Etelberto Cruz Loeza Desde el 28 de abril anteriores por, y en, todos los medios, se habla, se comenta y se reflexiona en sus casos, la iniciativa de reforma constitucional en materia electoral presentada ese día en la Cámara de Diputados. Salvo los morenistas, que no piensan y sí doblan la cerviz, nadie la acepta y todos la rechazan. Siendo sincero, acepto que el equipo que rodea al actual presidente de la República – politólogos, comunicadores, analistas y encuestólogos-consultores de la opinión pública y demás - ya vio y analizó todos los escenarios probables que generará y tendrá esta iniciativa de reforma constitucional en materia electoral y aun con toda la poligonal personalidad del titular del Ejecutivo federal y que nadie sabe cuál personalidad está actuando y que, acaso se presenta para distraer, divertir, y hasta, jugar y valorar cómo se comportan las aguas de la política y/o estar en los Medios de comunicación todo el tiempo. Entonces me pegunto ¿por qué la presentó en ese momento, fin del primer periodo ordinario de sesiones de la legislatura? ¿Por qué la anunció y amasó la revoltura para unir a la oposición para evitar un madruguete y no hubiera negociación para periodo extraordinario? Sabía que no habría periodo extraordinario. Como en el beis bol, estaba cantado que no lo habría. Sabiendo que es para divertir y distraer, participamos. Nuestro sistema electoral está bien; no necesita uno nuevo. Y en su caso, debe ser propuesta por la oposición, pero no por el partido en el poder. No dudo ni tantito que Andrés Manuel López Obrador desea estar en nuestra Historia. Por todas las razones del mundo ya está en la Rotonda de los Hombres Ilustres: como en el beis bol: de seguro estará en el Salón de la Fama, pero si él pretendió, de entrada, ser un revolucionario, ser un transformador, un liberal, un hombre non, con lo que presentó como iniciativa de reforma constitucional en materia electoral, lo que mostró es una regresión, involución, un atraso de más de un siglo: a los tiempos de la dictadura de Porfirio Díaz. Con su iniciativa, desaparecerían los partidos políticos. Con su iniciativa, desaparecería la pluralidad partidista Con su iniciativa desaparecería la diversidad ideológica. Con su iniciativa desaparecerían las representaciones de las minorías. Con su iniciativa desaparecerían los distritos electorales. Con su iniciativa desaparecería la militancia, la diversidad y la pluralidad partidistas. Con su iniciativa se permitiría la libre participación del dinero sucio, el más sucio de la sociedad: delincuencia organizada. Lo demostró en sus 3 campañas políticas: aportaciones. Con su iniciativa desaparecerían los principios rectores de nuestras instituciones jurisdiccionales electorales: certeza, autonomía, libertad, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad. Con su iniciativa desaparecerían el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y se regresaría a la Comisión Federal Electoral y el Estado=gobierno manipularía los cómputos electorales. En su iniciativa existe un sofisma, una ‘fake news’: Nuestra democracia es una de las más caras del mundo. Afirma eso porque es lo que siempre ha manejado: buscar el ahorro y combatir la corrupción. Hombre probo y demócrata. Está equivocado. Nuestra democracia no es cara. A la inversa. Por sus resultados, y por todo lo que hace el Instituto Nacional Electoral, es barata y, como complemento, nos ahorra el dolor, la sangre y las convulsiones sociales y nos genera seguridad, confianza y tranquilidad. Estas tres cualidades no tienen precio. Son invaluables. Con su iniciativa, habría nueva credencial electoral con fotografía. Se gastaría más. ¿Cuál ahorro? En su iniciativa no se ve la llamada democracia plena: la sostenida por él y su grupo, democracia directa, la participativa. Y sí la del ¿autócrata?, ¿dictador?, ¿demagogo? En el palomeo de las listas en todas las fases. Se ve y percibe el manotazo autoritario. Si el señor Andrés Manuel López Obrador desea ser un transformar de nuestra vida y prácticas democráticas, debe imperativamente sugerir a su partido que: Respalde la Segunda Vuelta, pero no únicamente para el Ejecutivo Federal; también para los estatales y los ayuntamientos. Se debe tener mayor legitimidad social y no gobernar con la minoría más grande. Proponga desaparición de los registros, nacionales y locales, de partidos que no alcancen el 2% de los votos válidos, emitidos. Proponga la Revocación de Mandato a la mitad del periodo de que se trate, a solicitud del 15% del padrón de electores, con una única pregunta y se acepte le decisión ciudadana que obtenga Mayoría, sea cual sea la votación absoluta recibida. Así se le mantiene el derecho al electorado, de corregir o enmendar el error que podrían cometer al llevar y conservar en el poder a Ejecutivo al que se le perdió la confianza y no está cumpliendo el mandato contenido en los artículos 87°, 89° constitucionales y las leyes que de ella emanan. Entiendo, acepto que existe sobrerrepresentación legislativa y es razonable proponer la eliminación de 100 diputados de listados plurinominales y 32 Senadores –en Estados Unidos, el modelo de República, teniendo 50 estados su Unión, únicamente tiene 100 senadores -. Las representaciones de las minorías son necesarias, pero las cúpulas de los partidos nacionales, y estatales, las pervirtieron: colocaban a compromisos políticos-personales, a sus parejas afectivas y familiares. Abusaron de esta figura de representación y la desvirtuaron. Perdió su esencia. Como está de moda la palabra híbrido, proponer que nuestro sistema electoral sea eso: Híbrido: con urnas electrónicas en las urbes grandes y medianas y en las pequeñas, y rancherías, manual, como está actualmente. Se dice que los cambios se realizan cuando se tiene mayor poder, entonces, en estas circunstancias, en las cuales no tiene la mayoría calificada, ¿por qué propuso esta iniciativa?