Horacio Erik Avilés Martínez Esta fue una semana difícil en la entidad. La violencia hizo eco en todas las estructuras de la sociedad. Metamórfica, se mostró verbal, sangrienta, represora e ignorante. Al respecto, no es casual la visita del embajador de Estados Unidos en México. Entre muchas otras cosas, se nos vino a decir que somos el jardín económico de los Estados Unidos. No se olvida que en 2003 cuando Adolfo Aguilar Zínser -quien era nuestro embajador de México ante la ONU- mencionó que nuestro país era el “patio trasero de EE. UU.” y que el país norteño sólo estaba interesado en sostener con nosotros “una relación de conveniencia y subordinación”. Le costó el despido fulminante. Parafraseándolo, Joe Biden habla abiertamente de que somos el patio delantero, especialmente, ante el resto de América. Ahora, vino a decir el embajador Ken Salazar a los michoacanos que somos el “jardín económico”. Ser líder en al menos quince productos agrícolas sitúa a Michoacán de haberse convertido en el frutero de Norteamérica. Empero, para romper esa relación de conveniencia y subordinación debemos de modificar la balanza. Mientras sigamos exportando insumos con bajísimo valor agregado y comprando productos con elevada inyección tecnológica la dependencia seguirá residiendo en la entidad. Más aún, si la debilidad institucional se estaciona más tiempo, la sombra de la ingobernabilidad y del estado fallido se asomarán de cuerpo completo en nuestra entidad. ¡No podemos permitirlo! Poner a los mexicanos y en particular, a los michoacanos primero es una labor titánica que implicará construir participativamente y trabajar hasta alcanzar una visión a largo plazo. No es un esfuerzo puntual, sino uno sostenido el que habrá de transformar la realidad que a nadie nos gusta, que a algunos les causa irrisión, pero a otros penosa vergüenza e indignación. Resulta clave recuperar en su totalidad el principal motor de movilidad social que es el sistema educativo y a su vez es la solución para elevar el valor agregado de los productos que exportamos, generando activación, bienestar y desarrollo económicos. Más aún, la cultura de la paz no podrá realizarse si no es a través del sistema educativo, modelo por antonomasia de la sociedad futura en la cual deseamos habiten nuestras hijas e hijos. No es fácil asumir así la ruta de la reconstrucción estatal, pero es el camino que brindará frutos de largo aliento, dulces y permitirá cambiar el rostro a Michoacán. Mientras tanto, hoy, como consecuencia de la violencia, Nuevo San Juan Parangaricutiro tendrá sus escuelas cerradas, decretado a través de la Circular 12/22 de la SEE, tanto para educación pública como para privada, por la falta de condiciones y por haberse suscitado un tiroteo ayer en el cual los estudiantes acabaron con el pecho a tierra bajo las butacas. La historia de nuestra patria y de nuestra entidad nos indica en incontables pasajes que, sin justicia no hay desarrollo, puede haber crecimiento, enclaves, producción y otros factores, pero será artificial y terminará derrumbándose. Particularmente, la justicia social se anhela en todos los ámbitos. Justamente, esta semana, en el marco del 8-M fue impactante el clamor de miles de mujeres que exigieron igualdad sustantiva, vivencia plena de derechos humanos y justicia cumplida para sus victimarios, la inmensa mayoría impunes y libres. Es una consecuencia de todo lo que hemos dejado de hacer como sociedad, específicamente, de las áreas de oportunidad que existen al interior del sistema educativo estatal, el cual, desde su creación ha sido un aparato que normaliza el patriarcado y que ahora requiere una revisión a fondo. Por ejemplo, de acuerdo con los indicadores estatales de la mejora continua de la educación para el ciclo escolar 2018-2019, elaborados por Mejoredu, del total de directivos de educación primaria en la entidad, apenas 35.6% eran mujeres, en amplio contraste con el hecho de que, del total de los docentes de primaria en Michoacán, 53.6% eran mujeres. En educación secundaria no mejora la situación, ya que, del total de directivos de educación secundaria, 29.9% eran mujeres, pero del total de los docentes de secundaria en Michoacán, 45.9% eran mujeres. Es decir, hay una subrepresentación manifiesta del número y porcentaje de mujeres que son promovidas para cargos directivos, por razones aún no esclarecidas. No es ningún secreto que hay fuerzas patriarcales al interior del sistema educativo estatal, tanto en la estructura de mando como en la base. Por ahora es importante que haya mujeres al frente de muy importantes responsabilidades en la educación michoacana, pero esta no ha sido la constante. Más aún, entre los grupos sindicales y gremiales no es así. En Michoacán no se vislumbra una sola figura femenina fuerte en el sindicalismo. Es más, todos los sindicatos son dirigidos por varones. No es casualidad que se haya ideado el marchómetro para suplantar el escalafón y esté en manos de varones, quienes en espacios como las asambleas de la CNTE han sido acusados de solicitar favores sexuales a cambio de otorgar permutas, ascensos o ingresos en el servicio profesional docente. ¿Habrá alguna figura en la disidencia magisterial más ignominiosamente patriarcal que el “marchómetro”? Si a las trabajadoras de la educación las tratan así, qué podemos esperar hacia las niñas y jóvenes. ¡Que caiga el marchómetro! Al respecto del destino que han padecido las niñas y jóvenes en el sistema educativo nacional, esta semana, en rueda de prensa, las investigadoras y voceras de Mexicanos Primero exigieron a la autoridad educativa políticas públicas con perspectiva de género en las escuelas nacionales. Demostraron, mediante piezas de evidencia que los estereotipos, la discriminación, desigualdad e inequidad, así como la violencia y el abuso, son factores de riesgo para las niñas y jóvenes que impiden su pleno desarrollo a nivel escolar y personal. En el marco del día internacional de la mujer, exhibieron los preocupantes efectos del confinamiento por la crisis sanitaria en las niñas, jóvenes y mujeres, relacionados con sus aprendizajes, su estado socioemocional, el nivel de abandono escolar prevalente entre ellas y las causas que las han motivado a dejar la escuela. Por ello se exigió a las autoridades que diseñen, consulten, implementen y evalúen políticas públicas con perspectiva de género que permitan su pleno desarrollo. Al respecto, se demostró que el periodo de confinamiento ha tenido mayores efectos en niñas, adolescentes y mujeres adultas, en comparación con sus pares hombres. Efectos que tienen implicaciones en el aprendizaje, el abandono y la salud socioemocional luego de casi dos años de clases a distancia y la reciente vuelta a las aulas en diversas modalidades. Por ejemplo, una de cada diez niñas y jóvenes no ha tomado clases bajo ninguna modalidad o dejó las clases por completo. En el periodo en que fueron encuestadas, entre marzo y diciembre de 2021, 4.9 por ciento de las niñas no continuaron inscritas en la escuela. Las causas de abandono se vieron relacionadas con la persistencia de roles tradicionalmente impuestos por género y situaciones de violencia y/o abuso, de entre las cuales destaca el embarazo a temprana edad. En contrapunto, las niñas y jóvenes alcanzan niveles de aprendizaje más altos en lectura, y en particular, en matemáticas, entre más horas de estudio acumulan, por lo cual se evidencia que ellas son quienes más se han beneficiado más de la presencialidad y quienes a su vez más han resentido más los efectos negativos del aprendizaje a distancia. Incluso, al asistir solamente un día a la escuela, las niñas y las jóvenes obtienen mayores beneficios en términos de aprendizaje, sobre todo en matemáticas. A mayor número de horas de estudio, las niñas y las jóvenes alcanzan niveles de aprendizaje más altos en lectura, y en particular, en matemáticas. Pero, por otra parte, mientras estuvo vigente el confinamiento, las mujeres tuvieron que cumplir con roles y labores domésticas que requieren más horas de trabajo. Tuvieron que duplicar los esfuerzos para activar el aprendizaje, mantener el interés y sortear los obstáculos por la falta de conectividad. No sorprende el hecho de que el abandono escolar en niñas se debió principalmente al aumento en embarazos tempranos y porque las familias prefieren que apoyen con labores domésticas. Por supuesto, los aprendizajes fundamentales deben encaminarse la cultura de la paz y la igualdad entre géneros, libres de patrones sexistas que no perpetúen estereotipos. Para efectos de construcción de la igualdad entre hombres y mujeres, es indispensable y exigible la presencia y permanencia de las niñas en la escuela. Para tales efectos, en Mexicanos Primero exigimos 5 puntos: Programas específicos, planeados con perspectiva de género y participación de las mujeres y niñas, que eviten el abandono escolar. Estrategias para la recuperación de aprendizajes fundamentales perdidos durante la emergencia. Planes de estudio libres de estereotipos y con un enfoque a mejorar el ambiente socioemocional. Educación sexual integral, con énfasis en prevención de embarazo prematuro y educación menstrual. Presupuesto dirigido y etiquetado para estas acciones, para que no se queden en la buena intención. De esta manera, transformar una realidad desigual por género en el ámbito educativo es asequible y representa la oportunidad de hacer un cambio sistémico. En suma, detener la desigualdad, la dependencia y subordinación, la ola de violencia, la delincuencia, la pobreza, el patriarcado y la ingobernabilidad en Michoacán implica una acción sistémica y la piedra de toque es la justicia social, de la cual es baluarte la educación. Lograr igualdad sustantiva y vivencia plena de derechos humanos para todas desde el sistema educativo estatal es un primer paso que ya debe darse. Queremos mujeres, madres de familia, maestras, niñas y jóvenes sanas, libres y felices. Las queremos estando, formando, participando y conviviendo en la escuela. Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles