Adriana Sáenz Valadez A mis 4 hijes. Nos parimos desde la matriz del amor y del perdón. Desde los feminismos, las posturas sobre el maternaje han sido variadas y diversas. Algunas oscilan en el marco de recuperar el vínculo entre madre e hija sin la mediación del padre, reflexión interesante, lo difícil es ¿cómo llevarlo a cabo en un mundo que se piensa desde una racionalidad patriarcal? Otras, aquellas en el marco de los ecofeminismos, la relación madre naturaleza se hace presente. Según Saletti se podrían resumir de la siguiente forma: “…reconstruye(n) la maternidad destacando sus valores creativos. (…) presenta(n) a las mujeres como salvadoras de la tierra al considerar que se encuentran en mayor armonía con la naturaleza, debido a su capacidad de ser madres (Saletti, 2008,182). Estas propuestas son interesantes en su inclinación a reivindicar a las mujeres y reconocer su conexión con la vida, más en el devenir de los años y de las manifestaciones, en ocasiones se les ha banalizado, y en ello han regresado a las mujeres al pensamiento patriarcal. Las vuelven a pensar desde la esencia y les niegan como dice Amelia Valcárcel (2004) el derecho a la maldad, a renegar de las cacas, los mocos, a confesar estar cansadas, exhaustas, necesitadas de afecto o incapaces de brindarlo. Este pequeño recorrido me fue necesario para pensar con Germinal, ya que la autora se permite postular muchos vértices del maternaje. El libro está dividido en cuatro apartados, del último ya hablé. Los otros, los tres primeros, Tania los titula en latín. Monstrar futurum monet voluntatem docorum es el primero. Es interesante como este apartado es el más largo. Confieso que no puedo evitar pensar que lo escribió antes de ejercer el maternaje, cuando el tiempo tiene una dimensión distinta. Ese que nos permite observarnos los pies, mirar cuanto ha crecido el vientre o la tripa, a la mera usanza de los niños españoles. Por cierto, cuánto gocé cuando escuché esa expresión de los labios de un crío: —Nací de la tripa de mi madre. Así es, cuánta especificidad. Me asombré de la expresión y de todo su contenido. Anécdota que recobra sentido a la luz de Germinal. Qué lindo apartado nos concede Tagle sobre el Asombro. Hacerse a la sombra para mirar, para mirarnos, para ver los fenómenos a la luz, desde su ausencia o desde la traslucidez que brinda la distancia de lo brillante. Este apartado inicia pensando el cuerpo madre/monstruo (Tagle, 2023, 9). Asume que la deformidad que conlleva el embarazo se socializa desde diferentes comprensiones. Esa transformación que cambiará las carnes para siempre, que te desapropiará de tu cuerpo (digo, desde el patriarcado, nunca es tuyo). Ese suceso individual que “se colectiviza a través de la monstruosidad me pareció casi natural” (p. 10). El embarazo desapropia a la mujer de su estancia en sí misma, en este mundo. A partir del embarazo, las preguntas serán: —¿Cómo estás? ¿cómo van?, etc, todas refiriéndose a su condición de mujer gestante. El cuerpo pasará a ser un estar siendo dos o más. La singularidad <mujer> se borrará y no volverá a aparecer hasta el momento del nacimiento, esto en el caso que así suceda. El cuerpo y la identidad individual se prestan y, en ocasiones, nunca regresan. La esposa de…. la madre de… Referencias:Saletti, (2008). “Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad”. Clepsydra. Revista Estudio de género y teoría feminista, 7:169-184. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2884595 Tagle, Tania. (2023). Germinal. México: Penguin Random House, Lumen Valcárcel, Amelia. (2004). “El derecho a la maldad”, entrevista realizada por Mariló Hidalgo para la Revista Fusión, diciembre. http://www.revistafusion.com Adriana Sáenz es doctora en Humanidades, trabaja en la Facultad de Filosofía de la UMSNH y usa toda trinchera para desestabilizar las opresiones: desde la academia, la calle, el pensamiento, el amor, la escritura, la irreverencia.