El Universal/La Voz de Michoacán México. En el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes cuelga una gran foto del historiador Miguel León-Portilla, luce sonriente, como casi todos lo han recordado en las últimas 40 horas, desde que falleció el pasado martes a los 93 años. Su féretro está cubierto con sus dos banderas, la nacional y la universitaria. Ahí está María Luisa “Marisa”, su hija, mira al vacío, entonces su madre, Ascensión “Chonita” Hernández, la toma de la mano para traerla de vuelta, se miran , sonríen. Solistas Ensamble del INBA toca la Misa solemne, de Rossini. Es el último adiós al tamitlini de nuestro tiempo, al sabio, al maestro. Es mediodía y han llegado a la despedida decenas de académicos, historiadores, funcionarios. Un desfile de la intelectualidad mexicana rodea el féretro del historiador a quien , dice su yerno Gerardo Hierro, le gustaba que lo detuvieran en la calle para que lo saludaran sus alumnos. “El aprecio y el reconocimiento de la gente, de sus alumnos, era una de las cosas que más apreciaba”, recuerda “el yerno favorito” del lingüista, como le decía su suegro para bromear porque era el único que tenía. La primera guardia —en honor a quien a lo largo de su vida recibió tres decenas de doctorados Honoris causa de universidades de México, América Latina, Estados Unidos, Europa e Israel, y cerca de 150 premios y condecoraciones nacionales y en el extranjero— es encabezada por su familia; la esposa del Presidente, Beatriz Gutiérrez Müeller; el rector de la UNAM, Enrique Graue; y la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto. Al frente, Ascensión Hernández, viuda del historiador, y Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador. El rector toma el micrófono. Asegura que México perdió a uno de sus mejores hombres y la Universidad a uno de sus más connotados miembros. Dice que el historiador fue un hombre que entendió la otredad, que nos enseñó un camino para construir un futuro, que fue maestro de generaciones, académico indomable y defensor de nuestros orígenes. “Nos enseñó que del encuentro de dos mundos puede nacer una nueva raza que transforme el sentido de nuestra nación”. Y añade: “Con él se nos fue un toltécatl que se preparó con su intelecto para obrar con el corazón, disfrutando la vida y el conocimiento, brindando enseñanzas sabias y buenas. Se fue físicamente, pero nos deja su permanente sonrisa, su inmensa empatía por la humanidad, su libertad de pensamiento y su indomable espíritu de indagación”. Gutiérrez Müeller, dice, ha acudido al homenaje en representación del Presidente, para abrazar a la familia de don Miguel. Frausto recuerda que León-Portilla fue un hombre que dio voz a los vencidos. “Don Miguel amó la vida hasta el último instante sabiendo que quería legar aún más. Amó la vida plena de amigos, fue amigo de la fascinación por el saber. Seguiremos honrando su legado, nos queda reconocer esa riqueza indígena para que nunca más sea una visión vencida”. Luego de leer un texto de la académica Clementina Díaz y de Ovando —fallecida en 2012 y gran amiga de León-Portilla—, el yerno del historiador dice: “Lloramos tu partida, pero celebramos tu prolífica vida”. Recuerda a la prensa que su suegro tenía ganas de vivir, que para los médicos era un samurai listo para todas las batallas y las venció casi todas. Incluso, dice, en febrero, cuando le dio un paro respiratorio, contestó correos, dictó párrafos de sus memorias y tenía en mente muchos proyectos. Por lo pronto, dice, el acervo y la biblioteca de León-Portilla quedará en manos de la familia. Patrick Johansson, investigador, profesor de lengua náhuatl y gran amigo de León-Portilla, coincide en que el ánimo del historiador era tan grande que “uno nunca pensó que llegaría el día en que se iría”; y casi en susurro confiesa: “Tuvo un periodo de siete meses de enfermedad, en agonía, fue triste. Ya no está con ese sufrimiento, hay que vivir hasta donde la vida es vida”. Y adelanta que será el encargado de estructurar un portal con el nombre del historiador, realizado con el Instituto Cervantes y la UNAM, y que tendrá “una enorme cantidad de materiales” en honor de “uno de los más grandes humanistas de México”. Los arqueólogos Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján, los escritores Gonzalo Celorio, Adolfo Castañón y Vicente Quitarte; el chelista Carlos Prieto, la filóloga Concepción Company, los historiadores Aurora Díez-Canedo, Javier Garciadiego y Antonio Saborit, los poetas Eduardo Lizalde y Jaime Labastida, el político Porfirio Muñoz Ledo, la ex secretaria de Cultura María Cristina García Cepeda, el científico Antonio Lazcano, el crítico literario Christopher Domínguez, la senadora Susana Harp, el ex rector de la UNAM José Sarukhán, entre muchos otros, abrazan a Chonita y a Marisa tras rendir, por grupos de cuatro, guardias de honor al autor de Visión de los vencidos. Los restos de León-Portilla serán enterrados hoy a las 12:30 en el Panteón Francés.