Bordando historias: Las manos mágicas de Teófila Servín

Hábilmente, con hilo y aguja Teófila va creando sobre la tela donde se representan las escenas de actividades domésticas cotidianas

Foto: Pablo Aguinaco

Erandi Avalos colaboradora de La Voz de Michoacán

Teófila Servín es maestra artesana. Heredó la habilidad del bordado de las mujeres de Santa Cruz, Municipio de Tzintzuntzan. Comenzó a los cinco años, por lo que reconoce y agradece a sus maestras: Lucila, Gertrudis Domingo, Consuelo, Tomasa, Bertha, Leonor. Ellas además de ser sus parientes son sus colegas y amigas; juntas formaron el grupo Vasco de Quiroga, del cuál Teófila fue secretaria durante veinte años.

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Guarda en la memoria que la señora Raquel, de San Juan Nuevo, fue de las primeras que bordó historias, mientras las mujeres de Santa Cruz solamente maquilaban punto de cruz para las comerciantes de Tzintzuntzan; pero recuerda con agrado cómo Juan Ceja, de parte de la entonces Casa de las Artesanías, fue a impulsar su creatividad a través de un taller y las inspiró para que inventaran sus propias escenas, que fueron creciendo cada vez más hasta convertirse en una nueva tradición que ha hecho destacar a la comunidad y ha fortalecido su economía. Hoy las escenas son interminables y cada bordadora pone su toque personal.

Hábilmente, con hilo y aguja Teófila va creando sobre la tela donde su esposo —y mejor amigo— Julio Flores ha dibujado las escenas a representar: actividades domésticas cotidianas como la cocina tradicional, la limpieza de la casa, el alimentar a los animalitos del corral. Labores del campo, la pesca en el lago de Pátzcuaro, la agricultura con yunta. También oficios como el mismo bordado y otros. Historias, leyendas, fiestas, paisajes, flora y fauna. También la arquitectura tradicional aparece en sus piezas y las celebraciones como la Navidad, Corpus, Semana Santa o la Noche de Muertos.

La maestra Teófila reconoce que ha sido afortunada por contar con el apoyo de su esposo, ya que sabe que hay otras mujeres de su generación con talento similar pero que no tuvieron la libertad de salir de su comunidad a difundir su trabajo, situación que ha cambiado y que permite que ahora más y más bordadoras se desarrollen como merecen. Juntos han construído una vida y un oficio que ha llevado a Teo a viajar por el mundo representando a Michoacán con una gran dignidad y así mismo han conocido a mucha gente de todo el mundo; eso ha enriquecido sus vidas y ha ampliado sus horizontes.

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Teófila y Julio enseñaron a sus dos hijos a bordar, pero es su nieta Estefanía quién heredó el gusto por este oficio. A sus nueve años ya domina la mayoría de las puntadas que su abuela le transmitió, asegurando que se mantendrán vivas por mucho tiempo más.

Contemplando su jardín nos platica que en 1996 ganó su primer concurso en Uruapan. Ahora tiene sesenta y cinco reconocimientos a nivel nacional e internacional pero dice que “la humildad siempre debe llevarse en el corazón”. Muchos años tuvo apoyos gubernamentales para viajar internacionalmente y espera que se retomen ese tipo de ayudas porque las invitaciones todavía le llegan de diferentes lugares. Algo que agradece es que ahora reciben el recurso e invitaciones  directamente de la Secretaría de Cultura a nivel federal. Desde hace algunos años solamente asiste a proyectos en los que los anfitriones cubren sus gastos, y no por soberbia sino por la dignidad de una maestra artesana que sabe cuánto ha trabajado para llegar a donde está.

De todas las publicaciones en las que se muestra el trabajo de Teófila, hay una que tiene especial afecto para ella: Bordados para ser contados, del escritor regiomontano Carlos Jesús Gómez, quien escribió dieciséis cuentos y rondas infantiles a partir de los bordados de Teófila. Esa publicación dió pie a una obra de teatro que se presentó en la Plaza de las Artes, del Centro Nacional de las Artes, con la participación de la Compañía Nacional de Danza Folklórica del INBA y el grupo del maestro Dimas. Desafortunadamente el libro no ha sido presentado ni en Tzintzuntzan ni en Pátzcuaro todavía.

En el kilómetro quince de la carretera que va de Pátzcuaro a Tzintzuntzan se encuentra Sanabria, lugar donde viven actualmente y donde abrieron una galería en la que se pueden encontrar sus historias bordadas. Vayan y comprueben que Teófila y Julio poseen un carisma personal del mismo nivel que su talento.


Yácata es una editorial con enfoque cultural, fundada por la escritora e historiadora del arte Erandi Avalos y el fotógrafo Pablo Aguinaco.