Rogelio Arellano / La Voz de Michoacán Uruapan, Michoacán. Entre ventas récord para unos y regulares para otros, así como el rechazo a los libros piratas, pero con el común denominador de que los jóvenes tuvieron un elevado consumo de literatura diversa, se clausuró este domingo la Feria Internacional del Libro Uruapan 2022, en su edición número XXI. Con poco más de 70 expositores e igual número de eventos artístico-culturales, durante dos semanas, el corazón de la Perla del Cupatitzio fue el epicentro para la promoción de la lectura, luego de que durante las ediciones de 2020 y 2021 se canceló este evento por restricciones obligadas en la movilidad derivado de la pandemia de COVID-19. En entrevista, algunos de los expositores que ofertaron decenas de miles de ejemplares de géneros variados, coincidieron en señalar que este tipo de eventos son la otra cara de la sociedad para hacer frente a grandes fenómenos que alteran la paz y tranquilidad, pues se ayuda al reto de fortalecer o reconstruir el tejido social. “Yo vengo a la feria desde hace más de 20 años y siempre he sentido que existe gente que es lectora y, mejor aún, cada vez son más son los niños y jóvenes los que vienen, y eso, bendito Dios, es muy bueno, incluso persiste el hábito de consumir libros de papel a pesar de la era digital”, señaló María Eugenia Morales, representante de la editorial Larousse. “Disfrutar la lectura de un libro tradicional es inigualable. Motivar los sentidos del olfato y el tacto en este acto o experiencia, es inigualable”, añadió la expositora, quien consideró que al reactivarse esta feria tras dos años de confinamientos generó que fuera mayor el número de visitantes, y estimó que de cada diez personas que visitaron la exposición, al menos siete compraron un libro, al grado de que su caso particular agotó materiales elaborados para niños. Por su parte, Gloria Cruz, representante de la librería local Erandi, señaló que reanudar estas actividades genera satisfacción entre las editoriales. “La gente se observa contenta, sin embargo, creo que hizo falta más difusión del evento para aumentar el flujo de visitantes, creo que, en comparación con ferias anteriores, fue un 25 por ciento menos la gente que nos visitó”, dijo. Sus ventas, añadió, no fueron extraordinarias. “Solamente tres de cada diez personas que nos visitaron adquirieron un libro, en su mayoría jóvenes y adolescentes, y predominó la venta de la novela y superación personal”, señaló la entrevistada, quien consideró que fue elevado el costo de 3 mil 500 pesos que les cobraron por cada espacio destinado para la instalación de un estand. Lo negativo de esta feria, añadió, es el que se permitan expositores que ofertan libros piratas. “No es un asunto de esta administración municipal, ha sido una constante desde hace muchos años. Son libros que se ofertan en 50 pesos o menos, son copias, en su mayoría malas copias, mochas o incompletas, cuando el original tiene un valor de 200 o 250 pesos, actividad que fomentan principalmente gentes provenientes de la Ciudad de México” sostuvo. Estas irregularidades se han denunciado en tiempo y forma, no para que se eliminen de la exhibición estas copias mal elaboradas, sino para que no se les permita participar a esos “piratas”, pero no ha habido respuesta favorable, comentó También critico el que la participación de las grandes editoriales exige a los organizadores que los comercializadores locales eliminen los títulos u obras de esas grandes firmas, lo que se traduce en una debilidad más. “Jamás se va a comparar la cantidad de libros que ellos traen y los descuentos que ellos puedan otorgar, con nuestra capacidad, caso concreto fue el de la editorial Planeta; nosotros estamos todo el año aquí de manera legal, pagando impuestos y no es justo este trato que consideramos discriminatorio”, dijo. El también librero Jesús Lobato Carrizal señaló que fue muy buena la afluencia de aficionados a la lectura. “La gente lectora vino y se llevó de uno a dos libros. Quizá fue una demanda mayor debido a dos años de ayuno por la pandemia. Hoy vinieron muchos niños, adolescentes y jóvenes, el panorama se transformó de solamente intelectuales, maestros, profesionales diversos”. “En nuestro caso, tuvimos buenas ventas, pues en promedio cinco de cada diez personas que nos visitaron nos compraron algún ejemplar, sobre todo de novelas, aunque también cuentos para niños y guías para el ingreso al nivel secundaria de educación básica”, señaló Lobato Carrizal. Consideró que los libros digitales han tenido un crecimiento, sin embargo, el consumidor digital no se compara con el tradicional. “Muchos presumen bibliotecas virtuales impresionantes, sin embargo, no leen, son un cliché, a diferencia de quienes con menor cantidad de libros en forma física sí leen pues es inigualable este tipo de lectura”. En opinión de Noemí Solís, representante de la editorial Lectorum, esta reactivación de la Feria del Libro es muy buena. “Efectivamente tras dos años de restricciones, el volver a flujos normales nos permite a los editorialistas recuperar terreno perdido”. Consideró que a este evento le faltó promoción. “Yo registré muchas personas que al venir a otras actividades al centro de la ciudad se toparon con esta actividad. Lo que más vendimos fue literatura relacionada con la espiritualidad y el principal cliente fueron adultos y en menor escala los jóvenes, con la sorpresa de que a estos últimos no les llama mucho la atención el libro digital, prefieren el tradicional”.