Texto: Erandi AvalosFotos: Pablo Aguinaco Michoacán.- En la mitad del siglo pasado, el michoacano Gonzalo Chapela y Blanco; quién fuera compositor, escritor, poeta, académico, político y abogado, escribió una de las canciones de amor más bellas de México, con la peculiaridad de que sus protagonistas eran el entonces rebosante, limpio y magnánimo Lago de Pátzcuaro y su pequeña isla de nombre Yunuén –como también se titula la canción referida–. Casi cuarenta años después otro gran personaje de la cultura michoacana: Tata Ismael García Marcelino, escribiría el dramático desenlace de esta historia de amor en una alegoría del adiós causado por la inminente muerte del lago: Canción del Lago a Yunuén. Esta canción se ha convertido en un réquiem por el Lago de Pátzcuaro que suena tanto en radios comunitarias como en reuniones y conciertos. Visionario, el artista advertía en esta obra el peligro que se cernía sobre el ecosistema lacustre, siendo ahora una catástrofe tal vez irreversible. Esta historia nos remite a la historia mítica de Hapunda, princesa enamorada del Lago de Pátzcuaro, que habitaba en la Isla de Yunuén y que los chichimecas quisieron raptar para casarla con su jefe. Para evitarlo, ella se arroja a las aguas de su amado para fundirse con él, pero resurge convertida en una hermosa garza blanca. Cuenta la leyenda que el lago vivirá mientras haya garzas y cuando éstas se extingan, el lago morirá de tristeza. Sorprende y conmueve la sabiduría que encierran las tradiciones orales de los pueblos originarios ya que la biodiversidad está intrínsecamente ligada, por lo que, sin un elemento, los otros no pueden sobrevivir y es justamente lo que está ocurriendo: sin bosque, sin peces nativos –pescado blanco, acúmara, trucha, tiro, achoque– sin lluvia, sin animales silvestres y sin garzas, el lago está siendo herido de muerte. Independientemente de los ciclos naturales de los cuerpos de agua, está claro que en el caso del Lago de Pátzcuaro hay una afectación por la injerencia humana (si es que podemos llamarnos humanos los que hemos cometido este crimen ambiental en pensamiento, palabra, obra y omisión). La Isla Yunuén forma parte de un conjunto de islas que se encuentran en el lago de Pátzcuaro, que cada vez son menos y están pasando a convertirse en montes con acceso por tierra, situación que unos lamentan y otros celebran, ya que las tierras se utilizan ahora para el cultivo y el pastoreo. El uso de lanchas que utilizan combustibles fósiles –que llegaron a ser 250–, la pésima política turística de la región, la plaga de lirio, la descarga de aguas residuales, el saqueo del líquido, la pesca indiscriminada para consumo no humano, son unas de las razones para que Yunuén y el Lago se despidan. Tata Ismael García Marcelino es un espíritu inquieto, talentoso, brillante y comprometido, Tata Ismael es escritor, poeta, cantante de pirekuas académico, profesor, investigador y un activista social muy respetado. Siempre compartiendo su saber sobre la cultura p´urhépecha con una autoridad nata que se equilibra con su humildad, dejando en claro su integridad y congruencia de vida. Menciona que “vienen cosas peores” (ni cómo contradecirlo), pero que la estructura de organización de las comunidades está garantizada y más fuerte que nunca a través de la cohesión familiar y comunitaria, optimismo que va acompañado de acciones precisas como la recuperación de la cosmovisión p´urhépecha que considera a todos los seres como entes vivos venerables, especialmente a Hapundani, el lago. La práctica del sistema etnoagroforestal en el Ekuaro o patio, el trueque de alimentos, objetos, artesanía y saberes entre pueblos hermanos, la recuperación de la memoria histórica y la defensa de Naná Echeri, la Madre Tierra; aseguran que la conciencia ambiental se va a reforzar. En esta canción se reflexiona sobre fenómeno del Lago de Pátzcuaro, que incluye la problemática de la migración al norte, cuestión que los políticos presumen al mencionar con orgullo las cantidades millonarias de remesas, sin entender que eso significan miles de familias separadas, de tierras abandonadas y de pérdida de identidad, sin olvidar la influencia negativa de algunas costumbres que se importan con los migrantes que regresan. Tata Ismael llama a los paisanos a recuperar su tierra y a confiar en la sabiduría de la naturaleza y de su cultura. Canción del Lago a Yunuén se ha convertido en una canción que tiene decenas de reinterpretaciones de varios grupos musicales, siendo La Bola Suriana el único que cuenta con el permiso directo del autor, quien sin embargo hace gala de su generosidad al asegurar que no le molesta que su pirekua se retome por cualquier grupo y cantante que así lo quiera, ya que considera que ahora ya no es de él sino del pueblo. Escuchen Canción del Lago a Yunuén e intenten no quebrarse en llanto: sea entonces un llamado a desafiar la alienación y regresar a nuestro sagrado origen. Erandi Avalos, historiadora del arte y curadora independiente con un enfoque glocal e inclusivo. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección México y curadora de la iniciativa holandesa-mexicana “La Pureza del Arte”. erandiavalos.curadora@gmail.com