Maricruz Rios / La Voz de Michoacán Morleia, Michoacán.- Michoacán atraviesa una severa crisis económica que trasciende más allá de los casi dos años de pandemia, alertó el investigador nicolaita Heliodoro Gil Corona, quien refiere que poco caso se les ha hecho a los síntomas de una economía debilitada en la última década, por lo que la entidad atraviesa ahora una recesión más profunda por el tema de la enfermedad del coronavirus COVID-19. “El recuento de poco más de dos décadas pone al descubierto el frágil crecimiento y los daños ocasionados en sectores económicos clave”, opinó Heliodoro Gil Corona, académico de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y coordinador de Proyectos Estratégicos del Colegio de Economistas del Estado de Michoacán (CEEM), quien señaló que el ritmo de crecimiento de la actividad económica ha sido entre pobre e irregular de 2001 a la fecha. Resaltó que, en términos generales, la economía de la entidad de 2000 a 2021 reportó un aumento del Producto Interno Bruto Estatal (PIBE) a tasa media anual de 1.5 por ciento, “vislumbrando trayectorias muy irregulares y una tendencia reciente de menguado comportamiento”. Esto se detona con un acentuado deterioro de los indicadores económicos clave de la entidad en 2020 y 2021, años de la pandemia, “resumido en un raquítico crecimiento económico, precario mercado laboral, débil estructura económica en los sectores tradicionales - campo, manufactura industrial y comercio -, franca desindustrialización y endeble capacidad para incorporar ahorro externo”. Parece que pasa inadvertida la crítica situación por la que atraviesa la economía de Michoacán; en la mira económica los fundamentales muestran signos de fuerte debilitamiento en los últimos seis años”, dijo el especialista de la UMSNH, quien apuntó que “la economía estatal sigue creciendo de manera pausada”, es decir, crece, pero a un ritmo cada vez menor. Detalló que esto va marcando una tendencia declinante durante el tramo de 2016 a 2019, una recesión profunda en 2020, consecuencia de la pandemia de COVID-19, que se reflejó en una severa caída del PIBE real de (-)6.8% “y un rebote en 2021, que apenas generará un incremento estimado en el cierre de este año de 2.5 por ciento”. Foto: EFE Es decir, mientras en el resto del país el crecimiento de la actividad económica en 2021 permitirá darle la vuelta a la caída del PIBE en 2020, en Michoacán el rebote fue tan pequeño que corresponde apenas a una tasa normal de crecimiento en los últimos años. En gran medida el problema es que el estado se “niegas” a industrializarse y se le sigue apostando a actividades agrícolas por encima de las manufacturas y la industria, que no sólo atraen inversiones, sino que generan los empleos mejor pagados del país. “La participación de las actividades industriales al PIBE cayó de 23.4% en 2000 a 15.0% en 2021. El deterioro industrial ha sido notable en las actividades manufactureras, que disminuyeron su participación en el PIBE de 15.5% a 7.5% de 2000 a 2021”, manifestó. Agregó que en “Michoacán resintió en este periodo un proceso de desindustrialización acelerado y pérdida de cadenas de valor de alto valor añadido”. Apuntó que aunque las causas de este mediocre crecimiento son diversas, se pueden destacar factores que explican el estancamiento de Michoacán, como el debilitamiento de los sectores de mayor participación al PIBE, el rezago del sector industrial, la escasa vinculación a la economía mundial, el funcionamiento empresarial bajo las canonjías del gobierno estatal, la polarización económica de sus regiones y, más recientemente, la crisis de las finanzas públicas, con elevados costos para la operatividad gubernamental y la baja disponibilidad de recursos para llevar a cabo inversión productiva. Comentó que, si bien las remesas han sido un factor positivo para impulsar el mercado interno y alimentar el consumo, “ponen de manifiesto la modesta vinculación y participación de las actividades económicas locales a los mercados internacionales… sin soslayar que las remesas familiares son tema aparte para explicar sus bondades en el tejido social y económico de las regiones de la entidad”. En este orden de ideas consideró que son importantes los retos de la nueva administración estatal, que tendrá que apostarle a generar en promedio más de 30 mil plazas formales al año, detonar la inversión pública, atraer la inversión privada y comenzar un proceso de diversificación de actividades productivas que conlleven a una mayor industrialización de la economía.