Buenos Aires.- El ambiente y los sabores de las populares taquerías mexicanas fueron replicados con éxito en Buenos Aires gracias a “La Fábrica del Taco”, una cadena única en su tipo que ya se transformó en un emblema gastronómico en esta capital. Hace nueve años, el empresario mexicano Federico Lobeira abrió la primera sucursal en el barrio de Palermo, que con sus cientos de bares y restaurantes es una de las zonas preferidas para la vida nocturna de Buenos Aires. En ese momento, en la ciudad ya había algunos restaurantes mexicanos, pero a nadie se le había ocurrido dedicarse únicamente a preparar tacos como una alternativa de comida rápida pero sabrosa. Uno de los secretos de Lobeira, quien poco tiempo después se asoció con Jonathan Gutiérrez, fue la decisión de traer a taqueros directo de México, lo que garantizó que los platillos tuvieron sabores auténticos, algo que era su principal preocupación. El éxito fue inmediato, porque argentinos y turistas de infinidad de países que suelen pasear por Palermo descubrieron el encanto de comerse unos buenos tacos acompañados de una cerveza fría o una buena margarita. La decoración y el servicio fueron fundamentales porque los colores, papel picado y artesanías remiten de inmediato a México y, al igual que en cualquier taquería, no hay vajillas finas ni cubiertos: los tacos se comen con la mano. Para los mexicanos residentes en Buenos Aires, "La fábrica del taco" se convirtió en un oasis que les permite saborear, a ocho mil kilómetros de distancia, tacos "de a de veras", en tortilla de maíz o de harina de trigo, con agua de horchata y jamaica, más un poco de guacamole o frijoles refritos. Los más demandados son los de al pastor, seguidos de los de carne asada y las carnitas, además de que, en atención a la diversidad de paladares, las salsas van de suave a extrapicante. El proyecto creció tanto que “La fábrica del taco” ya ha recibido más de 200 ofertas de franquicias y propuestas de aperturas en distintos países.