El Universal/La Voz de Michoacán En redes sociales se han publicado en días recientes fotos de mujeres sentadas en una silla al lado de una silla vacía. Es la protesta de artistas de todo el mundo por la censura a la exposición After ‘Freedom of Expression?’, en la Trienal de Aichi, Japón. Esas fotos replican una escultura que fue causa de la censura, Statue of Peace (de los coreanos Kim Seo Kyung y Kim Eun Sung), en memoria de las llamadas “Comfort Women”, coreanas usadas como prostitutas por los soldados japoneses durante la II Guerra Mundial. El tema desbordó las fronteras de la Trienal de Aichi 2019. Generó protestas desde el primer día de exhibición, el 1 de agosto, y por su cancelación, dos días después. Se retiró bajo argumentos de seguridad, tras amenazas según las cuales se incendiaría el lugar si no se quitaba la escultura (semanas antes el incendio de un estudio de animación en Kioto causó la muerte de 33 personas). Por ello, varios artistas participantes en la Trienal —algunos mexicanos— ayer publicaron una carta en la que condenan la decisión de cerrar After ‘Freedom of Expression?’. En solidaridad con los artistas censurados, exigieron a los organizadores suspender la exhibición de sus propias obras en la Trienal en tanto After ‘Freedom of Expression?’ siguiera cerrada. Buscan que la sección censurada se vuelva a abrir. Firmaron, entre otros, la cubana Tania Bruguera, el venezolano Javier Téllez, la guatemalteca Regina José Galindo, el suizo Ugo Rondinone, las mexicanas Mónica Mayer y Pia Camil, y el curador de arte contemporáneo internacional de la Trienal, el mexicano Pedro Reyes. “La libertad de expresión es un derecho inalienable que debe ser defendido independientemente del contexto”, dijeron en la carta. Añadieron que no buscan implicar al personal de la Trienal, pero cuestionaron que la decisión “de rendirse a las amenazas irracionales y demandas políticas viola la libertad de expresión”. Lamentaron que la decisión de cierre se tomara sin discutirlo con el resto de participantes. Encuentro internacional. La Trienal de Aichi es el festival más grande de arte de Japón; incluye programas de teatro, música y arte contemporáneo, explica Pedro Reyes, el único curador no japonés en un equipo de 40, que encabeza el activista y periodista Daisuke Tsuda, director artístico de la Trienal. Reyes propuso que en toda la Trienal hubiera equidad de género —mitad de los participantes mujeres y mitad hombres—. Planteó un proyecto de exhibición con dos énfasis: género y migración, para el que invitó a 12 latinoamericanos, algunos de los cuales viajaron a Nagoya y Toyota, sedes de la Trienal. Por ejemplo, Mónica Mayer estuvo un mes antes y ofreció un taller sobre El Tendedero, obra que ha llevado a museos de México y el mundo, con la que el público habla del abuso sexual. Regina José Galindo, que se fue a un centro de trabajo donde viven latinoamericanos en una especie de guetos, hizo un video de una fiesta donde se ve esa fuerza de trabajo que se quiere hacer invisible. Javier Téllez expuso un video sobre la situación de los exiliados venezolanos en Perú. Estas obras, como el resto de la Trienal, fueron presentadas el 1 de agosto, día de apertura. Pero a partir de esa fecha, los organizadores recibieron llamadas, mensajes y amenazas por la exposición: After ‘Freedom of Expression?’. Pedro Reyes, en entrevista telefónica desde Japón, cuenta: “Había quienes pedían que se cerrara con el argumento de que no se podía usar dinero público del Japón para mostrar propaganda anti Japón; eran grupos de derecha. Los organizadores recibieron más de 500 llamadas y como son servidores públicos no podían colgar, tenían que quedarse escuchando a quienes los insultaban. Pero lo que más les preocupó fue que recibieron una amenaza de alguien que decía que si no quitaban la escultura (Statue of Peace ) iba a ir a la Trienal con un bote de gasolina e incendiaría el lugar”. Relata que, por otra parte, gente de izquierda dijo que no aceptaría la censura, que se debía visibilizar. “La decisión final fue una cuestión de seguridad del público. La decisión que tomó Daisuke Tsuda era que mantener la pieza expuesta ponía en riesgo a las personas que trabajan en el museo y al público”. La polémica por Statue of Peace no comenzó en Aichi. En 2011, cuando fue creada, fue censurada; en 2015, el curador de la Trienal la llevó a una exposición de obras censuradas: Freedom of Expression?, y de nuevo fue coartada. Como curador de la Trienal, Daisuke Tsuda puso la muestra en el Museo de Nagoya bajo el nombre After ‘Freedom of Expression?’ y la obra de la mujer volvió a enojar a muchos sectores. “Esta pieza irrita mucho a los japoneses porque no les gusta que se haga referencia a ese episodio que es muy vergonzoso para ellos y muy doloroso para los coreanos. Pero especialmente ahorita Japón y Corea acaban de romper su pacto comercial, y las cosas entre los dos países están muy tensas”, dice Reyes. Durante la entrevista destaca el trabajo del director: “Daisuke Tsuda dijo que él estaba dispuesto a poner la libertad de expresión antes que su vida, pero que lo que no podía hacer era poner la vida de otros en riesgo”. Aunque Pedro Reyes es parte del equipo organizador, firmó la carta en solidaridad con los artistas: “En Japón los mecanismos de censura y autocensura son muy fuertes. Les cuesta muchísimo rebelarse, y yo invité a artistas que son especialistas en retar a la autoridad. Como curador me veo en una posición difícil, soy parte del equipo organizador, pero finalmente tengo que estar del lado de los artistas. Es muy dolorosa la decisión para mí; no ha sido sencillo, hay un contexto de historia de estos países y de un conflicto internacional que apenas estoy entendiendo. Nosotros no pusimos los contenidos objeto de la censura ni fuimos quienes ejecutaron la censura, pero hay una ética de trabajo donde no puedes quedarte pasivo ante una situación así. No culpabilizo a la Trienal; la censura no era la intención. Pero lo que sí es que veo muy improbable que la exposición reabra, y no podemos seguir participando en una exposición que ocurre en una cultura que tiene esos mecanismos de autocensura”. Javier Téllez dice: “Era fundamental manifestarse contra la censura y a favor de la libertad de expresión. La obra es una recuperación de la memoria histórica de un evento atroz: la esclavitud sexual forzada por el ejército japonés en la II Guerra Mundial. Es una obra que es importante ver, que es blanco de ataques terroristas y presión política”. Aún antes de publicar la carta, Mónica Mayer había pedido retirar parte de El Tendedero en protesta. Para ella, la escultura no concierne sólo a Japón y Corea: “Este mismo gesto de estar sentada junto a la silla vacía nos remite a una situación de violencia, de trata, de niñas desaparecidas. Tiene que ver con mi realidad, con problemas de los cuales no nos hemos desecho en México”.