Rogelio Arellano / Corresponsal La Voz de Michoacán. Uruapan, Michoacán. Con la esencia de hace siglos, en cuanto a gradecer al creador la existencia de agua como fuente de la vida, este domingo cientos de mujeres de los nueve barrios tradicionales de Uruapan, ataviadas con trajes de los pueblos originarios de la etnia Purépecha, participaron en el ritual de “Las Aguadoras”, uno de los eventos más atractivos del programa de actividades del Tianguis Artesanal de Domingo de Ramos Uruapan 2022. Luego de que en 2020 y 2021 se canceló este ritual por restricciones de la pandemia de COVID 19, una vez más miles de uruapenses y visitantes fueron testigos del paso de las decenas de contingentes, desde la entrada principal norponiente del parque nacional “Barranca del Cupatitzio” hasta el templo de la inmaculada concepción, evento que es un mosaico más del sincretismo que impregna a la cultura purépecha. Foto: Rogelio Arellano. Desde hace 20 años, se recuperó esta ceremonia que fue cancelada en el siglo pasado por motivos varios, desde desinterés de los encargados de los barrios, hasta poca participación de “aguadoras”, sin embargo, ahora ya es parte importante del programa de actividades que rodea el desarrollo del Tianguis Artesanal y junto con el desfile artesanal con el que se inaugura este evento, son los más representativos por su cantidad de participantes y calidad de indumentarias. De acuerdo a historiadores locales, en tiempos prehispánicos, el ritual estaba dirigido al “creador” para agradecer a la madre tierra la existencia del agua como elemento vital para la vida al igual que el aire, el fuego y la tierra, empero, tras el largo periodo de evangelización, la iglesia católica aceptó la continuidad del ritual, pero con el agradecimiento a su Dios y con el mismo fin de pedir para que no falte el vital líquido. De esta forma, las aguadoras que representan a las doncellas de los barrios, acompañadas de sus respectivas sacerdotisas, previo al inicio del peregrinar hacia el centro de la ciudad, acuden al manantial de la “rodilla del diablo”, punto de nacimiento del río Cupatitzio, ello para protagonizar un ritual de agradecimiento a la madre tierra por la existencia del agua, viento, tierra y fuego, para inmediatamente después, realizar el llenado de sus respectivos cantaros. Foto: Rogelio Arellano. Durante este ritual basado en la mitología purépecha, “Las Aguadoras” protagonizan una serie de oraciones por la existencia de plantas y seres terrenales, escena que se acompaña de la quema de inciensos en la tradicional vasija de barro la cual en manos de la sacerdotisa la dirige hacia los cuatro puntos cardinales. Como parte de este ritual, las sacerdotisas y doncellas en su turno de acudir al ojo de agua, le lanzan al mismo algunas flores o pétalos como ofrenda de agradecimiento para luego trasladarse a la calle Culver City donde se inicia el peregrinar hacia el centro de la ciudad no sin antes colocar sobre sus cabezas los cantaros llenos de agua, acción que realizan en una combinación de fuerza, agilidad y destreza. Los vistosos cantaros de barro son bellamente adornados con pequeños ramos de panes y frutas de la temporada entrelazados con pequeños tejidos de palma, ello como manifestación de que el agua que cargan en los recipientes es la fuente para cultivar la tierra y obtener los alimentos, así como para las plantas que brindan salud y desde luego la vida. Foto: Rogelio Arellano. En esta ocasión y por primera ocasión desde que se rescató este ritual, participaron contingentes de los nueve barrios tradicionales de Uruapan, pues hasta hace dos años solamente lo hacían ocho (La magdalena, San Francisco, San Juan Quemado, Santo Santiago, El Vergel, San Miguel, San Pedro y San Juan Evangelista) en tanto el noveno (Los Reyes) consolido un proceso de resurgimientos. El recorrido de poco más de 10 calles, se acompaña de bandas de música que marcan el ritmo de los discretos pazos de danza que realizan las aguadoras pues su consigna es la de evitar que caigan los cantaros, coreografía que es uno de los principales atractivos en esta temporada para visitantes y residentes. El recorrido se prolonga por casi 3 horas, sobre todo por el lento avance. Todos los contingentes de cada barrio, llevan al frente la imagen de su santo patrono, así como el banderín que identifica a cada asentamiento fundados hace más de 500 años. Finalmente llegan al templo de Inmaculada Concepción, donde la fe cristiana deja atrás la cosmovisión purépecha y se ofrece una misa para bendecir el agua de los cantaros y pedir a Dios que nunca falte el vital líquido. Enseguida, cada grupo de guares regresa a su respectivo barrio. De esta forma en la intimidad de sus comunidades, en medio de un ambiente místico, las aguadoras, distribuyen el agua bendita entre los pobladores con el fin de darle diversos usos, por ejemplo, bendecir una casa, un mueble o cualquier otro objeto o ceremonia que así lo requiera bajo los principios de la iglesia católica. Es de mencionar que año con año, la vestimenta de “las aguadoras” es un elemento de admiración. La mayoría de los modelos consta de una falda "sabalina" (nombre exclusivo para este tipo de prenda para la mujer purepecha) la cual sujetan a su cintura con un ceñidor y dejan sobresalir veinte centímetros de tela para formar el famoso "rollo" que generalmente es en color negro con enaguas blancas de manta.