Venecia.- Con la instalación “La vida en los pliegues” (Life in the folds), del creador Carlos Amorales, fue inaugurado hoy el pabellón de México en la 57 Exposición Internacional de Arte-La Biennale di Venezia. “Podemos calificar el trabajo de Carlos como una obra de arte total, en la que confluyen diferentes disciplinas, no solamente las artes visuales, sino también la impresión, el diseño gráfico, la música, el teatro, la literatura, la poesía y el performance”, explicó el curador de la muestra, Pablo León de la Barra. Dijo que todas esas disciplinas juntas crean una totalidad en la que unas activan a otras, pero también cuestionan la función de cada una. El proyecto es el resultado de una amplia investigación donde el artista introduce un lenguaje formal que se despliega a través de los distintos trabajos incluidos. El título hace referencia a la novela homónima de Henri Michaux publicada en 1949, mientras la instalación comienza con un conjunto de poemas escritos a través de un abecedario encriptado creado por el artista con figuras tridimensionales. Los textos, deplegados sobre mesas que remiten a hojas de papel, implican una transición de lo tipográfico a lo fonético. El propio Amorales explicó que lo que hizo fue un sistema de lenguaje que pueda encriptar textos. Se trata, dijo, de un lenguaje que a primera vista no es legible, pero que si es descifrado el espectador se da cuenta que puede decir algo. “De ahí lo pasé a sonido. Hice que sonaran esas letras y cree este instrumento que son ocarinas con distintas formas”, señaló. Es decir, cada carácter es también un instrumento de viento hecho de cerámica: una ocarina que al tocarse emite un sonido particular con cada letra. Este lenguaje codificado puede ser interpretado verbalmente, pero también usado como nota musical. “Carlos usa ese nuevo lenguaje para producir una comunicación que no es intelectual, sino visual, algo que te obliga a querer entender lo que estás viendo”, explicó León de la Barra. Dijo que un millar de ocarinas establecen una compósición gráfica con las 92 partituras de papel desplegadas en las paredes del pabellón. El curador precisó que las ocarinas o especie de flautas son activadas por un conjunto musical mexicano que interpreta libremente las partituras y que hizo también la banda sonora para la animación del filme de Amorales, que es un elemento central en la instalación.