El ex Colegio Jesuita, bajo la lupa

Surgen dudas sobre el taller de grabado y, en general, sobre el futuro del reconocido centro cultural de Pátzcuaro

Víctor E. Rodríguez Méndez

A poco más de dos meses que el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, entregó a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) el expediente para que Pátzcuaro obtenga el reconocimiento de Patrimonio Mundial en la categoría de Sitio de Memoria Histórica, el Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita vive un cisma que de súbito ha despertado el interés, la curiosidad y varias demandas por la situación que vive uno de los espacios emblemáticos de la ciudad lacustre, mismo que, a partir de 2003, está a cargo de la Secretaría de Cultura (SECUM) del gobierno de Michoacán.

PUBLICIDAD

Todo ello, a raíz de la publicación de la carta de renuncia original de la ex directora del recinto, Sofía Stamatio Contreras, el 2 de febrero de 2025, en la que hizo diversos señalamientos acerca de las carencias administrativas y de mantenimiento del edificio; de manera concreta, compartía sugerencias y puntos rojos que pudo identificar a lo largo de los tres años que estuvo al frente del ex Colegio Jesuita.

En una publicación del 12 de febrero en sus redes sociales, la ex funcionaria señaló: “Estando dentro y siguiendo las normas institucionales por tres años no logré que se visibilizaran lo suficiente las necesidades de nuestro querido Jesuita. Esperemos que desde fuera el grito se escuche en los oídos correctos”.

Lo que más movió a la sorpresa e indignación fue la revelación del presupuesto anual que recibe el ex Colegio Jesuita por parte de la Secretaría de Cultura: 169 mil pesos en 2024 y 136 mil en 2025. Sobre el llamado de atención de colectivos y artistas sobre el centro cultural, Sofía señala: “Espero que la indignación ciudadana alcance el punto de generar cambios sustantivos y que las instituciones lleguen a servir de verdad”.

PUBLICIDAD

La secretaria de Cultura, Tamara Sosa, en entrevista para este suplemento reconoce al respecto que “siempre viene bien más presupuesto, eso no lo vamos a negar, no sólo en torno al ex Colegio, sino en general”. Sin embargo, aclara que el monto que se ha dado a conocer públicamente “no es el total del presupuesto anual”, dado que “es imposible que un espacio como ese funcione con esa cantidad de recursos”.

Tamara Sosa explica que la SECUM es una suma de áreas y cada espacio tiene un presupuesto. Es así que para el ex Colegio Jesuita se destinan 2 millones 281 mil pesos, distribuidos en sueldos y salarios, adquisiciones con cargo y sin cargo al presupuesto, equipo de cómputo, Festival Vagamundo y el taller de gráfica. En este año, agrega la funcionaria, “por parte de la Dirección de Patrimonio aún quedan 400 mil pesos por ejercer para servicios de infraestructura”.

Agrega que han sido muchos años “en los que no se les hizo nada a los recintos”, según dice. “Hoy estamos llegando a un punto en el que muchas veces ya no son temas de prevención, sino que tenemos que hablar de obras mayores, y el Jesuita no es la excepción. Se va atendiendo conforme van saliendo diferentes temas, y nos interesa ser lo más responsables que podamos”.

Tamara señala que actualmente se desarrollan diversas obras de restauración, especialmente en el taller de gráfica y el salón de música. Sin embargo, al momento de hacer las reparaciones “nos dimos cuenta de que era algo mayor, por lo que es una obra adicional a la que se tenía pensado y aún no han terminado”.

La artista gráfica Berenice Torres, afincada en la ciudad lacustre, al ser consultada considera que el Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita “es un lugar hermoso con su valor cultural e histórico, pero que no le interesa a la Secretaría de Cultura, lo ven como un ente que no saben qué hacer con él o no les interesa para darle un presupuesto para que realmente funcione”. Añade que el ex Colegio Jesuita “no funciona como podría funcionar: un centro cultural que satisfaga las necesidades de los diferentes públicos patzcuarenses y, sobre todo, también se necesita de mucho trabajo de promoción”.

En la sede parisina, Ramírez Bedolla resaltó el interés de su gobierno “por preservar y difundir la riqueza cultural y tradicional de Pátzcuaro para que sea orgullo de Michoacán, de México y del mundo”, aun cuando los señalamientos públicos han sido en el sentido de que el propio gobierno estatal no ha mostrado la preocupación suficiente por mantener a flote dignamente su principal centro de promoción cultural en la ciudad lacustre, tal como se ha desvelado en los últimos meses.

Tamara Sosa asegura que el expediente entregado a la UNESCO incluye un diagnóstico “muy pormenorizado no sólo del Jesuita, sino de los diferentes recintos”, según señala. “Es un diagnóstico muy detallado que nos va a servir para hacer un proyecto integral con el que podamos hacer muchas más intervenciones anuales. Se entregó a la par un plan de manejo con cosas muy específicas a las que se comprometen los diferentes gobiernos, tanto municipal como estatal, para la conservación de nuestro patrimonio”. 

Así, mientras se intenta relanzar a Pátzcuaro como una joya del turismo cultural, el Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita se sostiene apenas en medio de una controversia que, sin embargo, le ha dado una nueva visibilidad.

Un referente de las artes gráficas

Una de las preocupaciones particulares que emergieron de la situación del ex Colegio Jesuita es lo que concierne a las condiciones en que opera el taller de grabado, que desde su fundación en 2003 era llamado a ser uno de los principales centros de producción gráfica en México, tal como lo fue el Centro de Formación y Producción de Artes Gráficas de Colima “La Parota”, creado en 1996 a instancias del Gobierno del Estado de Colima, a través de su Secretaría de Cultura y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Centro Nacional de las Artes.

“La Parota” y el taller de grabado de Pátzcuaro nacían entonces como parte de un proyecto nacional de descentralización y con la mira de ser espacios detonadores de procesos artísticos y culturales, tanto a nivel local y regional como nacional, a partir de contar con la participación de las y los artistas más importantes de la gráfica del país en materia de producción, formación y especialización.

“El grabado tiene unas particularidades y técnicas y procesuales que no todo mundo tiene ni el carácter ni el interés de adentrarse”, afirma Berenice Torres. “Son técnicas de uso contemporáneo que nunca van a caducar porque tiene esa gran característica del original múltiple, o sea, de la multiplicidad, de crear series y ediciones”. La edición y los impresos representan una riqueza maravillosa para guardar en la memoria, añade Berenice. “Creo que si se viera así también actualmente, las instancias gubernamentales entenderían mejor su función”.

Desde su creación, el taller en Pátzcuaro ha albergado actividades sobre técnicas tradicionales como la litografía y el huecograbado, además de contar con la presencia de artistas nacionales e internacionales como José Luis Cuevas, Irma Palacios, Magali Lara y Demián Flores, entre otros. La producción continua del taller de gráfica ha propiciado hasta la fecha la creación de un importante acervo gráfico que en algún momento se cuantificó en cerca de mil obras de más de 300 artistas que han trabajado en este importante centro cultural de la región lacustre michoacana.

La también curadora, museógrafa y gestora cultural Berenice Torres, quien estuvo en el arranque del taller y fue responsable por ocho meses recientemente, resalta la importancia de que el espacio recobre las funciones y objetivos con los que fue planeado, de manera particular la profesionalización de las técnicas de grabado y el intercambio. “El hecho de que viniera un artista y diera una charla o un taller, y a la vez produjera fue muy gratificante y enriquecedor para el gremio artístico, y que dejara parte de su producción en el taller permitió que el Jesuita se fuera haciendo de un acervo, que si se usara bien ayudaría a mantener las necesidades generales de producción del taller de grabado”.

El taller de gráfica cuenta, a saber, con la maquinaria y el material necesario para la producción litográfica y técnicas afines como siligrafía, algrafía o litografía, además de técnicas tradicionales de grabado en metal y relieve. También cuenta con la posibilidad de realizar procesos serigráficos y electrólisis, además de herramientas para hacer piezas de cerámica con distintas mezclas de barros y arcillas de la región.

Berenice Torres asegura que para mantener activo el taller “se necesitan profesionales de la misma disciplina, dado que se debe coordinar y ser a la vez un excelente impresor y un buen técnico”. Insiste en que el ex Colegio Jesuita, con su valor cultural e histórico, “no le interesa a la Secretaría de Cultura, lo ven como un ente que no saben qué hacer con él y no les interesa dar un presupuesto para que realmente funcione”.

A mediados de 2024, según Sofía Stamatio, se tuvo que cerrar el taller de grabado por el riesgo de colapso del techo debido a la humedad y a que las goteras comenzaron a dañar los tórculos.

En diciembre de 2024 la SECUM reabrió el taller de grabado del Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita de Pátzcuaro, con la idea de consolidarlo “como un referente para las artes gráficas en la región, retoma su vocación con el propósito de convertirse nuevamente en un punto de encuentro creativo”, según lo señalaba un comunicado institucional. Pese a los imponderables, el artista visual Christian Cortés Madrigal, oriundo de Erongarícuaro, reactivó el taller y junto a Rosalio García y Bruno Aroesty coordinaron e imprimieron la carpeta gráfica Pátzcuaro: Nuestro Patrimonio que reúne la obra de cuarenta artistas del grabado y la litografía.

Tamara Sosa señala al respecto que la parte institucional “tiene el ánimo de seguir adelante con el taller, una vez que esté arreglada la parte afectada que tiene ahorita”. E informa que se está alistando una nueva convocatoria dirigida a los artistas interesados en trabajar en el taller. “Nos interesa mucho, sabemos que es un espacio con mucha historia y que es importante para la gente que se dedica al grabado, para los artistas y para la comunidad en general. Es un espacio muy importante y estamos en ese ánimo de que siga funcionando”.

Un tema relevante sobre el taller de gráfica tiene que ver con el acervo institucional. En la administración de Sofía Stamatio se realizó la revisión, cotejo y levantamiento físico de inventario artístico del Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita, en colaboración con el Departamento de Bienes Artísticos y Culturales de la Dirección de Patrimonio Estatal, dependiente de la Subsecretaría de Administración de la Secretaría de Finanzas y Administración.

De este proceso se tiene registro de 2 mil 322 bienes bajo resguardo del Jesuita, de los cuales 1 mil 22 se localizaron físicamente, por lo que se identificó el faltante de 114 bienes (entre los que se incluyen obras de John Pitman, Alberto Castro Leñero, Janitzio Rangel, José Luis Cuevas y Carolina Ortega, entre otras), así como que 1 mil 205 bienes (colecciones de bateas, máscaras y juguete) fueron trasladados al Museo del Estado en 2020. Tamara asegura que al respecto, su administración interpuso una denuncia penal por la falta de obras y en contra de quien resulte responsable. 

Sostener el centro cultural

En un mensaje para dar a conocer el documento original en su página de Facebook, Sofía Stamatio llamaba a exigir a las instituciones públicas pertinentes “que aporten a nuestro centro cultural todos los recursos necesarios para que permanezca vivo, efervescente, abierto y en pie muchos siglos más”.

En consecuencia, el llamado colectivo más visible fue el de la asociación civil Por Pátzcuaro, que hizo llegar a Alfredo Ramírez Bedolla la petición de que su gobierno asegure el respeto de lo que llaman “la actual vocación del Colegio Jesuita como centro de arte y cultura de la comunidad” y se le respalde con un presupuesto que corresponda a su importante misión.

Incluso, en el imaginario surgió una presunta carta en la que un supuesto grupo de personas solicitaba al gobernador que el antiguo Colegio Jesuita tuviera “un uso más intensivo y adecuado con su historia si se destina el edificio a atender la demanda de educación superior”. Específicamente, se le pedía al mandatario “considerar la posibilidad de hacer entrega del inmueble jesuita a la Universidad Rosario Castellanos, en comodato”. Esta petición, vale señalar, nunca tuvo verificación, aun cuando no se puedo evitar que abonara a la discusión sobre el centro cultural patzcuarense.

Tamara Sosa desmiente esto último y afirma que “nunca hubo algo que nos hiciera pensar que debíamos tomarlo como un tema serio”, según señala. “Escuchamos rumores, igual que todo el mundo, en grupos de chat, así, muy informales. Como institución no podemos dar una respuesta oficial a un tema totalmente informal”.

La construcción del edificio patzcuarense inició en 1585 —después de la muerte de Vasco de Quiroga—, al parecer sobre un centro ceremonial purépecha. Se sabe que, una vez expulsados los jesuitas, tuvo diversos usos: hospital, cuartel, vecindad, convento y escuela, antes de quedar en ruinas y materialmente abandonado por más de treinta años. Fue hasta 1990 que un grupo de ciudadanas y ciudadanos de la localidad formaron un patronato para impulsar su restauración, cuyos trabajos iniciaron en 1992. En noviembre de 1994 quedó completamente restaurado y su uso fue destinado para actividades culturales y artísticas.

Sin embargo, con el paso del tiempo el Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita ha requerido de diversos trabajos de mantenimiento, así como de presupuesto para elevar su oferta o encontrar cauces de autogestión.

En un mensaje para dar a conocer el documento original en su página de Facebook, Sofía Stamatio llamaba a exigir a las instituciones públicas pertinentes “que aporten a nuestro centro cultural todos los recursos necesarios para que permanezca vivo, efervescente, abierto y en pie muchos siglos más”.

A la luz de su experiencia al frente del Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita, Sofía asegura que la cultura en México “necesita personas al frente que sean casi guerreras, para defender y exigir con uñas y dientes”. Y agrega: “No tenemos eso en Michoacán. La política cultural parece ser sólo de contención, de tapar las grietas con pintura (cuando hay), de fingir que todo va bien cuando en la realidad se ignora olímpicamente tanto a los públicos meta como a los recintos”.

Sofía Stamatio asegura sentirse “profundamente decepcionada, no sólo por las decisiones que la SECUM ha tomado, sino también por todas las que debió haber tomado y no lo hizo”. Afirma también sentirse tranquila “por haber sido fiel a mis principios, satisfecha por las cosas que sí logramos: más de 30 talleres funcionando cotidianamente, más de 500 eventos propios en tres años, 47 exposiciones, un acervo ordenado y sus faltantes claramente identificados, una orquesta infantil, un taller de grabado queriendo despegar nuevamente y abierto a todo mundo, una comunidad usuaria fiel y constante, el regreso de la comunidad artística”.

Por su parte, Berenice Torres asegura que la problemática del ex Colegio Jesuita tiene que ver con “una falta de metas, de una política cultural”, según dice. “No tienen una línea de intereses culturales que quieran promover, difundir y demás. El taller de grabado es un ente muy particular, obviamente no le vieron ninguna conexión con sus intereses folclóricos”.

Concretamente, ella cree que el taller de gráfica tendría que cambiar de lugar. “A Morelia, por ejemplo, para aprovechar que hay más estudiantes de grabado y que están las dos universidades y se pudiera darle un uso como se debe. Y sobre el acervo que a nadie parece interesarle, sería interesante que lo donaran a una institución que sepa de preservación, mantenimiento y conservación de obra gráfica”.

Para Tamara Sosa, con el ex Colegio Jesuita “estamos en un buen momento”. Asegura que “es normal que haya gente interesada en la manera de hacer política pública, es totalmente entendible”, dice. “Sabemos que estamos bajo el escrutinio, es normal también eso, pero nuestra tarea es actuar más allá de los comentarios o de los señalamientos. Es un trabajo de todos los días”.

Finaliza la secretaria de Cultura: “Es importante que la gente sepa que no es un lugar que tiene que ser rescatado, no creo que vaya por ahí. Es un espacio que demuestra la voluntad del gobierno del estado para que sea un espacio importante para la cultura y en eso estamos. Es un camino que no es fácil, pero que implica un esfuerzo constante”.

Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.