Rogelio Arellano / La Voz de Michoacán Nuevo San Juan Parangaricutiro, Michoacán. Dos brigadas contra incendios forestales, una torre de vigilancia de casi 50 metros de altura, pero sobre todo la disponibilidad de 850 comuneros en condición de voluntarios que realizan de manera escalonada recorridos los siete días de la semana, ha sido la fórmula para que sus 11 mil hectáreas de bosques estén exentas de incendios en esta temporada de estiaje. El saldo blanco que mantenía hasta semana la empresa forestal comunal de Nuevo San Juan destaca, pues se trata de una de las peores temporadas de incendios forestales que enfrenta esta región. “La convicción de una explotación forestal sustentable y sostenible es en esencia nuestra fortaleza”, señaló Juan Ventura, miembro de esta agrupación, líder estatal en la obtención de recursos maderables. Los estrictos candados legales para impedir el cambio de uso de suelos forestales hacia cultivos agrícolas u otras actividades también contribuyen a la conservación y cuidado de los bosques. “Con disciplina y trabajo constante a lo largo de poco más de 30 años se ha consolidado una cadena productiva que es igual o mejor que los sistemas producto, como el aguacate, en cuanto a rentabilidad”, añadió el entrevistado. Destacó que la existencia de una torre de vigilancia de casi 50 metros en la parte alta del Cerro Pario, a dos mil 800 metros de altura sobre el nivel del mar, les permite tener una vista casi completa de sus bosques y más allá. “Con clima despejado, tenemos visibilidad hasta la zona de Paracho al norte y hasta Taretan al oriente o bien hasta Antúnez al sur. Siempre existe alguien vigilando para dar la alerta de forma inmediata ante cualquier conato”, dijo. Foto, Rogelio Arellano. Por tierra, añadió, operan dos brigadas de 8 elementos cada una. “Se elaboran planes de trabajo para los siete días de la semana, las 24 horas del día, sobre todo para acciones de vigilancia y una intervención inmediata en caso de ser necesario, por ello los aproximadamente seis conatos de esta temporada ha sido controlados en lo inmediato, en su mayoría en zonas limítrofes donde el fuego ha dañado solamente pequeñas franjas de pastizales”. El estatus de voluntarios disponibles que tienen el resto de 850 comuneros que laboran en la empresa comunal u otras de sus factorías creadas con base en la explotación sustentable de los bosques, es la otra fortaleza. “Se organizan grupos que igualmente se suman a los rondines de vigilancia los siete días de la semana, durante las 24 horas del día, de tal manera que siempre existe alguien con los ojos puestos en nuestros bosques”. A principios de esta temporada de estiaje se participó en la extinción de un gran incendio en los límites con la zona de Tancítaro, colaboración que impidió que el fuego se propagara hacia los bosques de Nuevo San Juan. “La experiencia de muchos años nos permite saber y entender la necesidad de la organización para reducir a su máxima expresión la posibilidad de enfrentar incendios forestales”, comentó. Los trabajos no son exclusivamente relacionados con el actuar en casos de emergencia, existe un plan de trabajo preventivo muy amplio que involucra la creación de brechas cortafuego, creación de claros para mejores plantaciones comerciales, reforestaciones y labores de poda, actividades que se prolongan durante los 12 meses del año con la participación de todos los comuneros de la empresa forestal. “Es muy lamentable lo que está pasando en las regiones de Uruapan, Ziracuaretiro y Tancítaro por los grandes incendios, pero también otros a menor escala que han dañado los bosques de Cherán y otras demarcaciones de esta parte de la Meseta Purépecha. Desde hace mucho tiempo entendimos que la mejor manera de proteger nuestros bosques es el trabajo y la organización con responsabilidad ambiental”, señaló. Foto, Rogelio Arellano. Incluso, sostuvo, “las labores de protección y conservación de nuestra masa forestal no se reducen a cuidar y explotar sustentablemente las 11 mil hectáreas de bosques. Desde hace algunos años se tiene un programa de recuperación de zonas arboladas en espacios que se perdieron por la erupción del Volcán Paricutín. Se trata de microrregiones sepultadas de arena volcánica con resultados lentos pero positivos al lograr prendimiento en unos cientos de hectáreas”. Todas las acciones son desarrolladas con recursos propios como con el respaldo de programas oficiales y apoyos de instituciones, así como de organizaciones ambientalistas internacionales. “Todo lo que sirva para mantener nuestros bosques, flore y fauna, se aprovecha de manera propositiva y exhortó a la población de otras zonas del estado con riquezas forestales a adoptar una cultura ambiental responsable”.