Rita GironèsLas manos de “Nana Elvia” moldean, bruñen y ponen a cocer figuras de barro. Ella, y sus compañeras artesanas en Zipiajo, son necesarias para mantener esta traición prehispánica que ya no tardaba en desaparecer. Se cubren las piezas, hermosamente detalladas, con el calor del estiércol: ollas, comales, macetas, y un riel de animales vibrantes de barro. Cae la tarde en el patio de su casa, y es tiempo de recoger, entre las cenizas, una a una, estas obras de arte. Recientemente fue merecedora del Galardón Nacional al Mérito de la Trayectoria Artesanal. Nana Elvia se siente plena y feliz, porque ¿quién no ha soñado con un trabajo que le llene el corazón de pájaros? ¿Qué querías ser de niña? Desde niña nunca me interesó estudiar en la escuela. Me soñaba yendo a traer el barro y hacer mis propios juguetes. Mi abuelita quería que fuera a la escuela, mi papá insistía, pero nunca puse atención en eso. Mi atención estaba en las piezas, yo pensaba: ¿se habrá secado mi caballito? ¿se habrá cocido la muñequita? A día de hoy sé poner mi firma y sé leer un poquito, y eso se lo agradezco a mi padre, pero yo quería trabajar el barro. ¿Qué disfrutas más, la artesanía textil o la alfarería? Sin duda el barro. Hubo un tiempo cuando era jovencita que hacía mis propias prendas, ¡ahora prefiero comprarlas! (Risas) Es muy cansado para la vista, requiere de mucha precisión. Aunque pensándolo bien también lo es hacer barro, sobre todo cuando acercamos las piezas al fuego. Una no alcanza a ver nada cuando nos arrimamos, todo se nubla, es muy riesgoso. Y también cuando elaboro las pequeñas alas a los pajaritos ya necesito ponerme unos lentes, o cuando leo un papelito. Los ojos se dañan en el trabajo artesano. ¿Quién te enseñó el arte de la alfarería? Mi abuelita, Magdalena Silva Ruíz. Ella me enseñó todo el proceso de elaboración del barro. Luego las figuras las fui inventando yo, sobre todo los pájaros. Ha sido una evolución y he ido perfeccionándolas con el paso del tiempo. Fotografía: Rita Gironès ¿Cuál es la parte más entrañable de tu trabajo? Hacer ollas. Me recuerda a mi infancia. Siempre procuro hacer una maceta y termina siendo una olla. (Risas) ¿Cuál es la parte más difícil de ser artesana? Que el trabajo no haya a quién venderlo. Hace un tiempo no teníamos clientes ni a quién llevar las piezas, hasta yo misma me desanimaba con mis compañeras. Por fortuna eso ha ido cambiando y ahora solo necesito mi propia fuerza para seguir trabajando. Ahora se empieza a dar valor a los trabajos de los artesanos, al tiempo y el esfuerzo que se requiere. ¿Qué representa para ti cada uno de los premios que has recibido? A parte del reconocimiento a mi trabajo, me representa prosperar. Mis abuelitos me dejaron la casa, pero yo la fui arreglando poco a poco y ahora es en gran parte un taller. El Premio Eréndira lo repartí con mis compañeras. Los demás premios de alfarería estatales o internacionales también los comparto con las personas que han formado parte de la producción. ¿Qué relación tiene la artesanía con la vida? Es una forma de ver la vida. Yo estimo mucho el barro, el sol, al aire, los árboles. Yo trabajo emocionada, soy una mujer feliz en la vida, una mujer que trabaja felizmente con sus manos. ¿Cómo te encaminaste a la alfarería? Nosotros somos 5 mujeres y un hombre. Todas las hermanas trabajamos el barro. Yo empecé trabajando en el campo y a los 8 años me iba al cerro con mi papá a la siembra del maíz o el desquelite. Mi papá lo trabajaba con la yunta de los bueyes, pero es un trabajo muy costoso para una mujer. Todas nosotras fuimos encontrando en el barro una manera de salir adelante. Haciendo comales, macetas, ollas y figuras de animales… ¿se mantiene Zipiajo en un trabajo comunitario de calidad? El pueblo nos estima mucho a los artesanos, valoran mucho nuestro trabajo y esfuerzo porque hemos logrado tener una vía económica que permite que las familias se superen. ¿Qué tienen los pájaros? ¿Por qué que son piezas fundamentales en tu cosmovisión? Yo los oigo cantar tan bonito que me llenan de alegría. Aquí se bajan como 50 pajaritos en la tarde, llegan de las casas y me siento a escucharlos. Agarro masita como de 3 tortillas y se lo aventamos y se bajan a comer. Es un cariño muy grande que nos tenemos mutuamente. ¿Cómo te definirías? Orgullosamente purépecha. ¿Qué es para ti la Cultura? Es la tradición de lo que trabajamos, pero incluye también nuestro idioma, nuestro traje, nuestras costumbres. También hacer pájaros de barro es Cultura. Rita Gironès, escritora, docente y artista escénica. Catalana y mexicana. Lleva 20 años residiendo en Michoacán trabajando activamente por la cultura. Apasionada de las Humanidades, obtiene el Premio Nacional de Dramaturgia en México, 2022. Facebook: Rita GironèsInstagram: ritagirones