Astrid del Ángel / La Voz de Michoacán. Morelia, Michoacán.- Por un lado los coloridos vestuarios de los bailarines de México y Polonia, por el otro, los conservadores trajes de los eslovenos y los destapados atuendos de los puertorriqueños y hondureños. Aunque cada pueblo del mundo es diferente, el gusto por la música y la danza es algo que une a la humanidad, como quedó demostrado en el escenario del Teatro Morelos. Amplias sonrisas, almidonados holanes, grandes tocados de flores y toda la energía puesta en cada paso, cadera y giro, acompañaron a los doscientos músicos y bailarines que compartieron el folklor de sus países con el público moreliano, como parte de las extensiones de la Folkloriada 2016, organizado por el Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales Folklóricos (CIOFF). Para muestra un botón. La Compañía Folklórica de Maravatío y el grupo de música tradicional Erachi pusieron el toque michoacano a la fiesta, con danzas regionales como la de Las ollas y Los viejitos. Luego llegó el Tine Rozanc Folk Dance Group, desde Eslovenia, que presentó tres danzas, una de ellas parecida a la anécdota del ‘perro de las dos tortas’, de un orondo bailarín que luego de tener dos aspirantes a bailar con él, se quedó solo en la pista. La danza prehispánica estuvo presente con la Asociación Cultural Zorzales, de Honduras; sus integrantes se vistieron de plumas para recordar a los antepasados, antes de los ritmos más conocidos. Para cerrar su participación con una dosis de “Sopa de caracol”, que a principios de los noventa hiciera famosa el grupo de música hondureña Banda Blanca. Para más información consulte la edición impresa de este 10 de agosto
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