Javier Marín y sus esculturas monumentales

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Foto: La Voz de Michoacán Obra de Javier Marín

Astrid del Angel/La Voz de Michoacán

Las próximas obras del escultor michoacano Javier Marín podrían cambiar los conocimientos que tenemos de su obra. “Mi trabajo está dando una vuelta rara, está resultado en trabajo bidimensional, ya no tanto en escultura, pero es parte del proceso y me gusta muchísimo”, aseveró el artista originario de Uruapan.

PUBLICIDAD

Marín expone en Morelia una obra que le tardó 25 años, ya que está construida a partir de fragmentos de esculturas del artista, realizadas desde hace 25 años a la fecha, mientras que el proceso de unión en los dos aros fue de seis meses.

Se trata de los Chalchihuites, que se exhiben en el patio del Centro Cultural Clavijero (CCC) y que evocan una gota de agua y una gota de sangre para referirse a la igualdad entre los seres humanos, en particular la relación de los mexicanos ye españoles, ya que estas esculturas fueron ideadas para una exposición en la Casa de América en Madrid.

PUBLICIDAD

Además, en la calle Nigromante están dos esculturas monumentales que muestran el gusto de Marín por el arte público, “cuando te encuentras algo en un espacio público no hay ni siguiera la necesidad de entrar a un museo para tener una experiencia artística o un diálogo con  un trabajo artístico, eso me gusta mucho”, comentó en entrevista con los medios de comunicación locales.

El objetivo es romper con la monotonía, “que la gente en su cotidianidad, en su ir y venir en la calle, en sus lugares, que puedan ver intervenido su espacio, esto le da una nueva lectura a un espacio que parece que ya teníamos entendido”, explicó.

De esta forma, el artista se plantea “crea diálogos con el entorno urbano, con la gente, en vez de esperar a que la gente venga a los recintos culturales, que también  hay obra de arte que así tiene que ser, me encanta cuando vamos a buscar a la gente y sorprenderla”.

Para realizar este tipo de esculturas de gran formato que Javier Marín gusta mostrar en las calles de las ciudades, “el proceso es largo, hay muchos bocetos, muchos estudios; el tamaño es complicado, para lograr hacerlas hay que trabajar en la planeación, sobre todo cuando va a estar en espacios públicos, tiene que ser seguras y bien construidas”.

Para lograr sus objetivos trabaja con un equipo de fundidores  “yo les platico como una fantasía  de lo que quiero y trabajan y lo hacen”.

Se mostró entusiasmado por la posibilidad de estar presente con su obra en Uruapan, lugar donde pasó su infancia, y donde el próximo 31 de octubre abrirá una exposición individual en la antigua Fábrica de San Pedro, una colección bajo el nombre de Claroscuro