Rita Gironès La pasión y el corazón, aquí mandan. Ciudadana mexicana desde hace 20 años, por derecho y convicción, Cristina nació en Chicago, pero suma 41 años ya radicando en México. Su extraordinario encanto para relatar vivencias, platillos y manos artesanas, la convierte en una antropóloga natural. Lleva 16 años publicando un reportaje semanal en su sitio web Mexico Cooks!, más de 820 artículos archivados en su página sobre cocina y cultura mexicanas. Entre 6 y 7 millones de lectores que han buscado su alta sensibilidad en temas culinarios. No solo valora originalidad, presentación o sabor, Cristina va más allá, se guía por sensaciones, emociones y texturas. ¿Qué querías ser de niña? Arqueóloga. Cuando tenía 7 o 8 años, mis papás me regalaron el libro de Las 7 Maravillas del Mundo Antiguo. El capítulo de las antigüedades encontradas en Grecia me fascinó y pensaba: Me encantaría hacer esto, ¡yo quiero encontrar algo desconocido para la humanidad! ¿Qué quieres ser ahora? Tengo la fortuna de querer hacer justo lo que estoy haciendo, sobre todo por estar descubriendo también los tesoros culturales de México. ¿Por qué elegiste Michoacán? Yo viví 4 años y medio en Tijuana, sin conocer otra parte de la República. Una amiga me invitó a conocer su lugar de nacimiento, Tancítaro, y después de la aventura de 52 horas de viaje, llegamos allí: pinos, encinos, orquídeas silvestres, helechos… y en agosto en época de lluvia… y en cada agujita de los pinos, ¡había una gotita de agua colgada! El sol saliendo e iluminando esas gotitas, pensé: ¿en dónde estoy? ¿es esta una tierra de hadas? Me enamoré de Michoacán desde el primer momento. ¿Cómo se conjugan comida y vida, más allá del hecho biológico? Sin duda es un acto espiritual. En las comunidades purépechas tienen sus paranguas, el espacio sagrado de la cocina. Todavía muchas de las mujeres tienen la costumbre de rezar a los 4 puntos cardinales antes de empezar a cocinar, o también los hombres en la siembra de la milpa, se dirigen a los dioses para esperar una buena cosecha. Esto me resultó impactante. Y también porque es un acto que se hace en comunidad. ¿Cocinas normalmente? ¡No tanto como antes, pero sí! ¿Qué te gusta comer? ¿Con cuál platillo te gustaría ser invitada? (Risas) ¡Pocas personas me invitan a comer! Quizás porque piensan que soy muy exigente, y en realidad soy bastante sencilla... Me gusta cualquier cosa que me ofrecen, lo importante es el honor de ser invitada. Foto: Rita Gironès ¿Con qué personaje histórico compartirías una buena sobremesa? Mil nombres vienen a mi mente. Con Elena Poniatowska, con el artista mexicano Humberto Spíndola, con Lázaro Cárdenas. ¿Qué tres alimentos te llevarías a una isla desierta? Arroz, mi mata de chile perón (Risas), y… jitomate. ¿Qué prefieres dulce o salado? Salado. Tus conocimientos culinarios, ¿los aprendiste de tu mamá? No tanto, y además vivíamos lejos de los abuelos. Mi mamá era una excelente cocinera, estilo años 50, pero no lo aprendí ahí. Mi primer aprendizaje fue sobre comida china y compré un libro que conservo todavía, por el simple gusto de aprender practicando. Luego me sirvió para obtener un trabajo en Woodstock en un restaurante chino durante dos años y medio, ¡y fue un éxito increíble! Esa fue mi primera aventura culinaria. ¿Qué prefieres, la comida del Pasado, del Presente o del Futuro? Soy tradicional. No me gusta especialmente la comida fusión. Una amiga mía lo dice muy claro: no se puede deconstruir un platillo, sin saber construirlo antes. Y ahora hay demasiados lugares de fusión sin esencia. ¿Qué es para ti la Cultura? La primera palabra que me vino a la mente es la tradición. La educación, los valores, respeto, en cierta manera, los modales. Precisamente la palabra “culto” es parte de la palabra “cultura”. Valorar tus antepasados, los aprendizajes de nuestros ancestros, y tener una manera de pensar, no rechazar, pero evaluar lo trendy del presente. Cultura es conjugar el corazón, la mente y la espiritualidad. Foto: Rita Gironès