José Luis Ceja / La Voz de Michoacán Jiquilpan, Michoacán. Pese a que desde hace unos meses se había señalado la suspensión de eventos masivos para reducir el riesgo de contagios de COVID-19, la autoridad municipal confirmó que este año se realizará de nueva cuenta la tradicional caminata de varones en honor a la Virgen de Guadalupe, evento que el año pasado fue suspendido debido a la contingencia sanitaria y al decreto emitido en ese entonces por el gobierno del estado, en el que se recomendaba la suspensión de actividades que implicaran la aglomeración, como una medida para romper la cadena de contagios por COVID-19. En esa ocasión, a través de las redes sociales se convocó a los varones de la ciudad a desatender este decreto y participar en la llamada Peregrinación de los Faroles, bajo el argumento de que no solamente se defendía un elemento de fe, sino también un atractivo turístico. Este llamado orilló a que incluso las autoridades municipales y sanitarias de esta ciudad amagaran con recurrir a la fuerza pública para evitar la concentración en una sola calle de poco más de 10 mil personas. Foto, José Luis Ceja. Semanas atrás, integrantes de la Antorcha Guadalupana y Rosa Guadalupana, organizaciones católicas encargadas de estos eventos, habían emitido un comunicado de manera conjunta con las autoridades religiosas en el que anunciaban la suspensión de las procesiones de hombres y mujeres, respectivamente. “Manifestamos a la comunidad en general que, por motivos de la contingencia del COVID-19 y siguiendo los protocolos de sanidad, las autoridades civiles y religiosas llegamos al acuerdo que por este año no habrá procesión de mujeres el día 8 de diciembre ni de faroles el día 11 de diciembre, a menos que para ese tiempo haya otra disposición”, señala el comunicado emitido por el Santuario de la Virgen de Guadalupe y rubricado por Ana Laura Silva Vargas, presidenta de la organización Rosa Guadalupana; Guillermo Villa Díaz, de la agrupación Antorcha Guadalupana, y Jesús Magallón Mejía, titular de la parroquia. Foto, José Luis Ceja. La Procesión de los Faroles y la nueva normalidad La procesión de varones en honor a la Virgen de Guadalupe o “de los Faroles” obtiene este nombre debido a que, para participar en ella, los varones de todas las edades se hacen acompañar de faroles hechos de carrizo y papel de china con los colores de la bandera que mantienen encendidos durante las cerca de cuatro horas que dura el recorrido desde la entrada sur de la ciudad hasta el Santuario Guadalupano, ubicado al norponiente de la mancha urbana. Esta peregrinación es el colofón del recorrido que inician, con carácter de ida y vuelta, los integrantes de la Antorcha Guadalupana a la Basílica de Guadalupe desde el 8 y hasta el 11 de diciembre de cada año para encender la antorcha de la fe guadalupana y trasladarla corriendo en relevos hasta los límites entre el imperio Purépecha y Náhuatl para festejar a Guadalupe/Tonantzin. Foto, José Luis Ceja. Luego de que las autoridades de este municipio dieran su anuencia para dar continuidad a esta tradición de medio siglo, los integrantes de la procesión de varones llevan semanas recabando fondos para realizar esta tradicional carrera desde las puertas de la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México hasta las puertas del Santuario Guadalupe, en el poniente de esta ciudad, hasta donde llegan encabezando una multitud de casi 11 mil varones que portan antorchas y faroles en una caminata nocturna por las principales calles de la ciudad. Foto, José Luis Ceja. El color de la noche Al caer la tarde del 11 de diciembre, la gente del poblado se concentra en la entrada sur de la ciudad en una pequeña ermita levantada frente al Museo de la Revolución. Los ojos fijos en el camino que viene de Totolán, a lo lejos se escucha el ulular de las sirenas y las bocinas de los camiones que han acompañado a los corredores durante su trayecto, les esperan con flores, agua, abrazos y lágrimas; ellos llegan cansados, desfallecientes, muchos con la mirada perdida, el esfuerzo ha sido brutal mientras en el Estadio Municipal se prepara la misa de agradecimiento por el regreso de los viajeros. Foto, José Luis Ceja. Después, poco a poco los hombres de la comunidad se congregan en las afueras del estadio, comienzan a encender sus faroles y antorchas y la noche cambia su color y una enorme serpiente de miles de piernas y luces vacilantes recorre las calles con gritos y vivas a la Virgen de Guadalupe, a Cristo Rey, a San Juan Diego, al Jiquilpan Guadalupano, hasta llegar al santuario en la parte alta de la ciudad, donde se ha instalado ya una verbena para dar la bienvenida y celebrar, luego de casi cinco horas de recorrido, “Las mañanitas” a la Virgen con cohetes y luces que truenan al alba y las campanas repican y la gente reza y canta y grita ¡Viva Jiquilpan Guadalupano! Mientras llegan los últimos de la procesión y a la llegada de cada contingente los gritos cobran fuerza en las miles de gargantas que se suman en una sola voz para gritar su fe.