Rafael Alfaro Izarraraz Es común escuchar entre expertos y analistas especialistas en las relaciones entre naciones que se está conformando un nuevo orden mundial o que está a punto de surgir y que ese nuevo orden estará más o menos constituido por fuerzas nacionales que desbancarán a las que ahora son las naciones que controlan la vida en el mundo contemporáneo. Hubo un tiempo ya lejano en donde quienes fueron las sociedades más importantes hoy no figuran en el cuadro que ocupa Estados Unidos, Inglaterra, China, Rusia, entre otros. Los egipcios fueron desplazados, los recordamos por las obras faraónicas, pirámides; los ríos Nilo y Éufrates, cuna de grandes civilizaciones sumerias, acadias, babilonios, hoy forman parte de la periferia; de los griegos, fueron considerados por la historia europea como la matriz de occidente; lo mismo se puede decir de los romanos; las “potencias” Francia, España, Holanda, sufren porque Rusia les suspende gas y petróleo; Inglaterra, fue desbancada como primer potencia mundial por EU y se mantiene como socio de segunda de los estadounidenses. Se trata de una historia que no es nuestra historia. Los mayas, incas o grupos de Asia o en general del continente africano no cuentan porque esa historia de órdenes hegemónicos y dominantes es parte de una narrativa también hecha para dominar, de los europeos y estadounidenses. Aunque no es el interés necesariamente de los autores, pero es europea y luego muy estadounidense. Ninguno de sus creadores va a pensar más que a partir del suelo que pisa. El nuevo orden mundial es un discurso que contribuye a ocultar un hecho: que los órdenes mundiales habidos y por haber son regímenes hegemónicos mundiales, construidos por quienes dominan el mundo a costa de las naciones que ocupan el lugar de subyugadas.Para que exista un orden mundial es necesario un orden de naciones subyugadas porque de otra manera no existiría un orden. Por lo que orden mundial implica parar, detener el desorden sobre el que no se puede gobernar, obviamente en la lógica binaria occidental. El nuevo orden mundial es el resultado de la disputa que existe entre las potencias hegemónicas por el reparto del mundo. El concepto de nuevo orden mundial es creado para representar en la mente de las naciones y sus gobernantes que la “jefatura” o “estafeta” ha sido entregada a otra nación a la que se le debe de obedecer en adelante. Generalmente, los nuevos órdenes mundiales emergen como resultado de la disputa por los territorios, las poblaciones, sus recursos naturales, su ubicación geoestratégica, etcétera. La aparición de un nuevo orden mundial nos indica que el planeta ha sido distribuido bajo otras reglas y jefaturas. Tiene como trasfondo tremendas luchas encarnizadas entre naciones ricas por poseer a las pobres, el capital y el mundo del trabajo. Pero sobre todo, la disputa por apropiarse de los recursos naturales de las naciones poseedoras de esos bienes que generalmente son las que se encuentran la periferia mundial. Agua, metales, fuerza de trabajo, energéticos, alimentos, etcétera. Los oídos de los habitantes de las naciones subyugadas y de sus gobiernos eclipsados por el nuevo orden mundialserán endulzados con nuevas narrativas que sustituirán a las antiguas. Se transitará de los “patrios traseros” a las “Rutas de la seda”. Las nuevas inversiones, dirán ahora, serán respetuosas de la vida de las naciones y ya los nuevos “mandamases” del mundo no intervendrán en su vida interior, no será necesario hipotecar a la nación para recibir préstamos, habrá mejores oportunidades y la relación será sin condiciones… Los nuevos órdenes mundiales se localizan geopolíticamente en las áreas o regiones del mundo hacia donde se dirige el capital por seguridad. En la región euroasiática está la potencia económica que viene, China, pero también la potencia militar del futuro, Rusia, además de la India. Ahí, en esa región euroasiática está la mitad de la población mundial y la mayoría de ella, en parte, empobrecida por el antiguo orden económico y hegemónico. Además de importantes recursos que son clave para el funcionamiento y reproducción del capital. El capital se traslada a aquellas regiones o naciones que son una garantía de que habrá condiciones propicias para su reproducción. No son afines a la incertidumbre. No van a desarrollarse en naciones en donde los presidentes reciben órdenes hasta de cómo deben de sentarse y qué palabras van a pronunciar, a qué hora se debe levantar del asiento y retirarse de las reuniones, como ahora ocurre con Biden. No es ninguna garantía para el capital que existan asaltos a los espacios de poder, como ocurre con Trump y su deseo de ocupar el Capitolio después de perder las elecciones. La decadencia de algunas naciones se puede apreciar a primera vista cuando están en retirada, pero los órdenes mundiales no son nada bueno para las naciones y los pueblos que ocupan la periferia.