Entrevista | Patricia Bernal, pleamar de albricias

Llena de matices, la actriz mexicana se las ingenia para dar rienda suelta a su potencial creador.

Rita Gironès / La Voz de Michoacán

No se detiene. Llena de matices, la actriz mexicana se las ingenia para dar rienda suelta a su potencial creador. Hablamos de Arte, su hábitat en mayúsculas, su quintaesencia, la sensibilidad en todas sus vertientes. Sonríe con facilidad, nos ofrece una vuelta de tuerca femenina al universo de la interpretación, se mueve entre lo efímero y lo desbordante. Paty es una mujer-pleamar, ese momento del día en que el agua del mar alcanza su máxima altura dentro del ciclo de las mareas. Decirlo en voz alta hace que sea increíble, será porque en lo más hondo de las mareas altas, se encuentran los arrecifes, las agrupaciones de corales tan bellos y sensibles.

PUBLICIDAD

¿Qué querías ser de niña?

Siempre quise ser actriz.

¿Qué quieres ser ahora?

PUBLICIDAD

Quiero seguir siendo actriz.

¿En qué punto convergen la actuación y la vida?

Entre una y otra hay una distancia muy clara. Con relación a los personajes, es un disfrute hacerlos, me da la oportunidad de vivir cosas que a lo mejor nunca viviría.

Principal rasgo de tu carácter.

Tremenda. Soy muy autoritaria en algún sentido. No sé, quizás es la imagen que doy, pero creo que refleja en mí una gran seguridad, aunque no sea cierta… (Risas)

¿Qué valor le das a las palabras? ¿Y al silencio?

El mismo valor. Para mí las palabras tienen muchísimos significados, pero los silencios tienen más. Y a veces también se malinterpretan.

¿Quiénes han sido tus maestros en la actuación?

¡Muchísimos! Tengo tantos maestros: con Rafael Sandoval, en Guadalajara; Luis de Tavira, Hugo Gutiérrez Vega, Margules, Benjamín Cann; en “La noche de los asesinos”, con Rogelio Luévano, maravilloso; Julio Castillo, … Con cada persona que trabajo siento que es un maestro o una maestra. He trabajado con muchas mujeres, con Lorena Maza, Nancy Cárdenas… Este oficio es saber escucharlos y aprender de ellos y, por supuesto, aprendes también de tus compañeros.

¿Cocinas normalmente? ¿Tienes sazón?

Sí, tengo sazón, pero cocino 3 cosas. (Risas) Solamente las pastas, porque no me doy el tiempo. Ahora estoy queriendo darme el tiempo de cocinar porque me da mucha paz.

¿Con qué personaje histórico te sentarías a platicar y de qué hablarían?

Me hubiera encantado platicar con Proust. La época que vivió me parece muy interesante, la decadencia. Y el horror que vivió al no aceptarse como homosexual. Esas confusiones de la vida que creo son tan naturales… También con Stefan Zweig o Marguerite Duras, hay muchísimos personajes que me hubiera encantado conocer. Alguna vez hablé con Agnès Varda y me sorprendió muchísimo, todo lo que platicaba tenía un componente filosófico…

¿Qué cualidad admiras en las personas?

Su responsabilidad, pero en ellos mismos.

¿Qué detestas en los demás?

Me causan un poco de roña la indiferencia y la falta de responsabilidad, quiero decir, ¡hacerse las víctimas!

¿Has pensado alguna vez en tirar la toalla, dedicarte a otra cosa?

Yo creo que sí, muchas veces piensas: “ya estuvo, ya, me voy a dedicar a otra cosa”. Lo que he aprendido es que hay que hacer muchas cosas. Como tengo muchísima energía, siempre he hecho más cosas además de actuar. Me gusta muchísimo el arte y he encontrado un placer en hacer algo derivado de eso también. Es preferible combinarlo en vez de estar sufriendo, negando o ¡esperando a que te llamen! Mejor invéntate tu trabajo. Arte, viajar, conocer, hacer un documental, mi cabeza no para.

¿De qué te sientes orgullosa?

De mis hijos.

¿De qué te arrepientes?

Yo creo que tengo muchas cosas de que arrepentirme, pero que las he aceptado. Han sido muy dolorosas, pero ya está.

Tres cosas que te llevarías a una isla desierta.

Me llevaría comida; me llevaría muchísimos libros y si no los haría; me llevaría esos recuerdos de lo que sí he leído, de lo que sí he visto y de lo que no me he atrevido a escribir… me llevaría algo para poder escribir.

¿Qué es para ti la Cultura, Patricia?

Para mí es vital. Si no existe, no existes. La Cultura te da amplitud, te da vida, te da placer. Estimulas tu imaginación y la imaginación hay que alimentarla a diario. Creo que la Cultura es parte de esa vida más rica, te da el chance de ser más rico en todo, ¡en todo! Y es un placer, aparte te enseña a vivir de otra manera.