Luis Sigfrido Gómez Campos Este domingo se llevaron a cabo elecciones para gobernador en seis estados de la república, al parecer sin grandes sorpresas ya que las encuestas favorecían a los candidatos del partido Morena en por lo menos cuatro o cinco de los estados en disputa. Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, son las entidades en que se realizaron los tan anunciados comicios. En medio de un clima de relativa tensión por la violencia imperante en el país, los comicios en dichos estados se llevaron a cabo en calma y sin mayores incidentes que comentar. A fin de cuentas, lo que trataron de hacer las fuerzas de oposición, fue unirse para ganarle a Morena algunos espacios, pero los esfuerzos conjuntos de los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Revolucionario Institucional resultaron insuficientes. Fueron a la contienda en medio del gran desprestigio de Alito, el presidente del PRI, a quien le sacaron unos audios en el que lo exhiben de cuerpo entero, tal cual es, vulgar y chapucero y aunque los audios se obtuvieron de manera ilegal y dados a conocer por la gobernadora Laida Sansores, a fin de cuentas, lograron su objetivo: dañar el poco prestigio mal adquirido de un personaje obscuro que nunca debió haber escalado a esos niveles de la política. ¿Que la política es y será una porquería? Eso se dice siempre que se destapa la cloaca y se exhiben de cuerpo entero personajes siniestros que deciden meterse a esa actividad sin los merecimientos suficientes para figurar en las grandes ligas. Personajes de ese calibre y linaje lamentablemente abundan en esos escenarios, pero al parecer de lo que se trata es que la ciudadanía se involucre en conocer a los personajes para actuar de manera informada y no llevar a los pillos al poder. Participar en la vida pública implica responsabilidad. Porque es cierto que en ocasiones los malandrines que se quieren meter en la vida pública sólo para enriquecerse, manejan una verborrea muy convincente. Se hace difícil diferenciar a los verdaderos líderes de los pillos porque ambos, en muchas ocasiones, manejan el mismo discurso. La política, en tanto actividad pública para dirigir los esfuerzos de los ciudadanos en la mejoría de sus condiciones, es un arte lícito y necesario. Se requiere de las mujeres y los hombres más sabios, como decía Platón; pero además de sabios, la política requiere de personajes que cultiven la prudencia, astucia, sensibilidad, destreza y templanza para tomar grandes decisiones que beneficien a las grandes mayorías en el momento oportuno. No cualquiera reúne todas esas virtudes en su persona. Se debe gobernar para servir y no para no servir porque, aunque parece una obviedad, muchos de nuestros políticos llegan a la vida pública por mero accidente y, cuando los gobernados recurren a solicitar sus servicios, resulta que niegan la posibilidad de servir cuando pueden hacerlo, cuando tienen la gran oportunidad de convertirse en verdaderos servidores públicos. Otros, sobre todo cuando llegan a ocupar un cargo público para servir y son demasiado jóvenes o inexpertos, les pasa lo que a “los artistas” que se suben a un tabique: se marean; se marean y se sienten confundidos creyendo que accedieron a ese cargo por méritos propios, por cualidades intrínsecas a su persona. No se dan cuenta que han accedido a la gran oportunidad de servir para crecer, para realizarse en el servicio público y aprovechar ese peldaño para proyectarse. Se sienten en la cúspide de su carrera cuando apenas la inician. Confunde la salida con la meta. La existencia de personajes que se aprovechan de los cargos públicos para servirse de recursos que pertenecen a los ciudadanos es tan antigua como la historia de los propios pueblos. Desde que los seres humanos decidieron organizarse para realizar las grandes obras hidráulicas, lo que requería de la implementación de un aparato administrativo complejo y la distribución de funciones jerárquicas de responsabilidades, existieron hombres que realizaron con responsabilidad ética sus actividades, pero también hubo quienes, aprovechándose de su jerarquía, dispusieron de manera indebida de los bienes públicos o ejercieron de manera despótica su encargo. Hoy en día, las organizaciones humanas se han vuelto más complejas debido al crecimiento desproporcionado de la población de los Estados; se ha profesionalizado la actividad política y han subsistido los grandes vicios de la actividad pública. En nuestro país de manera periódica políticos del más alto nivel se ven sometidos a la acción de la justicia acusados de uso indebido de recursos públicos y ejercicio indebido del poder. Gobernadores y exgobernadores son perseguidos y sometidos a procesos penales por ilícitos vinculados al manejo inadecuado de dinero del pueblo y abuso de su autoridad cuando ejercieron el poder. Tal parece que la historia de la política tiende a repetirse. El día de ayer se renovaron los poderes ejecutivos de seis entidades y se eligieron muchos otros funcionarios deseosos de servir a su pueblo. Ojalá que los electores hayan nominado a verdaderos servidores públicos. luissigfrido@hotmail.com