La Voz de Michoacán En medio de los anuncios triunfantes de que la autoridad había logrado por fin contener la violencia en Michoacán, el lamentable multihomicidio registrado en Zamora y Jacona por un solo hombre nos regresa a la dura, muy dura, realidad. La violencia se ha vuelto un tema sistemático y prácticamente sistémico. El crimen organizado, la facilidad para la obtención de armas, patrones culturales nocivos, aumento en el consumo de drogas y hasta un machismo exacerbado son algunos de los factores que se han detectado sobre la problemática. Cada uno quizá requiera una respuesta distinta, pero todos sin duda ameritan una intervención del Estado que sigue sin ser lo efectiva que se requiere. Para el caso de este martes en las próximas horas habrán seguramente de darse a conocer las causas más cercanas, pero el hecho es que nuevamente nos damos cuenta que se vive en una indefensión prácticamente perpetua y en donde el orden jurídico, como elemento esencial del Estado, parece haberse quedado en los libros de texto mientras la realidad nos dice que, al menos en el caso mexicano, el Estado puede continuar sin una normativa puntual vigente y un poder que obligue a seguirla. Más allá de la estrategia: abrazos, balazos o cosquillas, la tarea que se tiene adelante va más allá de la retórica y el discurso, y precisa sin duda que las personas en las posiciones de toma de decisiones dejen de presumir las mismas y se dediquen más de lleno a encontrar posibles respuestas y garantizar lo único que pueden garantizar: un trabajo incesante por recuperar la paz