La mitología irreconciliable de occidente (Primera parte)

En 1492, el reino de Castilla y León atravesaban por uno de los momentos más fascinantes de la historia europea, el cual pronto se convertiría en un episodio central de la historia universal.

Miguel Salmón del Real / La Voz de Michoacán

Moctezuma y sus invenciones en la ópera

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En 1492, el reino de Castilla y León atravesaban por uno de los momentos más fascinantes de la historia europea, el cual pronto se convertiría en un episodio central de la historia universal. Los reyes Isabel y Fernando no sólo habían logrado la reconquista de Granada y la posterior unificación de la península Ibérica, sino que además auspiciaron el descubrimiento fortuito del continente que llamarían “América”.

Casi quinientos años después, José Gaos, el ilustre trasterrado español, propuso en sus lecciones en México referirse, más que al “descubrimiento” de América, a su “hallazgo”; o incluso, atendiendo a la propuesta de Edmundo O´Gorman, a su “invención”, en tanto Utopía.

El encuentro entre continentes vislumbró la primera globalización, y con ello produjo la escisión entre el mundo antiguo y el moderno. Viajar resultó indispensable para los gobiernos de Occidente, con la finalidad de atender el nuevo paradigma que se presentaba en el nuevo horizonte económico y político.

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En 1519, Cortés había entrado en Tenochtitlan, la cual sucumbiría poco antes de que Fernando de Magallanes completara la primera circunnavegación al globo en 1522. En 1543, Copérnico publicó finalmente la obra que demostraba que la tierra no era el centro del universo. La razón tomó el lugar protagónico y el Humanismo transformó la mentalidad y el arte europeos. Surgió el Renacimiento, que reivindicó el pensamiento racional de los antiguos clásicos, y más tarde, encontró su exacerbación en el Barroco, con el que llegó la invención del melodrama, que hoy llamamos: Ópera.

El género operístico fue inventado en Florencia por un grupo de humanistas conocidos como la Camerata Fiorentina, al que pertenecía el músico Vincenzo Galilei, padre de Galileo. El conde Giovanni Bardi (1534–1612), amante y patrocinador de las artes, alentó al compositor Jacopo Peri (1561–1633) a escribir el melodrama, hoy extraviado, que más tarde sería considerado como la primera ópera de la historia, basado en el mito de Dafne y estrenado en 1597.

El tema había sido tomado de las Metamorfosis de Ovidio, de donde también se extrajo una de las temáticas más frecuentadas en la historia de la ópera, se trata de Orfeo, el audaz héroe que no teme descender al inframundo para rescatar a Eurídice, y cuya música hechizaba las almas de los dioses y de las criaturas. Las primeras que se conservan fueron inspiradas en el mito órfico: en 1600, Peri escribió o el “melodramma”)ópera, (úsico to o tema fueron compuestas. que, siete ue los luteranos m el complejo tejido sonoro de la polifEurídice, cuyo libreto fue retomado por Caccini (1550–1618) en 1602. En 1607, Monteverdi (1567–1643) compuso L’Orfeo.

Durante el siglo XVII, cronistas españoles hacían llegar a Europa descripciones del Nuevo Mundo que resultaban asombrosas, relatos que fueron traducidos a diversos idiomas. El teatro y la ópera encontraron en el panorama amerindio el exotismo inherente a la escena barroca.

En 1664 se estrenó The Indian Queen, de Robert Howard (1626-1698) y John Dryden (1631-1700), musicalizada por Banister (ca. 1626-1679). El argumento presenta, créase o no, a Montezuma como un servidor de los incas. Amexia, madre de Montezuma, ostenta el trono mexica, el cual le es arrebatado por la Reina India. Al final de la trama, Montezuma se enamora de Orazia, la princesa de los incas.

Dryden continuó por su cuenta la saga con The Indian Emperor, or the Conquest of Mexico by the Spaniards, que también contó con dos musicalizaciones, la Pelham en 1675, y la Purcell en 1691, donde Montezuma es obligado a elegir como pareja a Almería, hija de la Reina India, protagonista de la primera tragedia.

En 1690, se estrenó en Roma la ópera Colombo overo l’India scoperta con música de Pasquini (1673–1710), y con libreto del cardenal veneciano Pietro Ottoboni (1667–1740), quien conoció a Antonio Vivaldi, cuando el compositor se ordenó en Roma como sacerdote.

No deja de ser llamativo que figuras como las de Cristóbal Colón y Hernán Cortés representaran al nuevo personaje temerario que habría de superar la monstruosidad del océano desconocido y, al igual que Orfeo, había logrado volver.