¿Conoces a Curicaueri? Deidad suprema de los antiguos tarascos

Los Tarascos Uacúsechas, tuvieron una deidad tutelar a quien rendían sus más importantes ceremonias, hablamos de Curicaueri.

Dante Martínez

Los tarascos o antiguos Purépechas al igual que otros pueblos mesoamericanos, tuvieron una gran cantidad de cultos dedicados a una amplia variedad de deidades que estaban intrínsecamente ligadas a los fenómenos de la naturaleza y los elementos de la tierra; siendo así, seres capaces de tomar diversas formas (antropomorfas, zoomorfas, astros y fenómenos de la naturaleza entre otros), que a su vez se encargan de guiar y definir el destino de los seres humanos, atados a sus designios.

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A la fecha, siguen existiendo muchos huecos respecto a la religión tarasca, pues desafortunadamente gran parte de los documentos históricos escritos por diversos cronistas del siglo XVI, se perdieron, quedando solamente algunos relatos dispersos, siendo los más completos, los que se encuentran en “La Relación de Michoacán” (a pesar de que en dicho documento se perdió su primer capítulo que hablaba precisamente de la creación del mundo, el ser humano y de los dioses, según la cosmovisión tarasca) y el relato de la creación del mundo rescatado por el fraile Jesuita Francisco Ramírez en su relación de 1585. Es así que, gracias a estos relatos y muchas otras referencias encontradas en otros documentos etnohistóricos de los siglos XVI y XVII principalmente, sabemos que los Tarascos Uacúsechas, tuvieron una deidad tutelar a quien rendían sus más importantes ceremonias, hablamos de Curicaueri.

Curicaueri, es uno de los dioses celestiales, y aunque no hay mucha certeza sobre su origen o como fue creado, sí se sabe que tenía varios hermanos, conocidos como los Tiripemencha, entre los que destaca Hurendeuacara, su hermano gemelo, deidad tutelar del pueblo de Curinguaro, asociado a la guerra y al lucero de la mañana (el planeta Venus); mientras que Curicaueri, fue considerado como el señor del fuego, aunque también tiene atributos propios de la guerra, la cacería y se asociaba no solamente al fuego, sino también a materias primas como el oro y la obsidiana.

“La Relación de Michoacán” nos dice que Curicaueri era la deidad que acompañaba a los Uacúsechas en su peregrinar. Su primer templo, se trató de una modesta troje erigida por los Uacúsechas en el monte Uirugarapexo cercano al poblado de Zacapu, no obstante, los Uacúsechas estuvieron poco tiempo en dicho paraje, para posteriormente moverse a un poblado de nombre Zichaxaquaro, donde se construyó otro templo a dicha deidad, para después establecerse por un prolongado tiempo en la ciudad de Guayameo (hoy Santa Fe de la Laguna) y eventualmente, moverse a la ciudad de Pátzcuaro donde Curicaueri estuvo bajo resguardo del célebre líder de los Uacúsechas: Taríacuri.

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Posteriormente, Curicaueri se manifestó físicamente como un hombre tiznado de negro y portando un arco y flechas, a Hirepan (sobrino de Taríacuri) quien se encontraba en el monte Tariacaherio (actualmente Tariaqueri o Thariata K’eri), e Hirepan llevó a Curicaueri a la ciudad de Ihuatzio donde estuvo por un tiempo, hasta que el Irécha Tzitzipandácuare, terminó por llevarse a la deidad a la ciudad de Tzintzuntzan donde tuvo su templo hasta la caída del imperio tarasco.

Desafortunadamente, se sabe poco sobre la apariencia de Curicaueri, en “La Relación de Michoacán”, se describe aparentemente como una roca de la cual se desprendían navajas (por lo que presupone que probablemente era un núcleo de Obsidiana), no obstante, también otras fuentes históricas mencionan la existencia de ídolos o esculturas que representaban a dicha deidad y que hasta la fecha no se ha lograron afirmar la existencia de alguna de estas arqueológicamente hablando.

Sin embargo, se hace mención que Curicaueri también podía tomar forma de animales, especialmente de águila (con una verruga en la frente), pues esta es una de las formas que tomó para comunicarse con una concubina del pueblo de Ucareo y para darle el aviso de que “nuevos hombres llegarían a la tierra”, (refiriéndose a los españoles).

Curicaueri a su vez, tuvo varias fiestas, y muchas guerras y conquistas se hicieron a su nombre, siendo también aquel que decidía quien sería el gobernante del poderoso pueblo tarasco.


Dante Martínez Vázquez, licenciado en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Colaborador de los proyectos PAPAPCSUM y REPIMTAR del centro INAH, Michoacán. Actualmente cursa la maestría en Historia en la facultad de Historia, de la UMSNH.

Email: Dante_dalton@outlook.com Academia.edu / Dante Martínez Vázquez