EFE / La Voz de Michoacán Barcelona. El Museo Egipcio de Barcelona evoca el esplendor del Egipto ptolemaico (305-30 aC) con la exposición "Ptolomeo, Faraón de Egipto. El descubrimiento de su templo", en la que da a conocer una reproducción exacta de parte del templo de Ptolomeo I, hallado en los trabajos arqueológicos que lleva a cabo en el país africano. La muestra ofrece al visitante una visión general de las características del Periodo Ptolemaico utilizando como hilo conductor una cincuentena de obras del propio museo. La exposición también trata del reciente descubrimiento de los restos del templo que Ptolomeo I (305-284 aC) erigió en la ciudad de Hutnesut (la actual Sharuna), el hito de investigación arqueológica más importante realizada por la Fundación Arqueológica Clos-Museo Egipcio de Barcelona durante su trayectoria investigadora en aquel país, en este caso en una misión conjunta con la Universidad de Tubinga. Se introduce el recorrido con un conjunto de piezas de la colección del museo que, según ha explicado a Efe el comisario y responsable de la excavación, Luis Manuel Gonzálvez, ofrece al visitante la posibilidad de adentrarse en la historia de una dinastía que "fue la más prolongada del antiguo Egipto, empezando por el reinado de su fundador, Ptolomeo I, y finalizando con su última representante, la célebre Cleopatra VII". Entre las obras exhibidas figuran estatuas de reinas ptolemaicas, el relieve parietal con la representación de Cleopatra VII, monedas con la imagen de Ptolomeo I o de Alejandro el Grande, representaciones de Serapio (el dios que Ptolomeo I creó como divinidad común de todos los habitantes de Egipto), una espectacular estatua del dios Bes o un selecto conjunto funerario característico de la época. Se puede contemplar asimismo la casi bicentenaria copia en yeso de la piedra de Rosetta que forma parte de la colección del Museo Egipcio de Barcelona: "En 2022 se conmemorará, además del centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamon, el bicentenario de la publicación de la "Lettre a Monsieur Dacier", en la que Champollion anunció el desciframiento de la escritura jeroglífica. La prolífica y monumental actividad constructiva de los faraones ptolomaicos se ilustra a través de un conjunto de doce láminas fotográficas de comienzos del siglo XX que muestran vistas panorámicas y detalles de los templos del período. La segunda parte de la exposición está dedicada al hallazgo de parte del templo de Ptolomeo I en el yacimiento de Kom el-Ajmar Sharuna, integrado por unos sesenta bloques, esculpidos con sus divinidades y jeroglíficos explicativos sobre la historia del templo y de los dioses a los que se consagra. Este hallazgo reinició "una aventura que empezó en 1838 cuando el egiptólogo Nestor L´Hôte mencionó por primera vez la existencia de un templo en Sharuna, del cual se perdió todo rastro a pesar de la búsqueda realizada posteriormente por exploradores y egiptólogos a finales del siglo XIX". Los sillares formaron parte originariamente de los muros del templo y muestran elementos arquitectónicos como cornisas o toros (molduras convexas) y bellos frisos decorativos formados por la sucesión del jefe de la diosa del amor, Hathor, y los dos cartuchos que contienen el nombre del faraón Ptolomeo I. Según Gonzálvez, lo más importante es, sin duda, "una inscripción jeroglífica que aporta valiosa información sobre la fundación del templo, su nombre y los dioses a los cuales estuvo dedicado" y el hecho de que "por primera vez, aparecen en una misma inscripción los cinco nombres protocolarios del faraón Ptolomeo I". A partir de los materiales recuperados, se muestra la reconstrucción hipotética del templo que hace dos mil años se erigió en la ciudad, y de igual modo a partir de miles de fotografías se ha podido hacer una reconstrucción en 3D y obtener una reproducción exacta tridimensional de algunos de estas hileras de bloques, de un tramo de muro que podría corresponder a una puerta y las cuatro hileras superiores de una esquina, que recoge incluso las marcas de la excavadora que las encontró. Las tareas de excavación permitieron constatar, según Gonzálvez, que los sesenta bloques del templo ptolemaico fueron utilizados en el siglo VI para la construcción de una iglesia cristiana copta, concretamente los cimientos y algunos elementos del pavimento. Todos los bloques encontrados formaron parte de las cuatro hileras superiores del templo faraónico, por lo cual se puede deducir que el templo estaba bien conservado en el momento que los constructores de la iglesia comenzaron su desmantelamiento.