Víctor E. Rodríguez Méndez Patricia Grajeda y Eva Sánchez Lara cierran esta segunda entrega sobre el estado que vive el teatro en Michoacán desde la capital moreliana. Ambas con una amplia experiencia y quienes, casualmente, en años recientes han recobrado su actividad teatral, una más que la otra. Hablan sobre las dificultades de hacer teatro y sobre la creciente profesionalización de éste; y hablan también sobre los apoyos institucionales, que no existen o siempre serán insuficientes, o que quizá no deberían ser tan necesarios para desarrollar un teatro digno y profesional, independiente, ése que busca desesperadamente un público que lo atienda y entienda. La actriz y titiritera Patricia Grajeda cree que uno de los problemas principales del teatro en Michoacán es la falta de espectadores, producto de que quienes trabajan de manera independiente no cuentan con recursos propios o con apoyo institucional para la promoción de sus presentaciones escénicas. “El Estado apoya solamente los eventos grandes y caros”, señala Patricia, “y ahí sí me impresiona cómo va la gente y paga boletos de precios altos, mientras que nosotros tenemos que hacer muchísimas cosas para que la gente asista a nuestras presentaciones”. Para Eva Sánchez Lara dedicarse profesionalmente al teatro en el ámbito local es complejo en buena parte, precisamente, porque no hay mucha respuesta del público. “Si bien se cuenta con espacios independientes, no siempre se llenan esos espacios con las propuestas escénicas. Al final los espacios independientes tienen que estar haciendo promociones y cosas así para que algo salga”, dice. Y añade: “Los actores y actrices, directores y directoras, así como los productores y las productoras tienen que hacer otras actividades para poder sobrevivir y no dedicarse al 100 por ciento al teatro. Ésta es una realidad que tiene que ver no nada más con Morelia, sino que es parte de la realidad nacional y complica mucho la profesionalización. Aunque hay grupos que han podido dedicarse al teatro de tiempo completo y han apostado por la profesionalización de su trabajo, ciertamente es complicado y no todos tienen las mismas condiciones para lograrlo”. Encima, la respuesta de las autoridades de cultura no siempre es la mejor, según explica Patricia Grajeda. Pone un ejemplo: “Para el evento del Día del Niño el DIF municipal requería un montón de artistas. Nos pidió un presupuesto para un súper evento tipo circo, ¿y qué crees?, pues que se trajeron zanqueros y otros artistas de Guadalajara. Solamente contrataron a dos músicos y a nosotros nos dieron chance de poner nuestros teatrinos con cooperación voluntaria. Si de por sí no tenemos chamba los artistas de aquí y se los traen de otros estados…”. Asegura que hay mucha cultura en Morelia, pero no hay promoción. “Se están abriendo muchísimos foros y me da un montón de gusto por mis compañeros y por la gente que se atreve a abrir foros, porque yo me aventé en algún tiempo a tener un foro y no lo pude mantener; pero sería fabuloso que las autoridades nos apoyaran al menos con la publicidad, porque nosotros tenemos que hacer todo, además de tener que dar precios muy accesibles, lo cual hace que la gente crea que el espectáculo es de mala calidad”. Sobre el nivel del teatro en Morelia (“es lo que veo más cerca”, dice), Eva Sánchez hace notar que a partir del egreso de las primeras generaciones de teatro de la Facultad Popular de Bellas Artes se empezó a modificar la actividad en la escena local. Si bien no todos los egresados terminan dedicándose al teatro o se quedan trabajando en Morelia, señala la integrante del grupo Trotamundos Teatro, sí cree que con ello aumentó la producción y el movimiento teatral. Sin embargo, esto no quiere decir que sea lo mejor “porque esto también complica muchas cosas y cambia muchas condiciones”, según dice. Y agrega: “Al trabajo de muchos años de varios grupos se suma una nueva generación y también nuevas propuestas, formas distintas de hacer –como trabajar más por proyectos, por ejemplo–. Empezaron a surgir más directores, varios directores jóvenes y esto ha enriquecido la escena. Hay de todo, hay una gran variedad de trabajos”. Los apoyos nunca serán suficientes Eva Sánchez señala que los apoyos institucionales para las artes tienen mucho que ver con las políticas culturales de cada entidad. “Aquí en Michoacán se ha intentado decir que se ha hecho, pero en realidad no hay nada; en la institución que se debería abrir paso en esta situación hay mucha confusión al respecto, y a final de cuentas todo es una cuestión política porque los puestos importantes en cultura terminan siendo, en general, favores políticos. Difícilmente encontraremos personas que estén interesadas realmente y, por supuesto, tampoco a nivel de gobierno hay un interés por la política cultural”. “Desde que surgió la Secretaría de Cultura”, apunta al respecto Patricia Grajeda, “se invirtió mucho en oficinas y en gente, pero no se hace nada o se hace muy poco. Los recursos federales que hay pasan a través de Finanzas y ahí se quedan o no llegan a donde tienen que llegar de la manera adecuada, o tardan muchísimo tiempo para pagarte, si es que te pagan, porque a veces pasan un montón de cosas. Hay una organización pésima, como Secretaría sencillamente no está funcionando”. Sobre qué tan necesarios son los apoyos institucionales para hacer teatro, Paty Grajeda es enfática: “Urgen, pero básicamente no existen los apoyos institucionales estatales, a lo único que podemos recurrir son a las becas. No tenemos el mínimo apoyo, y cuando se hacen eventos grandes en los que podemos tener trabajo un montón de artistas, pues resulta que se los traen de otros estados”. En tanto, más allá de las instituciones gubernamentales, Eva Sánchez piensa que el gremio teatral anda “muy disperso”. “Me parece que termina pesando más la exigencia de que es la institución la que tiene que pagarnos, en buena parte porque es muy difícil ponerse de acuerdo entre nosotros, y al final se le termina resolviendo a la Secretaría su función y realmente no pasa nada. Veo una desatención de las instituciones, sí, pero también un vicio del gremio artístico por querer que la institución nos resuelva todo. Yo creo que sí son importantes los apoyos, pero no puede depender todo el trabajo artístico únicamente de eso”. Eva asegura que los creadores deben saber trabajar en conjunto con las instituciones y con otras organizaciones, “de manera que el teatro o las artes no estén dependiendo de los apoyos nada más, porque por muchos apoyos que se den nunca van a ser suficientes”. Para Patricia Grajeda dedicarse al teatro implica tener “muchísimo amor y muchísima resistencia y persistencia”. Agrega: “Yo continuaré con todo porque el teatro me mueve y me apasiona. Ha sido una tarea maratónica”. Y remata Eva: “Necesitamos generar otras formas de trabajo, necesitamos formar públicos que estén dispuestos a pagar un boleto por una función. Obviamente, hay un montón de cosas que intervienen en esto, pero bueno, esto nos invita a todos a ser más gestores”.