Notimex / La Voz de Michoacán Ciudad de México. Hija de Salvattore Patti y de Caterina Chiesa Barilli-Patti, no es de extrañar que la soprano Adelina Patti se convirtiera en el prototipo de una diva del siglo XIX, menos aún que su nacimiento se rodeara de leyenda, cuando su madre por poco da a luz en un escenario madrileño. Sus biógrafos cuentan que Adelina nació el 27 de septiembre de 1919, y que en lugar de llorar como todos los bebés, ella se anuncio al mundo con un potente do agudo, iniciando el mito por la que hoy se le recuerda como una de las principales figuras de la ópera y, por mucho, la mejor pagada de su época. Con la música en la sangre, de niña viajó a Estados Unidos, donde con sólo ocho años de edad hizo su primera aparición en el Teatro Italiano de Nueva York, expone el libro “Crónicas y artículos sobre teatro”, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sin embargo, varios años después, y tras haber viajado por América del Norte y del Sur y las Indias Occidentales, en noviembre de 1859 realiza su debut en la ópera “Lucia di Lammermoor”, del compositor italiano Gaetano Donizetti (1797-1848), con el papel de Lucía en la Academia de Música de Nueva York, con lo que comenzó su triunfal carrera en el arte lírico, agrega el portal electrónico “britannica.com”. Su éxito fue extraordinario e ininterrumpido a partir de ese momento, que abrió paso a su carrera en todos los escenarios del mundo, sobre todo en las ciudades de París, Madrid y Londres, donde debutó en 1861, con “La sonnambula”, del compositor italiano Vincenzo Bellini (1801-1835). Durante los siguientes 23 años, agrega el portal electrónico “biografiasyvidas”, pasó de un repertorio virtuoso de Mozart, Rosinni, Bellini y Donizetti, a un mayor sentimiento dramático, bajo la dirección de su segundo marido, el cantante de ópera Ernesto Nicolini (1834-1898). Pronto se convirtió en la intérprete preferida del compositor francés Charles Gounod (1818-1893) y el compositor italiano Giuseppe Verdi (1813-1901), pues su voz con una agilidad única, se extendía desde el La grave al contra Fa. A pesar de ser considerada una soprano dulce y deslumbrante que conquistó a todos los que la escucharon, su leyenda, incluía rumores sobre que se negaba a ensayar y que exigía cantidades de dinero exorbitantes por cada actuación. Aunque a voz de la “Prima Donna” era considerada pequeña, era notable por su amplia gama, regularidad de la producción y pureza de calidad, hasta el punto en que Verdi la declaró la cantante más grande que él nunca había oído.