El escritor y periodista Tomás Granados Salinas, gerente editorial del Fondo de Cultura Económica (FCE), informó que deja de ejercer el cargo, debido a que fue inhabilitado durante un año por presuntamente haber usurpado “funciones de alguien más” en el Fondo. En una carta enviada a medios y compañeros, Granados Salinas denunció que se trata de una resolución “injusta y agraviante“, derivada de haberse comunicado con colegas de las filiales del FCE en el extranjero. A continuación, la carta completa: Con esta carta quiero comunicarles que he dejado de ejercer el cargo de gerente editorial del Fondo de Cultura Económica. ¿La causa? La resolución de un funcionario de la contraloría, por la cual estoy inhabilitado durante un año para “desempeñar empleos, cargos o comisiones en el servicio público”. ¿Y por qué merezco la máxima sanción que establece la ley para las faltas que no hayan generado daños y perjuicios, ni beneficio personal o lucro? Por la suposición de que, al comunicarme con mis colegas de las filiales del Fondo en el extranjero, usurpo funciones de alguien más. Intentaré por la vía jurídica revertir una sanción que a todas luces considero injusta y agraviante, pero no para conservar el puesto en una de las más longevas y generosas instituciones culturales del país: lo que me importa es impedir que haya una mancha infundada en la ruta que he recorrido como servidor público, que es en lo que ipso facto se convierte un editor al trabajar en el Fondo. Sobra decir que desde marzo de 2013, cuando fui nombrado al frente de la Gerencia Editorial por José Carreño Carlón, en todo momento ejercí las funciones que me asignaba el Estatuto Orgánico del Fondo y procuré que las actividades editoriales —desde la recepción y búsqueda de originales hasta las más diversas acciones promocionales, pasando por la contratación y la traducción de obras, la venta de derechos y el establecimiento de acuerdos de coedición— tuvieran el mayor alcance global, suscitaran disfrutes y debates, y conservaran la calidad que ha caracterizado a esta editorial octogenaria; lo que yo haya hecho en este periodo, bueno o malo, sólo aspiró a honrar la tradición de esta escuela editorial. Quiero agradecer a todos aquellos con los que, dentro y fuera del Fondo, pude colaborar durante los casi siete años en que, a diario, tuve la dicha de abrevar en este oasis.