Angélica Ayala / La Voz de Michoacán Pátzcuaro, Michoacán. A dos años de haber cancelado la Procesión del Silencio por motivos de la pandemia por la COVID-19, esta Semana Santa se retomará esta actividad en la cual participan la Hermandad de Encapuchados, el Viernes Santo, iniciando a las 06:00 de la tarde del Templo de San Francisco. La Procesión del Silencio es la más representativa en la temporada de Cuaresma, misma que atrae a turistas y fieles que acuden a ver la representación y la penitencia de los encapuchados. El sacerdote Alfredo Madrigal, fraile franciscano de Pátzcuaro, informó que los encapuchados se están preparando no sólo para participar en la procesión, sino para hacer un cambio radical en su vida: “Estos encapuchados se preparan desde que comienzan su vida penitencial, lo hacen con la formación que se les da aquí, comparten experiencias entre ellos mismos, se van formando con retiros espirituales, con ejercicios cuaresmales”, que no son privativos sólo para ellos, también puede asistir la población en general. El padre franciscano dijo que el requisito principal para integrarse a la Hermandad de Encapuchados “es que quiera cambiar su vida, es una hermandad que surgió por eso, por un grupo de personas que vivían no bien, con algunos vicios, entonces el padre que inició sugirió hacer una procesión, pero que estas personas fueran encapuchadas, hacer su sacrificio y penitencia y a partir de ahí seguir su trabajo de conversión”. La Procesión del Silencio es una de las principales actividades cuaresmales que se realizan en la ciudad, ésta se tiene el sábado por la tarde, sin embargo, el Viernes Santo, el Viacrucis que también organiza esta Parroquia de San Francisco es de los más concurridos por la representación de la muerte y pasión de Jesús hijo de Dios, durante las doce estaciones que tiene el Viacrucis para llegar a la Iglesia del Calvario. Al respecto, el clérigo mencionó que “por la fuerte devoción de San Francisco a la pasión de nuestro Señor, veo que este año hay mucha devoción y fe para participar, a los apóstoles, las mujeres piadosas, los que cargan la imagen tanto hombres como mujeres, también participan en formación, una animación para que nos apoyen con la fe organicen la gente, son momentos de reunión y reflexión”. En el año de 1957, el padre Fray Juan Camacho retomó una tradición en Pátzcuaro que iniciaron los frailes franciscanos, la Procesión del Silencio, que en sus inicios se realizaba cada Viernes Santo junto con la Procesión de los Cristos; sin embargo, cambió al Sábado de Gloria por indicaciones del mismo sacerdote, con el argumento de que se requería una mejor organización y respeto, por lo que decide separarla; es así como se fundó la Procesión del Silencio. Previo a iniciar con la procesión, los encapuchados reciben a los nuevos integrantes al interior del Templo de San Francisco. Ahí les entregan la túnica morada, el lazo y la capucha color gris, mismos que prometen ser mejores personas y promover el culto al Cristo de la Tercera Orden, patrono de la hermandad. Foto, Angélica Ayala. En la peregrinación también participan las piadosas y los encapuchados se turnan para cargar la base donde llevan al Señor de la Tercera Orden, la réplica de la imagen original. Los ropajes que portan también tienen un significado, es así que los que visten de negro son Caballeros y los de Morado aún no cumplen 10 años de participación, los que visten túnica blanca y capucha morada son los de nuevo ingreso. El padre franciscano Alfredo Madrigal informó que este año la procesión iniciará a las 06:00 de la tarde para llegar nuevamente al templo de San Francisco a las 09:00 de la noche e iniciar con la vigilia pascual. Aclaró que la Procesión del Silencio no se debe de tomar como un atractivo turístico de Semana Santa, sino se tiene que vivir con mucha devoción y fe. Principalmente por las pérdidas humanas que se han tenido por el coronavirus, “todos hemos caído a la cuenta de que la vida no es como pensábamos anteriormente, ha permeado la situación que hemos sufrido en familia y vemos la vida de otro modo, que sólo Dios nos puede fortalecer y salvar. La experiencia que hemos tenido con la pandemia nos ha acercado más a Dios, como refugio del pecado y la muerte, no hagamos a un lado esta conciencia de la vida, vivir bien, esperar la muerte como se debe como un paso a la vida eterna”. Foto, Angélica Ayala.