El Universal/La Voz de Michoacán La naturaleza invita a maravillarnos, a contemplar su magnificencia y perfección. Ante ella, el ser humano puede sentir una sublime sensación de desasosiego, y de comprender su efímera existencia. Fue este deseo por asir un instante de su belleza lo que llevó al artista Gerardo Murillo “Dr. Atl”, cuando el 20 de febrero de 1943 se enteró sobre el nacimiento del Paricutín en San Juan Parangaricutiro, Michoacán, la sublimación de su amor hacia las fuerzas telúricas. Tan sólo seis días después, Atl montó un taller en las faldas de este “dantesco” escenario, donde registró con lápiz y carbón cada fase de la violencia de las erupciones; pero también le permitió reflejar su lado poético, casi místico, que además guardan correspondencias con las pinturas que los acompañan. El Museo Nacional de Arte (Munal) presenta la muestra “Atl, fuego, tierra y viento; sublime sensación”, que está compuesta por 130 piezas de arte, litografías, reproducciones fotográficas y diversos impresos que dan cuenta de una de las pasiones de Atl: el alpinismo, los sitios alpestres, los bosques, las cordilleras. Carmen Gaitán, directora del recinto, detalló que la exhibición parte de la adjudicación del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) al Munal de 147 dibujos en noviembre de 2007, de éstos, se seleccionó una serie de 70 dibujos a lápiz y al carbón. La exposición está dividida en cuatro núcleos donde se abordan dos de los distintos escenarios que nos puede ofrecer el paisaje: por un lado la violencia contenida en la tierra, así como parte de la vista más apacible del Valle de México, entre sus cordilleras y valles. Víctor Rodríguez, curador de la exhibión recordó que desde de la muerte de Gerardo Murillo, en 1964, sus obras fueron declaradas monumento histórico y artístico de México por sus contribuciones y donaciones a la nación; así como sus series dedicadas al nacimiento, crecimiento y actividad del Paricutín; además de ser mudo testigo como artista, geólogo, vulcanólogo y como un personaje místico, apasionado de esta cadena neovolcánica del país. Para el curador fue justamente hacer una relación más íntima entre los dibujos, entre los estudios preparatorios de los que después fueron sus obras terminadas, “y al mismo tiempo hacer una secuencia de la apropiación geográfica y nacionalista de este altiplano a partir del maestro de Jose María Velasco y Eugenio Landecio”. Parte importante de “Atl, fuego, tierra y viento; sublime sensación” fue rastrear la perspectiva aérea, la “perspectiva planetaria” como lo llamó el propio Atl, o el horizonte curvilíneo y re descubrirlo a partir de 10 artistas como: Francisco Goitia, Joaquín Clausell, Cleofas Almanza, Carlos Rivera, Mario Almela, Luis Nishizawa y Jorge Obregón. Una de las grandes cualidades de esta exposición es la de reunir obra de Eugenio Landecio, hasta un artista vivo como Jorge Obregón, casi 150 años de un subgénero de paisaje, de las vistas vertiginosas, monumentales y panorámicas del Valle de México. De acuerdo a Carmen Gaitán, Dr Atl es una figura emblemática por lo carismático, fue un hombre volcánico, sublime, científico, un hombre que supo atrapar la atención en su tiempo, un humano que transitó también dentro de la historia de nuestro país, y que cayó perdidamente enamorado de Nahui Ollin”. La muestra “Atl, fuego, tierra y viento; sublime sensación” se expondrá del 11 de abril al 2 de julio en el Museo Nacional de Arte (Munal).