Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Reto obligado para todo deportista moreliano, un icono del sur, un pasadizo al pasado; todas esas son algunas de las denominaciones que reciben las Escaleras de Santa María de Guido, un trayecto de más de 280 escalinatas cantera que comienzan a en la avenida Camelinas y desembocan en el Tangaxoan II en un impresionante mirador de la ciudad de Morelia. En las imágenes más antiguas de la capital michoacana pueden apreciarse las escalinatas en blanco y negro, rodeadas de árboles y escoltadas por dos altos anuncios que ofrecían información. Un hombre con sombrero posa en medio de la fotografía, de espaldas a ese camino que parece interminable, pero que en realidad solo lleva a la tenencia de Santa María. Aquella era la época de la Morelia antigua, del Parque Juárez, de la Casa del Cristal. De acuerdo con archivos históricos, el Parque Juárez, que antes se ubicaba en la zona sur de la ciudad, sobre la avenida Camelinas, fue establecido a inicios de 1900 y se convirtió en una de las zonas preferidas de las familias morelianas, junto con el Palacio de Cristal o Casa de Cristal, una distintiva edificación que funcionó restaurante, nevería, salón de fiestas, casa de juegos, museo de historia natural e incluso burdel. En ese entonces, las escaleras de Santa María formaban parte del entorno del Parque Juárez y la Casa de Cristal, un trayecto más que los morelianos de la época tomaban para dirigirse de un punto a otro de este Centro de actividades de la capital, con su construcción en cantera rosa que se convertiría en la piel distintiva del patrimonio histórico de la ciudad de Morelia. Fue durante la década de 1970 que la modernidad llegó para cambiar la apariencia de la zona sur de Morelia. Con el proyecto de crear un libramiento de la ciudad, la necesidad de circulación de los vehículos automotores quedó por encima del Parque Juárez y de la Casa de Cristal, ambos elementos desaparecieron del paisaje urbano, el cual ahora se ha convertido en la zona que suma a los senadores de Santa Cecilia, el monumento de las Estelas de la Constitución y el Parque Zoológico Benito Juárez. Uno de los pocos componentes que sobrevivió fueron las escaleras de Santa María. Mientras todo el entorno se transformaba o desaparecía, los 280 escalones permanecieron en el mismo lugar, como un trozo de Morelia perdido en el tiempo o un pasadizo hacia el pasado. Hoy en día, los principales visitantes de las escaleras de Santa María son deportistas, entre los aficionados al atletismo este es un lugar obligado para poner a prueba la resistencia cardiovascular y la fuerza de los músculos. Cientos de morelianos se han lesionado cumpliendo este reto, se han quedado a la mitad del camino o han llegado hasta la cima para tomarse una “selfie” o simplemente cumplir una satisfacción personal. Sin embargo, las escaleras de Santa María no son un espacio detenido en el tiempo sino que el tiempo y otros factores de la ciudad le pasaron facturas de sus años ya iniciado el siglo XXI, pues alrededor del año 2018 se hizo un conteo de los daños de las escalinatas, que presentan decenas de grafitis, piezas de cantera faltantes, así como un mal estado general del sitio en general, porque en ocasiones aparecía repleto de basura. Tras hacer este diagnóstico, la entonces Gerencia del Patrimonio Cultural de Morelia encabezó el mantenimiento y restauración de este icónico sitio, al retirar y cubrir decenas de grafitis, emprender una limpieza general, corregir la estructura de algunos de los elementos dañados y reponer piezas de cantera faltantes. Las autoridades de ese entonces consideraron que esta era una inversión sobre el patrimonio histórico de la capital michoacana, el cual no se encuentra exclusivamente en la zona Centro. Hoy en día, cualquier moreliano puede acudir a este punto de la ciudad y tratar de ascender por los 280 escalones, intentar aislarse del ambiente urbano y por un momento sentir que regresa a la Morelia del siglo pasado. Llegar al final del ascenso y ver a lo lejos la Catedral Metropolitana de la ciudad.