El ave Zambrano y el sueño de la libertad

Su palabra, su pensamiento, siempre pareció emerger de un tiempo anterior a la razón poética

Liliana David, colaboradora La Voz de Michoacán

Ahora que está a punto de terminar marzo, en el alba de la primavera que ha hecho brotar las flores violetas y amarillas en los campos, quisiera abrir una ventana para asomarse y mirar, desde la perspectiva que ofrece el tiempo, la historia poco conocida de “una mujer sensible, de tierno corazón, inteligencia aguda y alma permeable”, como fue María Zambrano. Con estas cálidas palabras, el novelista Camilo José Cela describió a la filósofa española, quien, en 1988, apenas tres años antes de que la muerte la encontrara en Madrid, fue galardonada como la primera mujer escritora en recibir el Premio Cervantes, el máximo reconocimiento que se otorga en nuestro idioma.

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Durante el discurso leído en la ceremonia que se celebró el 23 de abril de 1989, Zambrano evocaría, con gran amor a sus recuerdos, “una hermosa ciudad de México, Morelia”. Fue en esta ciudad donde pasó una breve pero significativa parte de su exilio. Las confesiones hechas en forma epistolar a su amigo, el periodista Waldo Frank, así lo corroboran, al demostrar el peso y la fuerza que tuvo en la vida de María Zambrano su paso por la capital michoacana. A partir de ella, su exilio aún se prolongaría durante 45 años más, hasta su vuelta para dormir el sueño eterno en la patria que tanto amó, como confesó un día con melancolía: “Es lo que me ha sucedido siempre con España; fuera de mí no ha estado nunca; yo, dentro de ella, no he podido estar”.

Salamanca, ciudad que pertenece a la comunidad de Castilla y León

Su palabra, su pensamiento, siempre pareció emerger de un tiempo anterior a la razón poética, y, en casi medio siglo de destierro, yendo de una tierra a otra, su voz consiguió brotar y poner orden en su interior, en su propia alma. De todos los países donde se exilió, México representó la primera parada. La ciudad de Morelia fue donde pasó nueve meses, un tiempo en el que toda mujer sabe esperar por el nacimiento de un ser único. Pero el ave Zambrano, lo que en realidad dio a luz fue una verdad, una muy profunda, la verdad del ser exiliado, igualmente dolorosa. Según su testimonio, “pocas situaciones hay como la del exilio para que se presenten como en un rito iniciático las pruebas de la condición humana. Tal como si estuviese cumpliendo la iniciación de ser hombre”. En este caso, la de ser y existir como mujer en tiempos de entreguerras.

Al igual que Morelia, Salamanca es una ciudad universitaria

Precisamente la hazaña de su exilio la puso en el camino de Morelia, aquella “ciudad preciosa, muy dorada y que le había recordado levemente a Salamanca” [la ciudad española], por las “mismas piedras doradas, idéntica desolación espiritual, pero más pesada, más gravitante”. En esta ciudad hubo de convertirse en la primera profesora de filosofía con un satisfactorio sueldo concedido por la Universidad Michoacana de San Nicolás en aquella época. La española había llegado en abril de 1939, cuando Morelia tenía cerca de 40 mil habitantes. La ventana de la pequeña ciudad se abría hacia el resto del mundo gracias a los periódicos y el cine, las dos únicas cosas que demostraban que vivía en el siglo XX; por lo demás, no había mucha vida de ocio, ¡ni tertulias literarias!, como aquellas a las que estaba acostumbrada a asistir la joven, a la que le gustaba verse acompañada por sus colegas en el gran ambiente citadino que poseía Madrid a principios de los años treinta. El contraste con los recuerdos de esa efervescente vitalidad cultural habrá contribuido a avivar su añoranza e influido para que, con el transcurrir de los meses, la filósofa decidiera abandonar la quietud moreliana, dispuesta a continuar su camino errante, su andar peregrino, como exiliada en La Habana. 

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Catedral de Salamanca, con estilo gótico tardío, renacentista y barroco

La joven de 35 años que había llegado a Morelia sufrió una suerte de desencanto vital, al que se sumó el desencuentro con el entonces rector nicolaita, Natalio Vázquez Pallares, quien, de manera contraria a lo comprometido con Daniel Cosío Villegas -miembro del patronato de la recién creada Casa de España en México-, no sólo demandó a la filósofa encargarse de más horas de las acordadas para sus clases, sino que también le enfatizó que no existía la libertad de cátedra para los profesores y que, en cualquier caso, tampoco tenían la libertad de elegir una postura ideológica o política. Desde luego, aquello le habrá caído como un balde de agua fría a la pensadora, quien lo único que pudo llevar consigo de España, tras huir de la guerra civil, fue su propio sueño de libertad. ¡Sí, de libertad! Morelia la abrazó durante esos meses y le abrió el camino hacia la inmensidad de su exilio, en el que tantas verdades se le revelaron. El ave Zambrano tuvo que aprender, como una mujer en soledad y abandono, a abrir las alas y a cernerse, para mantenerse firme en el aire sin alejarse de la vida. Un ave que supo surcar los cielos hasta reencontrar el camino de vuelta a casa, camino que la llevó a morir, a descansar por fin, como ella deseaba, en la que una vez fue su patria. Dos grandes acontecimientos ocurrieron en plena primavera que nos hacen rememorar la vida de María Zambrano: su nacimiento el 22 de abril de 1904, y el primer día que pisó las aulas de la Universidad Michoacana, un 9 de mayo de 1939. Mientras acontecía la Segunda Guerra Mundial, de lo único de lo que les pudo hablar a sus pacientes y jóvenes alumnos el ave Zambrano fue “de la idea de la libertad en Grecia”. ¡Qué grande, mujer!

María Zambrano con los miembros de la Generación del 27. Imagen de archivo de la Fundación María Zambrano

Citas y números

 “Una mujer sensible, de tierno corazón, inteligencia aguda y alma permeable”, Camilo José Cela sobre María Zambrano

“Morelia, ciudad preciosa, muy dorada y que le había recordado levemente a Salamanca, por las mismas piedras doradas”

1937 comienza la Guerra Civil en España

1939 inicia la Segunda Guerra Mundial

35 años tenía cuando llegó a Morelia

86 años tenía Zambrano cuando murió

Liliana David es Doctora en Filosofía por la UMSNH. En 2001, comenzó su trayectoria como periodista cultural en los principales diarios del estado (Provincia, Sol de Morelia y La Jornada Michoacán). Del 2006 al 2013, fue reportera de la sección de cultura en La Voz de Michoacán y, tras siete años de diarismo, inició sus estudios de posgrado en la Maestría en Filosofía de la Cultura de la UMSNH, participando en Congresos y Seminarios internacionales tanto en México como Argentina y España. Desde el 2021, colabora en larevista española Contexto (Ctxt) y en Diario Red. Ha publicado en el libro colectivo Ctxt, una utopía en marcha, editado bajo el sello de Escritos Contextatarios. Actualmente, tiene interés en la investigación de las relaciones entre la literatura y la filosofía, la identidad y la migración, así como en la divulgación del pensamiento a través del periodismo.