PROYECTO SECRETO | Despilfarro atroz y perverso

México necesita un presidente preparado y virtuoso en temas económicos, puesto que el actual gobierno tiene un manejo irracional e inexplicable.

MATEO CALVILLO PAZ

Los pobres recursos de México requieren una gestión sabia y austera en lugar de un derroche espantoso y absurdo en caprichos.

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Vista panorámica.

Necesitamos un presidente grande, preparado y virtuoso, libre de miserias humanas, de mezquindades porque debe mandar, una personalidad destacada, capaz de asumir la imposible tarea de guiar a las multitudes hacia un futuro ideal de justicia y felicidad.

Porque amamos hondamente a todos los mexicanos, principalmente a los pobres que han sufrido tanto que sueña en una vida mejor.

La familia, como el país necesita un jefe y un guía, un papá, como el administrador sabio y prudente del Evangelio que el señor ha puesto al frente de sus negocios, capaz de administrar sus negocios y darle buenas cuentas.

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Hay papás irresponsables, inmaduros que administran atrozmente el dinero y los bienes. Tienen rasgos infantiloides, se guían por sus gustos irracionales y caprichosos por sus fantasmas, deseos, por sus bajas, desordenadas y desmesuradas pasiones. Estos llevan la casa el desastre, el retroceso, la desgracia que se perpetúa a través de generaciones.

México, un país tan rico en sus recursos naturales y las dotes de su gente y ha sido llevado a la dilapidación y a la existencia triste de las multitudes a lo largo de su historia.

En el momento actual y en la gestión de los bienes de la nación de cara al futuro asistimos a un manejo irracional, inexplicable, insoportable. Hay casos que no podemos olvidar. La suma inimaginable $300,000,000,000, es arrebatada a los pobres en un desplante gigantesco de autoritarismo, por capricho de un individuo ebrio del poder que le dieron muchos mexicanos, no todos ni la mayoría. El decide eso y disfraza su atropello monstruoso en una consulta al pueblo que es una ficción.

Con esa edad arbitrariedad gigantesca se tiró a la basura la cantidad inimaginable de dinero en la cancelación del aeropuerto de la ciudad de México.

Son conocidos los grandes gustos o juguetes del gran Jefe: la refinería de Dos Bocas para refinar petróleo pesado, de mala calidad en una actividad que no es rentable según los peritos, a contracorriente de las energías limpias, inaplazables en un planeta que amenaza de muerte el cambio climático.

El trenecito maya, “como juguete de milagrería” en la expresión poética de Ramón López Velarde, es un proyecto vistoso, impuesto desde el centro y sin tener en cuenta a los pueblos originarios, descendientes de la insigne y maravillosa raza maya, que no responde a las necesidades más urgentes, que devasta la naturaleza exuberante del sureste mexicano pletórico de historia, monumentos grandiosos, fauna y flora.

Hay otras obras que tienen alguna utilidad como las comunicaciones en el Istmo de Tehuantepec.

Son sólo los casos más notables de la administración de este sexenio, las muestras de la auto- llamada cuarta Transformación.

La luz de lo alto

Estas obras tienen una explicación y una finalidad: cumplir una máxima subterránea y poderosa que empuja al gobierno: “juntos haremos historia”. Es la vanidad del jefe y la palanca que mueve la gestión de la cosa pública nacional.

Detrás del gobierno siempre hay ideas, una cosmovisión. Puede ser pobre, destartalada, superficial o profunda fundamentada, estructurada como un edificio.

En la cosmovisión, una pieza importante para la nación y para el gobernante es el concepto de poder, hay conceptos diametralmente opuestos.

Algunos ven el poder por el poder, para dominar y la gloria humana y ven las ventajas secundarias, pero no menos importantes en las ambiciones de los candidatos, como las riquezas y los reflectores, los placeres de las bajas pasiones, la gloria mundana y perecedera.

La clase política de México, bajo la influencia de la cultura occidental católica, enriquecida por el pensamiento y el ejemplo de Cristo, Dios hecho hombre, para conducir a la humanidad fuera de la corrupción, para la realización de su destino, profesa en sus planes de gobierno esta concepción. Desafortunadamente se quedan en el plano de la retórica, de la falacia, de los buenos deseos publicitados.

Se asume el ideal de servir al pueblo para conducirlo el progreso, el bienestar, la vida digna y la paz. El gobernante se presenta dechado de virtudes, con las mejores intenciones de hacer el mejor gobierno, en la democracia, la transparencia, la austeridad.

Dan la apariencia de ser un gobierno que ya vivió la conversión de Jesucristo, una revolución de 180° en la manera de ejercer el poder y gestionar la cosa pública. Asumen poses de humildad, de sencillez, de amor por los pobres, pero por dentro, siguen sujetos a los mismos vicios, nada más que son hipócritas.

Es la raza de los escribas y fariseos del Evangelio que no se ha convertido. Es la “raza de víboras”, “sepulcros blanqueados”, muy pintaditos pero preñados de podredumbre. Son los “lobos rapaces que vienen cubiertos con pieles de ovejas”.

Este despilfarro de la actual gestión lleva a la hambruna y a la muerte en las multitudes pobres, es comparable a una hecatombe. ¿Quién podrá parar estas pérdidas irracionales, esta devastación de México?

¿Quién será capaz de hacerlos volver a la cordura? Sería tan fácil con un acto de humildad y de sabiduría de quien se reconcilia con la realidad y no está ciego a las consecuencias terribles de sus actos.

Alcanzarían su sueño: juntos haremos historia.