Venecia, Italia.- La respuesta de los arquitectos a los desafíos contemporáneos y a las necesidades básicas del ser humano en un mundo permeado por la desigualdad, las migraciones y el cambio climático es el tema central de la 15 Bienal de Arquitectura de Venecia, que este sábado será abierta en los Jardínes y el Arsenal de la ciudad de los canales. “Reportando desde el frente” es el título elegido por su director artístico, el chileno Alejandro Aravena, recientemente galardonado con el Pritzker 2016 y para quien la calidad de vida de todos se ve amenazada por la mediocridad, la banalidad, la monotonía o la fealdad de los lugares en los que se vive. “De frente a la complejidad y a la variedad de los desafíos que la arquitectura debe enfrentar, ‘Reportando desde el frente' se propone escuchar a aquellos que han sido capaces de tener una perspectiva más amplia y, en consecuencia, están en grado de compartir conocimientos y experiencias”, dijo Aravena en la presentación de la Bienal. Recordó que la arquitectura se ocupa de algo simple y complicado a la vez: dar forma a los lugares en los que habitamos, como casas, escuelas, oficinas, áreas comerciales, museos, edificios, estaciones del autobús y del metro, plazas, parques, calles, banquetas, estacionamientos y todo aquello que constituye nuestro ambiente construido. Pero, resaltó, las fuerzas que entran en juego en ese proceso no son necesariamente favorables: la avidez del capital o la estupidez del sistema burocrático tienden a producir lugares banales, mediocres, aburridos, por lo que aún “muchas batallas deben ser ganadas para mejorar la calidad del ambiente construido y, consecuentemente, la vida de las personas”. Aravena identificó los problemas que amenazan nuestros derechos humanos y que son la desigualdad, la (precaria) sostenibilidad, la inseguridad, la segregación, el tráfico, la contaminación, el desperdicio, la migración, las calamidades naturales, las periferias y la carencia de vivienda. En “Reportando desde el frente” desfilan muchos ejemplos de respuestas a problemas urgentes, como la Cooperativa Palo Alto, fundada en 1971 por trabajadores de una mina de arena al poniente de la Ciudad de México, que ante el riesgo de ser desalojados diseñaron y edificaron casas permanentes de manera colectiva. Se presenta igualmente el funicular que el colombiano Giancarlo Mazzanti construyó en Medellín que, al lado de otras infraestructuras, ha disminuido el sentimiento de exclusión. Está también la recuperación de una inmensa zona en la ciudad sudafricana de Durbán, alguna vez dominada por la criminalidad, que con pocas pero claves iniciativas se ha convertido en un gran mercado y lugar de diversión y que enseña que conectar es mejor que aislar. El pabellón de Estados Unidos muestra la manera como en la parte abandonada y en ruinas de Detroit, una ciudad puesta de rodillas por la crisis del sector automotriz, se recuperan fábricas para hacerlas habitables con todas las necesidades de una buena condición de vida. El tema de la acogida a los migrantes está al centro del pabellón de Alemania, país que en 2015 recibió a un millón de refugiados. Grandes fotografías y mapas muestran barrios enteros edificados para integrar y no para segregar y, en última instancia, para “Making Heimat” o “Hacer Patria”, como es titulado ese pabellón. Italia presenta un inmueble en Casal di Principe, Nápoles sustraído a un “capo” mafioso y que ahora hospeda obras del siglo XVII de la Galería de los Oficios florentina o la pista del Gratobowl, en un barrio periférico de Milán, que se ha convertido en un escenario para exhibiciones espectaculares, pero sobre todo en un lugar de convivencia. El malestar urbano, las periferias urbanas y mundiales están al centro de la reseña veneciana. Los conflictos son también documentados, como el señalado por el israelí Eyal Wizman, de la “Forensic Architecture”, que mediante el análisis del video de un bombardeo en Afganistán demuestra, examinando los restos edilicios, que la destrucción de un edificio fue provocada por un dron y no por el estallido de explosivos ahí custodiados. En la edición 2016 de la exposición tampoco faltan los grandes nombres, como Richard Rogers, Renzo Piano, Peter Zumthor, David Chipperfield, Kazuyo Sejima, Kengo Kuma, Norman Foster, Eduardo Souto de Moura o Tadao Ando, convocados no tanto para mostrar sus luminosos rascacielos, sino para dejar ver que también su trabajo puede tener fines sociales. Nacida en 1975 como hermana menor de la Bienal de Arte, la muestra de Arquitectura tiene como presidente a Paolo Baratta y permanecerá abierta hasta el próximo 27 de noviembre. Incluye a 65 países y este sábado está prevista la ceremonia de premiación y la apertura al público.