Posibles compradores y mirones escudriñan con interés los productos expuestos que llenan un concurrido y moderno café de la cisjordana ciudad de Ramala, que acoge la primera edición de uno de estos bazares. Inas Halabi, coorganizadora y ceramista, pasea entre las mesas admirando la mercancía y tomando nota de posibles errores como la falta de luz o espacio para dar más visibilidad a los artículos, con la mente puesta en la segunda edición del rastrillo que celebrará próximamente en Jerusalén. "Todo empezó cuando conocí en una mercado tradicional a Silvia De Marco -italiana que también hace manualidades- y nos dimos cuenta de que queríamos hacer algo nuestro que fuera muy específico, algo especial", dice a Efe esta palestina que también se dedica al mundo de lo audiovisual y que se ha esforzado por seleccionar cuidadosamente a los participantes de su primer "rastro". Para ella era fundamental que no proviniesen de las típicas tiendas, sino que tuvieran o desearan establecer un vínculo con este modelo de transacción más informal. En estos circuitos es ya veterano Alá Hilú, que cuenta a Efe cómo estos mercados en los que cada vez hay más variedad y voluntad han florecido en los últimos años en ciudades como Belén o Ramala, facilitando a los creadores lugares en los que exhibirse y librándoles de la esclavitud de depender de eventos patrocinados o exposiciones particulares, entre los que pueden pasar varios meses. Poco a poco, dice, se está creando una cultura en torno a estos mercadillos que van más allá de ser un lugar donde se compran y venden productos para convertirse en actos sociales, puntos de encuentro de gente con inquietudes en los que se conoce a nuevas personas y se abre el debate a temas diferentes. "El hecho de que son lugares donde se crea una conexión social es prácticamente más importante que los productos en sí. Existe una diferencia entre acudir a una tienda o venir aquí. Tanto el vendedor como el que compra se implican en el producto, lo que para mi crea una forma nueva de entender el comercio justo", explica. Hilú es un pionero en Palestina en el arte del reciclaje y, bajo su firma ReSign, revive con sus manos vidrio y plásticos, cuberterías o muebles desvencijados para transformarlos en lámparas, vasos y joyas que inmediatamente captan la atención de los asistentes. "Parte de lo que me atrapa de este trabajo -al que dedica todo su tiempo- es ver cómo se fascina el público ante las obras. Aquí compartimos ideas extrañas en las que no mucha gente pensaría", asegura ante un elaborado brazalete que antes fue un tenedor. Estos nuevos mercadillos disputan la idea de los tradicionales, en los que particulares o pequeñas empresas familiares sacan adelante sus negocios con la promoción del folclore palestino y algunos de sus elementos más distintivos como la madera de olivo tallada, el aceite, la cerámica o los bordados. Los que forman parte de estos nuevos mercados también buscan darse a conocer, como cualquier empresario, pero además exploran los resultados de combinar su identidad cultural con tendencias más internacionales y cosmopolitas, o con características de ellos mismos, reflejando parte de su personalidad en su oferta. "Creo que, en general, no se pierde de vista la identidad palestina, pero tratamos de inspirarnos en cosas tradicionales desde un ángulo diferente", razona Halabi. Hamido Shatara ofrece una selección de ropa "vintage" junto a un mobiliario clásico que goza de una segunda oportunidad tras el proceso de restauración al que le somete Este estudiante de la Escuela de Arte de Ramala es en parte responsable de que la palabra mercadillo se extienda por la ciudad con una connotación más social, gracias a su promoción de otro pequeño rastrillo que gana cada vez más integrantes y participantes, y es el punto de partida de su discreta carrera como decorador. "Tengo la sensación de que los artistas y diseñadores palestinos, jóvenes y no tan jóvenes, buscan espacios en los que desarrollarse, en los que mostrarse como son y ser valorados más allá de la cultura y los utensilios tradicionales que todo el mundo aprecia", dice De Marco a Efe. "Creo que este momento llega a todas las sociedades en un determinado punto y estos eventos son ideales para hacerlo", opina.