Saúl López Bautista Hace alunas semanas se conmemoró el 217 aniversario del natalicio de Benito Juárez aquel hombre que, se nos ha mostrado desde pequeños, como una figura rígida, inquebrantable, de probada rectitud y carácter estoico frente a los problemas personales y de la nación. Es quizás por eso que Juárez, hasta la fecha es uno de los máximos héroes de la nación, en cada población del territorio nacional hay una colonia, una calle o una escuela que lleva su nombre, la figura del oaxaqueño se ha colocado en el mismo peldaño que Hidalgo y Morelos; es más, algunos historiadores afirman que Benito concretó y defendió la independencia nacional. Benito Pablo Juárez García, fue un niño nacido en Guelatao, comunidad zapoteca y aislada del estado de Oaxaca, fue huérfano desde muy temprana edad y quedó al cuidado de su tío Bernardino que, por el contrario de lo que se dice, procuraba el aprendizaje del niño a su cuidado, pues en los ratos libres que tenían lo enseñaba a hablar el castellano, a leer y escribir; a pesar de las ganas de aprender del joven Benito, debido al duro trabajo poco podía avanzar en sus lecciones, además de que en el pueblo no había escuela. Debido a esta situación, y no a la pérdida de una oveja como narra el mito, es que Benito abandona la casa de su tío y se va a pie a la ciudad de Oaxaca, donde varias personas jóvenes de su comunidad servían en las casas de las familias acaudaladas, a cambio se les enseñaba a leer y escribir. Juárez llegó a la casa de Antonio Maza, en la que una de sus hermanas trabajaba de cocinera y donde a él lo emplearían en el cuidado del ganado, teniendo por sueldo dos reales diarios. Pero poco vivió Juárez en la casa de los Maza, pues conoció a Antonio Salanueva, encuadernador de oficio y miembro de la tercera orden de san Francisco, de la cual vestía el hábito, de ahí que posteriormente se le conocería como “el padre Salanueva”; este hombre le ofreció a Benito su casa, enseñarle su oficio y mandarlo a la escuela para que aprendiera a leer y a escribir. Aunque al joven Benito le ilusionaba de sobremanera asistir a la escuela, pronto comprendió, que aún en una institución dedicada a la enseñanza, su proceso educativo se vería afectado por la desigualdad social tan marcada en aquel tiempo. “Mientras el maestro en un departamento separado enseñaba con esmero a un número determinado de niños, que se llamaban decentes, yo y los demás jóvenes pobres, como yo, estábamos relegados en otro departamento, bajo la dirección de un hombre que se titulaba “ayudante” y que era tan poco a propósito para enseñar y de un carácter tan duro como el del maestro”* Algún tiempo después, Benito, teniendo en cuenta que entre la sociedad se tenía a los curas como sabios, se decidió a entrar al seminario, noticia que fue del agrado de Antonio Salanueva, quien lo motivó argumentando que, debido a su conocimiento de la lengua zapoteca, podía ordenarse sin necesidad de tener un patrimonio. Es de este modo que Juárez, impulsado por sus ansias de saber, ingresó al seminario de 1821 a 1823. Su protector y padrino presionaba a Benito para que tomara la clase de teología moral, con la intención de irse perfilando para recibir las ordenes sagradas, cuestión que nunca le gustó a Juárez ya que sentía “repugnancia por la carrera eclesiástica”. A la par de estos inicios en la vida del joven Benito, los acontecimientos que ocurrían en la vida política de la “nación” no eran menos agitados, pues en 1821 se había consumado la independencia, curiosamente este acto fue realizado por un integrante del ejército realista: Iturbide, quien a pesar de su resistencia a las ideas republicanas, instauró un imperio con él a la cabeza, entidad que duraría poco; para cuando Juárez terminó su educación en el seminario, también cayó el primer imperio mexicano. En los vaivenes de la política nacional, se estableció la creación de los Institutos de Ciencias y Artes, lugares dedicados a la educación, apartados del control del clero y conducido por profesores y directivos liberales. El establecimiento de estos recintos impactó de manera definitiva en la vida de Juárez, pues en 1827 con 21 años, ingresó a la carrera de jurisprudencia, que a la larga lo llevaría inmiscuirse en la vida política del país, llegando a ser presidente de la República. Aunque muchos conocemos las proezas políticas de Benito Juárez, poco sabemos de su vida y de las dificultades que enfrentó para poder consagrarse como uno de los mayores personajes de la historia nacional; es importante que, junto con el personaje histórico se conozca a la persona pues, solo de esta manera vamos a poder tener un lazo con él, comprenderlo y apreciarlo dentro de su contexto, con sus virtudes y defectos. Referencias: *Benito Juárez, Apuntes para mis hijos. Saúl López Bautista, licenciado en Historia por la UMSNH, coordinador en la organización del coloquio Pueblos Originarios: Raíces de América. Actualmente cursa la maestría en Historia en la Facultad de Historia, de la UMSNH. Email: saul27143@gmail.com Facebook: Saúl López Bautista