Ciudad de México.- El Día de Muertos tiene su celebración en nuestro país desde mucho antes de la Conquista Española, la fiesta a la muerte que se realiza hoy es una combinación entre las costumbres de la época prehispánica con las tradiciones cristianas. Para algunas culturas de Mesoamérica, tras las guerras entre los pueblos, era una tradición conservar los cráneos de los enemigos como trofeos para mostrarlos en rituales que se relacionaban con la muerte y el renacer. Durante estas celebraciones también se honraba a los dioses aztecas Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, las deidades de la muerte. Había diferencias en las fechas, pues el festival que se llevaba a cabo por el Día de los Muertos se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar mexica, inicio de agosto en nuestro calendario y se realizaba durante todo un mes. La festividad era presidida por Mictecacíhuatl, conocido como “La Dama de la Muerte”, hoy La Catrina, y eran dedicadas a los niños y parientes fallecidos. La festividad del Día de Muertos tiene un origen que se remonta al 800 a.C, aunque hay discrepancias al respecto, pero se sabe que para los aztecas la fiesta significaba también el fin de la cosecha de frijol garbanzo, maíz y calabaza, alimentos que formaban parte de la ofrenda que se le daba a la diosa “Dama de la muerte”, reina del Chinamictlan, guardiana del noveno nivel del infierno, llamado Mictlan, donde iban los muertos que fallecían por causas naturales. Los investigadores creen que la herencia del Festival de Muertos se mezcla con la costumbre prehispánica de sepultar a los fallecidos con objetos, comida, ofrendas y más, idea que nace que de esta vida pasaban al reino del Mictlan, luego a Tlalocan, el cielo de los aztecas, por eso el muerto necesita para el viaje alimentos, agua y velas para iluminarse, inclusive a su perro, quien los ayudaría a sortear los infortunios que se presentaran. Cuando llegaba aquel mes de agosto se tendían ofrendas a los muertos, con copal y cempasúchitl para marcar el camino de regreso a este mundo terrenal. En la Región Huasteca, por ejemplo, se celebraba el Xantolo, Fiesta de las Ánimas; los huastecos ofrecían a los dioses la cosecha del maíz en una fiesta de respeto a los parientes que ya no están, la esencia de los espíritus estaba presente, por eso las frutas, la música y la luz que recuerdan los momentos vividos en la tierra. Para los mesoamericanos la muerte no tenía las connotaciones que vemos hoy en la religión católica, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que se tenía, no por el comportamiento en vida. Cuando los españoles llegaron a América en el siglo XV, estaban aterrados por las prácticas paganas de los indígenas y en un intento por convertir a los americanos al catolicismo, movieron el festival hacia las fechas de noviembre para que coincidieran con las festividades católicas de Día de Todos los Santos y Todas las Almas. Por eso la celebración tiene tintes cristianos, pero también étnicos. Hoy las celebraciones son diferentes en cada estado del país, comparten los mismos rasgos, pero varían en las formas de cada tradición. Con información de “Sobre Historia”, “Terra”, “Día de los Muertos” y “Agencia El Vijía”.