Ciudad de México.- Antropólogos mexicanos y alemanes descubrieron en el acervo del Museo Nacional de Antropología (MNA) fotografías captadas hace casi 100 años en la sierra Tarahumara de Chihuahua. Las imágenes llamaron la atención de Alejandro González Villarruel, líder de la investigación, pues llamó su atención la presencia de un hombre de raza aria entre indios tarahumaras, señaló el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado. El hallazgo se trata del segundo registro etnográfico más antiguo que se tenga sobre los rarámuri: un libro de crónicas de viaje y una corta filmación realizadas por Rudolf Zabel y publicadas en 1928, en Alemania, que ahora el INAH edita en español. La obra “El pueblo furtivo. Vivencias de un explorador junto a la fogata y ante las cuevas del pueblo original de los indios tarahumaras” fue presentada en el marco de la 38 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, informó el INAH. La exploración contó con el apoyo de la Coordinación Nacional de Antropología, en aquel momento dirigida por el lingüista Francisco Barriga, quien sugirió publicar en español el trabajo de Zabel porque se trata del segundo más antiguo sobre los tarahumaras, desde la perspectiva del “hombre blanco”, sólo superado en datación por el que Carl Lumholtz desarrolló entre 1890 y 1910. Francisco Barriga destacó que es la última obra que Zabel publicó sobre diferentes temas de antropología e historia, dada a luz en el Berlín de las entreguerras, en 1928; sin embargo, no era conocida en México debido a que nunca antes había sido traducida al español. La edición en español se explaya a lo largo de 289 páginas. Cuenta con una centena de fotografías y un puñado de mapas. Además viene acompañada de un DVD con copia de la filmación realizada por Zabel, y revelada en México con ayuda del fotógrafo Hugo Brehme. Desde su publicación original, la obra ha sido consultada por estudiantes de antropología en diversas universidades germanas, interesados en los tarahumaras, entre ellos los ahora reconocidos antropólogos Claus Deimel (1987), Ingrid Kummels (1988) y Thomas Hillerkuss (1992). ¿Cómo sucedió el hallazgo? Alejandro González Villarruel, quien trabajó como subdirector de Etnografía del recinto, encontró una colección de 297 fotografías realizada por un equipo científico, encabezado por un médico alemán radicado en México: Otto Roher. Las imágenes llamaron su atención por la presencia de personas de raza aria entre indios tarahumaras. Su curiosidad nata lo impulsó a buscar respuestas: ¿quiénes eran esas personas?, ¿qué hacían con los rarámuri… qué ideas pudieron tener de esos indígenas? Encontró que de acuerdo con un documento del Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, entre 1920 y 1921, Otto Roher realizó una exploración por el norte del país para investigar sus poblaciones. En las imágenes se revelan aspectos de la cultura de los rarámuri en el contexto de su vida comunitaria, como rituales y técnicas de caza. En algunas fotografías se observa un interés por captar las medidas antropomorfas y las condiciones sanitarias de los indígenas, explica el investigador, quien las identificó como piezas austeras y transparentes, protagonistas del encuentro de dos culturas que representan el paradigma de la Alemania de la época: reflejo visual de las ideas de sus autores y las maneras extrañas en que descubrían formas de vida. Poco después de que González Villarruel diera con la colección, llegó Stephanie Cruz de Echeverría al MNA para realizar un intercambio académico de un año. Ella, de madre alemana, era estudiante de antropología en una universidad de Hamburgo y de inmediato González la sumó a la pesquisa. A su regreso a Alemania, la alumna se enfocó a una búsqueda exhaustiva en archivos y bibliotecas, hasta que dio con la obra de Rudolf Zabel. El equipo de investigación se enteró que la propuesta de la expedición alemana fue del etnólogo Zabel, y Roher, radicado en México, lo acompañó como organizador y guía dada su destreza en tales empresas. Luego de casi 100 años, la obra de Zabel ha sido traducida al español por el INAH, gracias al trabajo de la propia Stephanie Cruz de Echeverría y Gabriela Mariana Fenner Sánchez, de padre alemán.