mil empresas activas en el estado, por lo que, en los últimos tres años la cifra superaría las 129 mil unidades económicas quebradas. Tomando en cuanto ambos reportes, mientras a inicios de 2019 se contaban 311 mil 008 empresas de todo tamaño, para el cierre de 2021 el Estudio Demográfico refiere que hay 236 mil 928; es decir, persiste un déficit que rondaría las 75 mil empresas que cerraron en Michoacán durante los últimos tres años y que no han podido recuperarse de alguna u otra forma. Esto significaría que el 41 por ciento de las empresas en la entidad fue trastocado por la pandemia o por la crisis económica que le antecedía en un estado donde, de acuerdo a las mismas cifras oficiales, la mayoría de nuevos negocios dura entre seis y 24 meses operando antes de morir. En 2012, la proporción era de un 1.4 nuevos negocios por cada uno que cerraba, actualmente la proporción se invirtió. Optimismo hacia el futuro Abordado sobre esta problemática, el titular de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco), Alfredo Anaya Orozco, reconoció que todo el sector terciario ha “sufrido muchísimo” en los últimos años, pero confía en que Michoacán puede hacerle frente a la tendencia negativa. “Lamentablemente las que más sufrieron fueron las empresas de servicio: las de servicios turísticos, servicios de hotelería, todo lo que es el sector terciario sufrió muchísimo”, mencionó el titular de la política económica del estado a pregunta expresa de esta casa editorial. Reconoció que el escenario es todavía complicado, especialmente ante el temor de una nueva ola de contagios, y la contingencia por COVID-19 se ha traslado inevitablemente de lo sanitario hacia lo financiero. “Definitivamente la pandemia nos ha cambiado a todos y a todo giro de negocios”, reconoció. “Sí nos preocupa porque es algo que no podemos controlar, es algo que ni las familias, ni las empresas pueden controlar. Tenemos la esperanza de que ómicron, como se le llamó a esta nueva cepa, no impacte tan fuerte, se dice que es menos grave pero más contagiosa”, dijo. Sin embargo, vio señales positivas en el comportamiento de los últimos meses, donde varias empresas han anunciado inversiones fuertes en Michoacán, ha crecido la generación de nuevos empleos formales desde agosto y ha habido una afluencia relevante de turistas durante las últimas temporadas altas: “estamos recuperándonos y recuperándonos rápido”, atajó. “Por ejemplo, la cuestión turística, Michoacán tuvo récord de visitantes Día de Muertos y el estado tiene un gran potencial que tenemos que explotar para bien, de manera muy responsable y socialmente de la mano”, continuó en su postura el funcionario estatal. “Definitivamente lo único que nos queda como Secretaría de Desarrollo Económico es trabajar muy de la mano con la Secretaría de Salud para tomar todas las medidas necesarias y que los ciudadanos nos cuidemos mucho; los empresarios protejan mucho a su gente, sigan las medidas para que esto no se vuelva a dar de una manera tan agresiva y que nos vuelva a encerrar”, solicitó. Datos deberían actualizarse Por su parte, el empresario michoacano y extitular de esta misma dependencia durante el gobierno anterior, Ricardo Bernal Vargas, refirió que iba a ser muy importante en el futuro hacer caso a los indicadores del INEGI para tomar decisiones en materia de política pública. El exfuncionario estatal sugirió que tampoco sería mala idea que el Instituto hiciera un nuevo Censo Económico a cabalidad, tomando en cuenta que un fenómeno tan atípico como la pandemia había movido como nunca antes la demografía de las empresas michoacanas; “es importante, porque las autoridades deben usar estos indicadores para la toma de decisiones”, platicó con La Voz previo al relevo estatal con la nueva administración. Desde el lado positivo y coincidiendo con el actual titular de la Sedeco, subrayó que desde hace años importantes grupos empresariales han apostado por Michoacán para invertir, desarrollar nuevos proyectos o detonar los ya existentes. “Toda está inversión está encadenando empleos directos e indirectos, también en proveeduría y transporte”, comentó Ricardo Bernal. “Le están apostando a nuestro estado, saben que aquí se pueden haber buenos negocios”, mencionó, sin embargo, admitió que el gran problema viene con las microempresas y la necesidad de construir ideas de negocio más sólidas, además de la urgencia de avanzar en gobierno digital para acelerar los trámites para la apertura de nuevas empresas. Crisis viene de atrás Finalmente, y apuntalando la investigación realizada por La Voz, el coordinador del Colegio de Economistas del Estado de Michoacán (CEEM), Heliodoro Gil Corona, reflexionó en que no se trata sólo de la pandemia sino de una crisis que viene desde más atrás, “en la mira económica los fundamentales muestran signos de fuerte debilitamiento en los últimos seis años. “La economía estatal sigue creciendo de manera pausada, marcando una tendencia declinante durante el tramo de 2016 a 2019, con una recesión profunda en 2020, consecuencia de la pandemia y una recuperación por debajo de lo esperado en el rebote”, comentó el también investigador de la Universidad Michoacana (UMSNH). “Tenemos un raquítico crecimiento económico, precario mercado laboral, débil estructura económica en los sectores tradicionales (campo, manufactura industrial y comercio), franca desindustrialización y una endeble capacidad para incorporar ahorro externo”, manifestó el especialista, quien, contrario a las anteriores voces, consideró que la inversión pública fue muy baja y no ha ayudado a una atracción mayor de inversión privada de empresas importantes que ayuden a detonar la generación de empleo y el desarrollo social. “La carencia de inversión (pública) hizo posible inculcar confianza en las empresas instaladas en la entidad, ni pudo incidir en el efecto arrastre para atraer inversión extranjera directa de las actuales y nuevas empresas con intereses de negocios”, concluyó.