“Muy sentida es la muerte cuando el padre queda vivo” Séneca MARTHA PATRICIA ACEVEDO GARCÍA Pocos días han pasado del festejo del día del padre y no pasa desapercibido para nadie ésta celebración; el hecho de que se celebre este día, no quiere decir que a todos les agrade, lo que queda claro, es que la paternidad es tan importante como la maternidad, -ambos- son cimbra de la crianza y todos aspiramos a ser los mejores en ese rubro. Este día del padre ha ido cambiando de connotación a través de los años, antes podríamos pensar que un buen padre era un proveedor que trabajaría y cuidaría el honor de su familia durante toda su vida, hoy entendemos que la paternidad también forma parte de la crianza de una forma tan relevante que sin su compañía quedan estragos emocionales lamentables y a superar por esos pequeños que se convertirán en adultos. Para el Derecho, la paternidad es aquel lazo consanguíneo o de adopción que surge de un padre para con sus hijos e hijas, tiene aparejadas derechos y obligaciones. El derecho procura que los menores tengan un interés superior frente a todos los demás individuos, debido a que su edad los coloca en una situación de vulnerabilidad que de ninguna manera puede ser igual al de un adulto. Nada grato es que a los menores se les coloque en la posición de “escoger” entre la madre o el padre y peor aún, que bajo alguna circunstancia se evite que convivan con ambos de forma equitativa, será un tiempo precioso que difícilmente se recuperará. El cine da cuenta de historias magníficas entre padres e hijos, aquellos que han forjado un lazo por viudez, separación o viajes. Durante un tiempo el cine quiso retratar la sociología familiar de un grosso de población que guardaban un rol familiar de un padre trabajador en la vida pública y las madres que trabajaban en el ámbito privado, éstas películas cambiaban los roles, con la finalidad de mostrar que las mujeres que se quedaban en casa tenían un trabajo tan arduo como el del hombre que salía al trabajo en una oficina. De forma general, la trama era cómica y pretendía que se valorara el esfuerzo de ambos en el quehacer de padres y madres de familia. Sin embargo, en el año 1979 llegó el filme de “Kramer vs Kramer”, una de las cintas más conmovedoras que he visto en mi vida y cada que vuelvo a revisarla, no puedo evitar sentir nostalgia de algo que nunca viví, pero muchos hogares sí, la congoja de un divorcio en una edad de plena necesidad de crianza. Este film plantea el caso de una mujer que se va un tiempo para volver a sí misma, para retomar su vida como mujer independiente y finalmente vuelve a pelear la custodia de su hijo. El tema era tan relevante para el año ya que planteaba un escenario nuevo; hoy podemos abordar con mayor claridad el tema de las nuevas masculinidades, sin embargo “Kramer vs Kramer” nos pone ante un nuevo paradigma donde es la madre quien “abandona” a su hijo y el padre es quien tiene que hacer frente de manera solitaria a la crianza de un pequeño de seis años con todo lo que ello significa. El padre logra, como muchos otros padres y madres solventar los momentos más apremiantes que plantea el atender las necesidades de un menor tanto en lo material como en lo emocional y ello hace que su lazo se vea fortalecido con el trascurso de los retos enfrentados. En el film vemos el desarrollo de un juicio que plantea los motivos que llevaron a la ruptura del matrimonio de los protagonistas, así como la firme intención de cada uno de ellos de lograr la custodia de su hijo, lo que nos permite empatizar con uno y otro de los personajes y sus motivaciones. Al final la sentencia favorece a la madre otorgándole la custodia de su hijo, en parte derivado de la idea que permeaba en esos años de que las mujeres pueden realizar de mejor manera todo lo relativo a la crianza de los hijos; empero la madre se percata del daño que causaría a su hijo al separarlo de su padre y romper el fuerte vínculo que tras su partida se creó entre ambos. Por ello es precisamente la madre quien asume nuevamente la difícil decisión de renunciar a la custodia de su hijo y permitir que éste siga viviendo de forma permanente con su padre. Esta película significó un parteaguas para que se pudieran reflejar en mucho, que hay otro tipo de relaciones que se dan entre padres e hijos, abuelos y nietos, (en este caso el maternaje) y la importancia que tiene en el ámbito emocional, social y cultural la participación del padre en el a crianza de los hijos. Esto mismo se ve reflejado hoy día en el derecho cuando reconoce la importancia de evitar la alienación parental, respetando el principio del bien superior del menor, para que los niños no tengan que pasar por la difícil situación de decidir con cuál de sus progenitores quiere vivir y garantizando su convivencia con ambos.