EFE / La Voz de Michoacán Ámsterdam, El Museo van Gogh abrirá este viernes una exposición centrada en la serie de quince pinturas de olivares que el artista neerlandés realizó entre junio y diciembre de 1889 en Saint-Rémy-de-Provence, en el sur de Francia, reflejando la fascinación del pintor por las formas y las luces de las hojas de esos árboles. A simple vista, pueden parecer todas iguales, pero en realidad cada pieza cuenta su propia historia. Están pintadas en diferentes estaciones y momentos del día, y desde varias perspectivas, en una búsqueda de las características típicas del olivo de la Provenza. “Los olivos son muy característicos, y estoy luchando por capturar eso”, le escribió a su hermano Theo en septiembre de 1889. Se muestran 15 pinturas y 10 dibujos que reflejan el “intenso apego personal y espiritual” del pintor a los olivos, y todas llevan el sello inconfundible de Van Gogh: el propio pintor las creía de las mejores obras de su época en el sur de Francia, que fue testigo de una de sus etapas más duras, cuando sufrió una grave depresión y tuvo que lidiar con una psicosis. En medio de tanto sufrimiento, los olivares fueron un símbolo de resistencia y transmitían sentimientos tranquilizadores de eternidad y unidad al artista neerlandés, ingresado en un psiquiátrico rodeado de olivos. “Durante esa temporada tan complicada para él, encontró consuelo y apoyo en la naturaleza y en la pintura”, señaló la comisaria de la exposición, Nienke Bakker. Empezó a dibujar los olivares en el momento en el que le permitieron salir del manicomio, y una vez que dominó las características típicas de los árboles, comenzó a experimentar con su estilo para expresar un significado más profundo que el de un simple árbol: los olivos tenían un simbolismo muy personal y reconfortante para Van Gogh. Sea lo que fuera el objeto, al artista le gustaba trabajar con su “musa” justo delante, por lo que pintó sus primeros olivares al aire libre, reflejando las impresiones de lo que veía en el acto, usando pinceladas sueltas y muchos colores diferentes, y una vez satisfecho con una composición, a veces pintaba una nueva versión, pero desde interiores y con su trabajo al aire libre como referencia. Pero las obras desde el estudio son más estilizadas y alejadas de la realidad: limitaba el número de colores que usaba y planteó las formas en líneas ondulantes, sus pinceladas eran más rítmicas y sistemáticas en longitud y dirección. Muchas veces, terminaba obras iniciadas al aire libre en el estudio. Van Gogh quedó abducido por los colores de esos árboles, el efecto del sol en sus hojas, e incluso por sus troncos estilizados, lo que le sirvieron de inspiración perfecta para jugar con las formas, los colores y las técnicas para representar el olivo. “Es plateado, a veces más azul, otras verde, bronce, blanqueando sobre un fondo amarillo, rosa, violáceo o anaranjado a rojo ocre opaco”, describió el artista. Además de dejar clara la ambición del postimpresionista al pintar olivares, estas obras también analizan el hábito de Van Gogh de producir series de pinturas con la misma temática: “Cómo variaba sus colores, composición, pinceladas, cómo a menudo trabajaba no solo al aire libre, sino también en el interior de su estudio, y cómo hizo varias versiones de un mismo olivar”, explica la pinacoteca, que abrirá este viernes esta exposición primaveral. La directora del museo, Emilie Gordenker, consideró que “estás maravillosas pinturas muestran el amor de Van Gogh por la naturaleza y su creencia en el consuelo a través del arte”, y subrayó que esta exposición es “una oportunidad rara” porque muestra los 15 olivares de Van Gogh en un solo lugar. Después de la muerte de Van Gogh (1853-1890), estos cuadros quedaron en manos de Theo, pero hoy son propiedad de más de una decena de colecciones europeas y estadounidenses, y no es frecuente verlas todas juntas como pasará hasta el 12 de junio en el Museo Van Gogh de Ámsterdam. La pinacoteca también ofrece un extenso catálogo con una investigación sobre estas pinturas.